Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Fundamentación teórica
Este resultado se produce incluso cuando se controlaron factores de riesgo tales como
problemas de sueño, uso de medicamentos o falta de soporte social y de redes
familiares.
Por su parte, Montañés y Latorre (1999) han encontrado que la mayoría de
mujeres que presenta síntomas depresivos, experimenta asimismo problemas de
movilidad superiores a los que padecen los varones, en una proporción de 1.5 más que
éstos. En este sentido, una variedad de trabajos sobre el tema incide en la problemática
de los trastornos depresivos asociados al sexo, como una variable importante de salud.
Por lo tanto, este elemento puede suponer un factor a tener en cuenta en relación con la
información que ofrecen las mujeres sobre la salud percibida. Por ejemplo, Satariano,
Haight y Tager (2000) comprobaron, en un trabajo con 2.046 personas de más de 55
años, que las mujeres informaban de más limitaciones físicas que los hombres, pero
encontraron que existía una relación entre la sintomatología depresiva y la reducción en
la velocidad de la marcha. A partir de estos resultados, los autores destacaron que hay
razones no médicas que inciden en la limitación de la actividad. Finalmente, Pinquart y
Söresen (2001a), quienes realizaron un metaanálisis de 300 estudios empíricos,
encontraron pequeñas diferencias a favor de los hombres en cuanto al nivel de
autoestima.
De esta forma, a través de la bibliografía revisada, parece concluirse que la
mayoría de los estudios han encontrado diferencias en el funcionamiento de hombres y
mujeres en la vejez, en las que parecen influir los estereotipos del rol de género y las
expectativas sociales. Así, las mujeres informan de más enfermedades que los hombres,
es más fácil que estén viudas, que tengan menor nivel educativo, menos actividad física
y más pobre salud mental (Baltes y Smith, 2002).
3.3.3. El estado civil
Diferentes estudios parecen apuntar a que existe una percepción de la vejez
diferente según el estado civil de las personas (IMSERSO, 1995; Bazo y Maiztegui,
1999). Se ha encontrado que, en general, las personas casadas viven más y se sienten
mejor que las solteras o viudas, así como que, en la viudedad, hay más frecuencia de
incapacidades, de sentimientos de soledad y una percepción más negativa de la propia
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