Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Discusión
asunción de las creencias negativas hacia la vejez (Fernández-Ballesteros, 1992;
Palmore, 1990; Ward, 1977). No obstante, hay que señalar que el nivel educativo de la
población de este estudio es sólo ligeramente más bajo del que se encontrado en una
encuesta realizada recientemente por el IMSERSO a un nivel nacional. En este
documento (IMSERSO, 2002, p. 21) se informa que “uno de cada 10 mayores son
analfabetos y que un 35’7% adicional no ha completado estudios primarios”.
De igual modo, no puede obviarse la situación sociohistórica en la que se ha
desenvuelto la infancia y la adolescencia de la población que compone este estudio,
puesto que las personas más jóvenes de la muestra nacieron durante los años de la
pasada contienda civil. Esto quiere decir que la mayor parte de esta población ha vivido
una amplia etapa de su vida, marcada por unos condicionantes sociales y culturales
deficitarios. Además, para muchos de los participantes es fácil que el bajo nivel de
estudios que presentan, derive directamente de las condiciones personales adversas
que padecieron durante su infancia. Por ello creemos que, en trabajos posteriores,
probablemente se encontrarán resultados diferentes en las variables que aparecen
ligadas al nivel educativo, puesto que éste ha de ser más elevado que el de las
generaciones de mayores que han participado en el presente estudio. Así,
presuponemos que un buen nivel educativo ha de encontrarse asociado con hábitos de
promoción de la salud, tales como mantener un grado elevado de actividad física y de
participación en actividades sociales, más allá del ámbito estrictamente familiar.
En lo que se refiere a la actividad física, se ha encontrado que el 49% de la
población del estudio no mantiene tipo alguno de actividad física orientada a promover la
propia salud. Esta variable aparece como un elemento de importancia en los resultados
de estudios como los de Stathy et al. (2002) o Unger et al. (1997), puesto que en estos
trabajos se han encontrado relaciones entre la actividad física mantenida y aspectos
motivacionales y de relación interpersonal en personas mayores. Por ejemplo, Stathy et
al. (2002) sugieren que la actividad física continuada protege a los individuos del
aislamiento social, además de favorecer la salud, mental y física. Por nuestra parte, de
los resultados encontrados en esta variable sugerimos que, para muchas personas
mayores, el realizar actividades de estas características, como por ejemplo, la práctica
de algún deporte, puede constituir actualmente un obstáculo importante, derivado de la
imagen negativa de la ancianidad que existe en la sociedad, lo cual es señalado
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