Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Estudio empírico
estereotipos de senilidad hacían una interpretación del relato en la que prevalecía la
dependencia percibida de esa mujer.
Así pues, se sugiere, a título exploratorio, que la variable responsabilidad hacia
otros puede estar relacionada con los sentimientos de utilidad y de autoeficacia percibida
de los participantes que tienen a su cargo a otras personas.
En la variable participación en actividades sociales comunitarias, se ha
encontrado que las personas que participan con más frecuencia en este tipo de
actividades, obtienen menos puntuación en el CENVE que las que mantienen un bajo
nivel de participación en actividades sociales de estas características. La significación se
ha encontrado en el factor motivacional-social. Por tanto, estos resultados muestran que
algunas de las creencias que las personas mayores mantienen sobre aspectos de
participación e integración social en la vejez, se encuentran relacionadas directamente
con la medida en que los propios sujetos mayores participan en actividades que
potencian su nivel de integración en la comunidad a la que pertenecen, más allá del
reducido ámbito de la familia. Es decir, las personas que mantienen un alto grado de
creencias negativas en los aspectos motivacionales y sociales en la vejez parecen ser, a
su vez, los que se encuentran manteniendo menos actividades de participación social de
tipo comunitario.
Por lo tanto, estos resultados se relacionan con el propio grado de motivación
que mantienen las personas en cuanto a actividades de participación social. Este
resultado es importante por cuanto ya se ha visto en la parte teórica el impacto positivo
que tiene en los adultos mayores un alto grado de participación e implicación social
(Oman, Thorensen y McMahon, 1999; Unger et al., 1997). Así, se ha encontrado que la
participación en actividades sociales está asociada con el bienestar y con sentimientos
de felicidad (Graney, 1975). Además, Leinonen, Heikkinen e lhae (2002) encontraron
que las actividades sociales de los participantes se relacionaban con la percepción
positiva de la salud. Asimismo, en un estudio longitudinal desarrollado a lo largo de
quince años, Schmitz-Scherzer (1975) comprobó que las personas que mantenían una
participación activa en algún tipo de asociaciones mostraban un mayor grado de
intereses y tenían un mejor estado de salud que las que no realizaban actividades de
este tipo.
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