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Tempestades de acero

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Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

A la noche siguiente Kloppmann tornó a mero<strong>de</strong>ar por aquel mismo lugar. Pero el recibimiento que le<br />

hicieron consistió en abrir fuego <strong>de</strong> fusil contra él y en arrojarle granadas <strong>de</strong> mano en forma <strong>de</strong> limón, a<br />

las que dábamos el nombre <strong>de</strong> «huevos <strong>de</strong> pato»; una <strong>de</strong> ellas cayó junto a su cabeza, que tenía pegada al<br />

suelo, pero no estalló. A toda prisa hubo <strong>de</strong> poner pies en polvorosa. A la noche siguiente estábamos los<br />

dos otra vez en camino hacia el enemigo; en esta ocasión encontramos ocupada la primera línea <strong>de</strong><br />

trincheras. Espiamos a los centinelas y comprobamos los sitios en que estaban apostados. Uno <strong>de</strong> ellos<br />

silbaba suavemente una bonita melodía. Finalmente abrieron fuego contra nosotros y nos retiramos con<br />

sigilo.<br />

Cuando ya había vuelto a nuestra trinchera aparecieron en ella <strong>de</strong> pronto mis camaradas Voigt y<br />

Haverkamp. Era evi<strong>de</strong>nte que habían estado bebiendo, y se les había ocurrido la extravagante i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ir en<br />

peregrinación <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cómodo Campamento <strong>de</strong>l Tocón hasta la primera línea, para lo cual tuvieron que<br />

cruzar el oscurísimo bosque; querían «ir <strong>de</strong> patrulla», según <strong>de</strong>cían. Siempre me he atenido a la norma <strong>de</strong><br />

que cada cual es libre <strong>de</strong> arriesgar su pellejo don<strong>de</strong> quiera, así es que <strong>de</strong>jé que treparan fuera <strong>de</strong> la<br />

trinchera, aunque el enemigo seguía nervioso. La «patrulla» <strong>de</strong> aquellos hombres consistía únicamente en<br />

ir a buscar paracaídas <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> los cohetes franceses y en perseguirse mutuamente <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la<br />

alambrada enemiga agitando aquellas telas blancas. Como es natural, los franceses abrieron fuego contra<br />

ellos, pero, pasado algún tiempo, regresaron sanos y salvos. Baco les otorgó su acreditada protección.<br />

El 10 <strong>de</strong> septiembre me encaminé <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Campamento <strong>de</strong>l Tocón hasta el puesto <strong>de</strong> mando <strong>de</strong> mi<br />

regimiento, don<strong>de</strong> solicité que me dieran un permiso.<br />

—Ya he estado pensando en concedérselo —me replicó el coronel—. Pero el regimiento ha <strong>de</strong> llevar a<br />

cabo por la fuerza un reconocimiento <strong>de</strong>l territorio enemigo y <strong>de</strong>seo confiarle a usted esa operación.<br />

Escoja a los hombres aptos y entrénese con ellos en el Campamento <strong>de</strong> Sousloeuvre.<br />

La operación consistía en infiltrarnos en la frontera enemiga por dos sitios distintos e intentar capturar<br />

algunos prisioneros. La patrulla estaba subdividida en tres grupos: dos unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> choque y un<br />

<strong>de</strong>stacamento cuya misión consistía en ocupar la primera línea enemiga y cubrirnos la espalda a los<br />

integrantes <strong>de</strong> las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> choque. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la dirección <strong>de</strong>l conjunto tomé el mando <strong>de</strong> la unidad<br />

<strong>de</strong> la izquierda; el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha se lo confié al alférez von Kienitz.<br />

Cuando pedí voluntarios me llevé la sorpresa —no se olvi<strong>de</strong> que estábamos ya a finales <strong>de</strong>l año<br />

1917— <strong>de</strong> que se presentaran casi las tres cuartas partes <strong>de</strong> la tropa <strong>de</strong> todas las compañías <strong>de</strong>l batallón. A<br />

los que iban a constituir la patrulla los elegí, según mi costumbre, recorriendo las filas y seleccionando a<br />

quienes tenían «buena cara». Algunos <strong>de</strong> los que sobraron estuvieron a punto <strong>de</strong> echarse a llorar cuando<br />

los rechacé.<br />

Incluyéndome a mí, mi unidad se componía <strong>de</strong> catorce hombres; entre ellos estaban el sargento<br />

aspirante a oficial von Zglinitzky, los suboficiales Kloppmann, Mevius, Dujesiefken, y dos zapadores. Se<br />

había congregado allí la gente más loca y osada <strong>de</strong>l Segundo Batallón.<br />

Diez días estuvimos entrenándonos en el lanzamiento <strong>de</strong> granadas <strong>de</strong> mano, y en unas trincheras que<br />

eran réplica exacta <strong>de</strong> las reales ejecutamos asimismo un simulacro <strong>de</strong> la operación. Dado el celo<br />

exagerado con que actuábamos fue un milagro que antes <strong>de</strong> la operación tuviéramos únicamente tres<br />

heridos por cascos <strong>de</strong> metralla. Como, por otro lado, estuvimos libres <strong>de</strong> cualquier otro servicio, en la<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l 22 <strong>de</strong> septiembre pu<strong>de</strong> dirigirme a la segunda posición, en la que íbamos a pernoctar aquella<br />

noche, como jefe <strong>de</strong> una banda salvaje, pero manejable.<br />

A última hora <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, atravesando el oscuro bosque, acudimos Kienitz y yo al puesto <strong>de</strong> mando <strong>de</strong>l<br />

batallón; el capitán <strong>de</strong> caballería Schumacher nos había invitado a una cena <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida, o más bien a<br />

una última comida <strong>de</strong> reos con<strong>de</strong>nados a muerte. Después <strong>de</strong> cenar nos tumbamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nuestra<br />

galería para <strong>de</strong>scansar aún unas cuantas horas. El saber que a la mañana siguiente ha <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r uno<br />

una caminata a vida o muerte provoca sensaciones extrañas; antes <strong>de</strong> dormirse escudriña uno durante<br />

algún tiempo en su interior y pone en regla sus asuntos.<br />

A las tres <strong>de</strong> la madrugada nos <strong>de</strong>spertaron; nos levantamos, nos lavamos y or<strong>de</strong>namos que nos<br />

preparasen el <strong>de</strong>sayuno. Enseguida tuve un serio disgusto, que me encolerizó; mi or<strong>de</strong>nanza había puesto<br />

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