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Tempestades de acero

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Ernst Jünger El bosquecillo 125<br />

por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellos ha <strong>de</strong>rribado los talu<strong>de</strong>s, alzando con la tierra caída una especie <strong>de</strong> bastión. Algunos<br />

tiradores instalados en los embudos <strong>de</strong>l terreno circundante forman a <strong>de</strong>recha y a izquierda una<br />

prolongación <strong>de</strong> esta cabecera <strong>de</strong> resistencia. Una galería subterránea que queda algunos pasos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

la barricada, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual se ha fortificado la parte <strong>de</strong> la tropa que no está <strong>de</strong> guardia, constituye un<br />

importante punto <strong>de</strong> apoyo <strong>de</strong> esta inteligente organización. Delante <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong> la galería se alza una<br />

pila <strong>de</strong> granadas <strong>de</strong> mano; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí se proporciona munición nueva a los combatientes. Este pequeño<br />

islote está, pues, bien asegurado; se apoya en un individuo <strong>de</strong>cidido, como ocurre siempre en estos casos.<br />

Es un sargento joven, que está <strong>de</strong> pie a la entrada <strong>de</strong> la galería. Hace años que lo conozco; se hallaba a mi<br />

lado en el momento en que recibió un balazo en un pierna, cuando en Flan<strong>de</strong>s avanzábamos hacia las<br />

ruinas <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Langemarck. Me alegra que haya sobrevivido a esa herida. También aquí ha<br />

<strong>de</strong>mostrado ser un digno adversario <strong>de</strong>l oficial inglés que yace en el suelo a nuestras espaldas, en el cruce<br />

<strong>de</strong> la trinchera.<br />

Nos vemos forzados a saludarnos en voz baja; aunque, realmente, en este paisaje se extingue por sí<br />

misma cualquier palabra <strong>de</strong>spreocupada dicha en voz alta. Una segunda barricada cierra la trinchera a<br />

pocos pasos <strong>de</strong> don<strong>de</strong> nos encontramos; también <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ella hay al acecho hombres armados. Tan cerca<br />

se hallan unos <strong>de</strong> otros los combatientes <strong>de</strong> ambos bandos que cualquier <strong>de</strong>scuido pue<strong>de</strong> tener<br />

consecuencias fatales. El sargento y yo regresamos hasta el cruce, don<strong>de</strong> están parados los portadores <strong>de</strong><br />

las cajas <strong>de</strong> munición, y les indicamos el sitio en que han <strong>de</strong> <strong>de</strong>scargarlas.<br />

Me entero <strong>de</strong> que Vorbeck y Kastner cayeron ya en el lugar don<strong>de</strong> el Camino <strong>de</strong> Puisieux <strong>de</strong>ja el<br />

Bosquecillo; ambos murieron <strong>de</strong> un tiro en la cabeza disparado por un fusil <strong>de</strong> infantería. Me viene a la<br />

memoria el «¡ Hasta la vista! » que hoy por la mañana me gritaron en el Bosquecillo cuando me iba;<br />

pregunto dón<strong>de</strong> están los cadáveres y me dicen que han quedado en manos <strong>de</strong>l enemigo. Uno se ve<br />

invadido y atormentado por un sentimiento <strong>de</strong> extrañeza al tener que imaginarse borrado y extinguido a<br />

un ser humano al que muy poco tiempo antes ha conocido en plena posesión <strong>de</strong> sus fuerzas. Resulta<br />

imposible creerlo, y una y otra vez se sorpren<strong>de</strong> uno a sí mismo imaginándoselo vivo todavía. Uno tiene<br />

la sensación <strong>de</strong> que falta algo, <strong>de</strong> que se ha perdido alguna cosa que forma parte <strong>de</strong> la personalidad<br />

propia. Las palabras «como si fuera un trozo <strong>de</strong> mí mismo» son las que mejor expresan ese sentimiento.<br />

—¿Cree usted —pregunto al sargento— que podrá seguir resistiendo aquí?<br />

—Mi alférez —me respon<strong>de</strong>—, no dispongo más que <strong>de</strong> doce hombres, pero puedo confiar en ellos;<br />

son excelentes soldados. Hoy por la noche se podrá resistir, ya que los Tommys no están aún bien<br />

orientados en este terreno, pero mañana por la mañana...<br />

Sí, mañana por la mañana, si no llegan refuerzos, la situación pue<strong>de</strong> llegar a ser crítica. Y, por lo que<br />

parece, estamos enteramente solos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esta oscura ratonera. Nos inva<strong>de</strong> una angustiosa sensación <strong>de</strong><br />

abandono, que nos sube cuerpo arriba hasta llegar al cuello y estrangularnos. Como si no quisiera que nos<br />

oyese el oficial inglés que está tendido a nuestros pies, le susurro a mi interlocutor:<br />

—¿Ha establecido contacto con los flancos? ¿En qué situación se hallan esos contactos?<br />

Me respon<strong>de</strong>, también con un susurro:<br />

—En el Camino <strong>de</strong> Puisieux queda todavía un pelotón <strong>de</strong> nuestra compañía. Pero entre él y nosotros<br />

hay por lo menos quinientos pasos <strong>de</strong> terreno que no están <strong>de</strong>fendidos por nadie. Hacia la izquierda he<br />

enviado hace una hora a un hombre, que no ha regresado. Creo que en ese flanco no queda ya nadie.<br />

¿Hacia la izquierda? ¡Pero si en ese lado está precisamente el Camino <strong>de</strong> Elbing! ¡Buena pue<strong>de</strong><br />

armarse esta noche! Un confuso sentimiento <strong>de</strong> esperanza me hace preguntar todavía:<br />

—¿Que no ha regresado? ¿Es que acaso habrá seguido caminando hasta llegar a la cocina <strong>de</strong> campaña?<br />

—No, no, eso está excluido. Era el enlace <strong>de</strong> combate <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> las tropas combatientes. Uno <strong>de</strong><br />

nuestros mejores hombres.<br />

Vaya, vaya. Uno <strong>de</strong> nuestros mejores hombres. ¿Muy cerca <strong>de</strong> aquí, en el Camino <strong>de</strong> Elbing, que<br />

forma el cuarto brazo <strong>de</strong> este cruce y que se abre como un portal oscuro y amenazador? ¿No ha<br />

regresado? Todo esto sugiere, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que no necesariamente regresan todos los que ahí <strong>de</strong>ntro se<br />

pier<strong>de</strong>n. Ya ha oscurecido <strong>de</strong>l todo. ¿Qué dice la or<strong>de</strong>n que nos dieron? Dirigirse hasta el Camino <strong>de</strong><br />

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