Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...
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Variables re<strong>la</strong>cionadas <strong>con</strong> <strong>la</strong>s imágenes <strong>hacia</strong> <strong>la</strong> <strong>vejez</strong> y <strong>con</strong> <strong>la</strong> autopercepción<br />
3.3. Aspectos demográficos y psicosociales<br />
Existe una gran diversidad de elementos que se <strong>con</strong>sidera que pueden asociarse<br />
de una u otra forma al modo en que <strong>la</strong>s personas mayores son percibidas por <strong>la</strong><br />
generalidad del grupo social. Entre esa multiplicidad de elementos se van a <strong>con</strong>siderar a<br />
<strong>con</strong>tinuación los siguientes: <strong>la</strong> edad, el género, nivel de estudios, <strong>la</strong> forma de <strong>con</strong>vivencia,<br />
responsabilidades <strong>hacia</strong> otras personas, <strong>la</strong> actividad física mantenida y <strong>la</strong> participación en<br />
actividades sociales y religiosas.<br />
3.3.1. La edad<br />
En <strong>la</strong> revisión de <strong>la</strong> bibliografía realizada, hemos en<strong>con</strong>trado un acuerdo<br />
generalizado sobre el hecho de que <strong>su</strong>ele darse en los adultos mayores una percepción<br />
de <strong>la</strong> <strong>vejez</strong> diferente en función de <strong>la</strong> edad cronológica. Este aspecto es recogido en<br />
estudios gerontológicos específicos (Bazo y Maiztegui, 1999) y en encuestas efectuadas<br />
en amplios grupos de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción de adultos mayores (IMSERSO, 1991; 1995; 2002).<br />
Sin duda, existe el hecho evidente de que, <strong>con</strong>forme aumenta <strong>la</strong> edad, también lo hace<br />
<strong>la</strong> proporción de personas que se dec<strong>la</strong>ran enfermas. Así, se ha comprobado<br />
(IMSERSO, 1995) que el porcentaje de pob<strong>la</strong>ción que manifiesta tener problemas de<br />
salud pasa de ser poco más del 51%, para <strong>la</strong>s que tienen entre 60 a 64 años, al 71%<br />
para los mayores de 85 años. Al mismo tiempo, <strong>la</strong> tasa de personas necesitadas de<br />
ayuda pasa del 15% entre los menores de 70 años a casi el 60% para los que tienen<br />
más de 80 años (Defensor del Pueblo, 2000). Es interesante resaltar sin embargo que,<br />
aunque se produce un aumento objetivo de los problemas de salud en re<strong>la</strong>ción <strong>con</strong> el<br />
incremento de <strong>la</strong> edad, esto no va unido necesariamente al hecho de que <strong>la</strong> generalidad<br />
de <strong>la</strong>s personas ancianas perciban <strong>su</strong> salud como más deficitaria. Por el <strong>con</strong>trario, hay<br />
estudios que reve<strong>la</strong>n que precisamente <strong>la</strong>s personas más mayores de entre los<br />
ancianos, <strong>su</strong>elen valorar <strong>su</strong> estado de salud de forma más positiva que <strong>la</strong>s de menor<br />
edad (Unger, Johson y Marks, 1997).<br />
Hay estudios, como se ha dicho antes, que han demostrado que existen<br />
estereotipos, tanto <strong>negativos</strong> como positivos, <strong>hacia</strong> <strong>la</strong>s personas mayores (Brewer y Luy,<br />
1984; Hummert, 1990; Hummert et al., 1994; Schmith y Bo<strong>la</strong>nd, 1986). No obstante,<br />
autores como Hummert, Garstka y Shaner (1997) sostienen que los estereotipos positivos<br />
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