11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

una exageradísima cantidad <strong>de</strong> sal en los huevos fritos, que yo <strong>de</strong>seaba tomar para cobrar fuerzas y para<br />

festejar aquella jornada.<br />

Apartamos a un lado los platos y por centésima vez repasamos todos los pormenores que podían<br />

salirnos al paso. Mientras lo hacíamos nos alargábamos mutuamente vasos llenos <strong>de</strong> Cherry-Brandy y<br />

Kienitz contaba algunos chistes viejísimos. A las cinco menos veinte reunimos a los hombres y los<br />

condujimos hasta los fortines construidos en la primera línea. Ya se habían abierto, con tijeras, brechas en<br />

las alambradas, y unas flechas largas, espolvoreadas <strong>de</strong> cal, apuntaban como las manecillas <strong>de</strong> un reloj<br />

hacia los puntos que íbamos a atacar. Nos separamos con un apretón <strong>de</strong> manos y nos dispusimos a esperar<br />

lo que viniera.<br />

Me había puesto encima una indumentaria <strong>de</strong> trabajo en consonancia con la tarea que íbamos a<br />

ejecutar; en el pecho, dos sacos terreros, cada uno <strong>de</strong> los cuales contenía cuatro granadas <strong>de</strong> mango, las <strong>de</strong><br />

la izquierda con espoleta <strong>de</strong> percusión y las <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha con espoleta <strong>de</strong> mecha; en el bolsillo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong><br />

la guerrera, una pistola <strong>de</strong>l 09 sujeta a un largo cordón; en el bolsillo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l pantalón, una pequeña<br />

pistola Mauser; en el bolsillo izquierdo <strong>de</strong> la guerrera, cinco granadas <strong>de</strong> mano ovoi<strong>de</strong>s; en el bolsillo<br />

izquierdo <strong>de</strong>l pantalón, una brújula luminosa y un silbato; en el cinturón, un portacarabina para cebar las<br />

granadas <strong>de</strong> mano, un puñal y una cizalla. En el bolsillo interior <strong>de</strong> la guerrera metí una cartera llena <strong>de</strong><br />

papeles y la dirección <strong>de</strong> mi familia; en el bolsillo trasero <strong>de</strong>l pantalón, una botella plana <strong>de</strong> Cherry-<br />

Brandy. Nos habíamos <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> las hombreras, así como <strong>de</strong>l brazalete con la inscripción «Gibraltar»,<br />

para no proporcionar al adversario ninguna información sobre la unidad a la que pertenecíamos. Para<br />

reconocernos llevábamos brazaletes blancos en las mangas <strong>de</strong> la guerrera.<br />

A las cinco menos cuatro minutos se inició un fuego <strong>de</strong> diversión en la división que quedaba a nuestra<br />

izquierda. A las cinco en punto se inflamó el cielo a nuestras espaldas y con gran estruendo empezaron<br />

los proyectiles a trazar sus curvas trayectorias por encima <strong>de</strong> nuestras cabezas. Yo estaba con Kloppmann<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> una galería y fumaba un último puro; pero pronto nos vimos obligados a ponernos a cubierto,<br />

pues numerosos disparos se quedaban <strong>de</strong>masiado cortos. Teníamos el reloj en la mano y contábamos uno<br />

a uno los minutos.<br />

A las cinco y cinco en punto salimos <strong>de</strong> la galería y atravesamos nuestras propias alambradas por los<br />

pasillos preparados <strong>de</strong> antemano. Yo iba corriendo <strong>de</strong>lante; en la mano alzada llevaba una granada <strong>de</strong><br />

mano. Vi cómo también la patrulla <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha se lanzaba al asalto con las primeras luces <strong>de</strong>l amanecer.<br />

La alambrada enemiga era débil; <strong>de</strong> dos zancadas la crucé, pero tropecé en un alambre que estaba tendido<br />

<strong>de</strong>trás y caí en un embudo; <strong>de</strong> él me sacaron Kloppmann y Mevius.<br />

—¡A<strong>de</strong>ntro!<br />

Saltamos al interior <strong>de</strong> la primera trinchera enemiga, pero no topamos con ninguna resistencia; a<br />

nuestra <strong>de</strong>recha se iniciaba entretanto una ruidosa pelea con granadas <strong>de</strong> mano. No nos preocupamos <strong>de</strong><br />

aquello y saltamos una barrera <strong>de</strong> sacos terreros; luego nos agachamos y <strong>de</strong>saparecimos en los embudos,<br />

para reaparecer junto a una serie <strong>de</strong> caballos <strong>de</strong> Frisia colocados <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la segunda línea. También<br />

ésta se encontraba vacía; como no había ninguna esperanza <strong>de</strong> hacer allí prisioneros, seguimos avanzando<br />

<strong>de</strong>prisa, sin <strong>de</strong>tenernos, por un ramal <strong>de</strong> aproximación lleno <strong>de</strong> obstáculos. Envié por <strong>de</strong>lante a los<br />

zapadores para que limpiasen aquello; el ritmo con que trabajaban no me bastaba, así es que yo mismo me<br />

puse a la cabeza. No teníamos tiempo que per<strong>de</strong>r en fuegos artificiales.<br />

Al <strong>de</strong>sembocar en la tercera línea hicimos un <strong>de</strong>scubrimiento que nos <strong>de</strong>jó sin aliento: una colilla<br />

encendida tirada en el suelo nos indicó que el enemigo tenía que hallarse muy cerca. Hice una señal a mis<br />

hombres, agarré fuertemente la granada que llevaba en la mano y avancé con sigilo por la trinchera, que<br />

estaba muy bien construida; en los talu<strong>de</strong>s se apoyaban numerosos fusiles abandonados. En situaciones<br />

cómo éstas la memoria retiene los <strong>de</strong>talles más nimios. Así, en aquel lugar se me quedó grabada, como en<br />

un sueño, la imagen <strong>de</strong> un plato <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cual había una cuchara. Esta observación iba a salvarme la<br />

vida veinte minutos más tar<strong>de</strong>.<br />

De repente se esfumaron <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros unas figuras que parecían sombras. Echamos a correr tras<br />

ellas y fuimos a parar a una zanja sin salida; en el talud <strong>de</strong> aquella zanja se abría la entrada <strong>de</strong> una galería.<br />

Me aposté <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella y grité:<br />

110 110

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!