Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Fundamentación teórica
osteoporosis, el aumento de la sensación de bienestar, la disminución de frecuencia de
la depresión y la reducción del consumo de medicamentos. Por el contrario, Hays, et al.
(1999) encontraron que a través de un bajo nivel de funcionamiento físico en los adultos
mayores es posible predecir un mayor del uso de servicios médicos y de
institucionalización, así como de la mortalidad.
Stathy, Fox y McKenna (2002) sugieren, de los resultados de un estudio
realizado con personas de entre de 61 a 81 años, que la actividad física, además de
que parece contribuir a la salud mental de los adultos mayores, puede actuar
protegiendo a los individuos frente al estrés y el aislamiento. Por su parte, Hamid
(1990) informa de cambios positivos en el funcionamiento cognitivo de las personas
mayores con la condición de que la actividad se mantenga en el tiempo de forma
prolongada.
Por otra parte, se ha encontrado que el principal determinante de la percepción de
la salud entre los ancianos es el nivel de actividad o movilidad física que puede
desarrollar (Lerh, 1980; Zautra y Heupel, 1994). De esta forma, las personas que pueden
salir de casa sin ayuda se juzgan de modo más optimista que aquellas que se ven
obligadas a permanecer en su casa, las cuales creen que su estado de salud es peor.
No obstante, determinadas expectativas creadas por la sociedad que espera sobre todo
restricción y pasividad de las personas de edad avanzada, tienen efectos nocivos en
ellos (Schneider, 1970), puesto que con tales expectativas se influye desfavorablemente
en su capacidad de rendimiento, tanto en la esfera corporal como en la psíquica. Así,
muchos sujetos mayores, influenciados por tales expectativas sociales, pueden ajustar
su comportamiento a lo que la sociedad espera de ellos, y de esta forma tender a la
inactividad. Si a esto se añade que la desgana respecto al movimiento, influenciado por
el deseo de evitar esfuerzos y por el miedo a lesionarse aumenta con la edad avanzada
(Denk, 1997), también como consecuencia será cada vez mas acusada la incapacidad
para moverse. Esto es importante por cuanto la pasividad física facilita la tendencia al
asilamiento social (Lehr, 1980; Iglesias de Ussell, 2001).
Parecen existir diferencias en los tipos de actividad que mantienen hombres y
mujeres mayores. Así, en nuestro ámbito cultural, las mujeres mayores siguen
encargándose prioritariamente de las tareas de la casa como principal actividad
(IMSERSO, 1995). No obstante, este tipo de tareas pueden servir también como
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