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Tempestades de acero

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Ernst Jünger El bosquecillo 125<br />

entretanto el recuento <strong>de</strong> la munición <strong>de</strong> reserva.<br />

Mientras nos hallamos aún comentando algunos <strong>de</strong>talles aparecen los tres enlaces <strong>de</strong> las secciones y<br />

nos alargan unas papeletas; en ellas está escrito que el sector ha sido entregado y recibido <strong>de</strong> acuerdo con<br />

lo que or<strong>de</strong>na el reglamento. A una <strong>de</strong> las papeletas le han sido añadidas estas palabras: «Dos hombres<br />

heridos levemente durante el relevo». Así, pues, el pequeño ataque artillero <strong>de</strong> antes nos ha ocasionado<br />

algunos arañazos. Ahora po<strong>de</strong>mos escribir también nosotros una papeleta similar y reexpedirla al<br />

batallón, tras haber puesto en ella dos firmas.<br />

Hemos acabado; mi pre<strong>de</strong>cesor me <strong>de</strong>sea unos días tranquilos y se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>. Al llegar arriba se vuelve y<br />

me habla <strong>de</strong> una barricada transversal que ha empezado a construir. Conozco lo que son esos sentimientos<br />

con respecto a una posición a la que, a pesar <strong>de</strong> todo, queremos; es mucho lo que en ella hemos trabajado<br />

y hemos estudiado tan a fondo sus posibilida<strong>de</strong>s que casi hemos llegado a familiarizarnos con ella como<br />

si fuera un ser vivo. Estos sentimientos eran aún más pronunciados en otros tiempos, antes <strong>de</strong> la Batalla<br />

<strong>de</strong>l Somme, cuando todavía habitábamos trincheras enormes, unas trincheras que habíamos excavado<br />

durante largos meses, que luego habíamos reforzado con hormigón armado, y que, por fin, habíamos<br />

completado con pasillos subterráneos <strong>de</strong> comunicación.<br />

Por fin estoy solo. Enciendo un cigarrillo y subo otra vez para echar un vistazo al paisaje nocturno. La<br />

luna se ha ocultado; oscura y silenciosa se extien<strong>de</strong> a mi alre<strong>de</strong>dor la superficie <strong>de</strong> la que acabo <strong>de</strong><br />

hacerme responsable mediante una simple firma, un terreno <strong>de</strong> mil pasos <strong>de</strong> largo por quinientos <strong>de</strong><br />

ancho. Hay en él una maraña <strong>de</strong> cavernas y zanjas <strong>de</strong> comunicación don<strong>de</strong> en este momento acechan<br />

ciento cincuenta hombres armados; la mera presión <strong>de</strong> un <strong>de</strong>do pue<strong>de</strong> hacer que <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> este terreno<br />

surja una cortina <strong>de</strong> llamas.<br />

Este pedazo <strong>de</strong> tierra, que en cualquier momento pue<strong>de</strong> transformarse en un cráter ardiente, es el<br />

campo que ahora nos toca labrar a nosotros y en el que tal vez que<strong>de</strong>mos enterrados como semillas.<br />

Detrás, hacia el este, queda la patria; su voluntad <strong>de</strong> vivir se encarna en nuestra voluntad <strong>de</strong> morir.<br />

Delante, en los lugares a que apuntan los cañones <strong>de</strong> nuestras piezas <strong>de</strong> artillería, se encuentra el enemigo,<br />

iluminado por un movedizo resplandor. Vigilada por innumerables ojos, la tierra <strong>de</strong> nadie es como el fiel<br />

<strong>de</strong> la balanza que separa estos dos pesos enormes.<br />

Todo está tranquilo. En la parte <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante se alza a veces, con un siseo, una bengala que traza líneas<br />

sinuosas — es el oficial <strong>de</strong> servicio en la trinchera, que quiere reconocer el terreno. Puedo acostarme un<br />

par <strong>de</strong> horas; cerca <strong>de</strong> mi abrigo se halla <strong>de</strong> pie un centinela que, a la menor señal <strong>de</strong> inquietud, dará la<br />

voz <strong>de</strong> alarma. Para estar bien seguro le pregunto una vez más por las señales <strong>de</strong> tiro <strong>de</strong> barrera, <strong>de</strong>l <strong>de</strong><br />

exterminio y también <strong>de</strong>l <strong>de</strong> ataque <strong>de</strong> gas; luego vuelvo a bajar al abrigo, al que Schüd<strong>de</strong>kopf ha<br />

proporcionado entretanto un poco <strong>de</strong> comodidad, me tumbo en el camastro y me cubro la cabeza con la<br />

manta.<br />

Primera línea<br />

La primera mañana que aquí he pasado la he <strong>de</strong>dicado a examinar con todo <strong>de</strong>talle la posición; así<br />

podré orientarme en ella sin el menor titubeo, lo mismo <strong>de</strong> día que <strong>de</strong> noche, tanto si llueve como si nos<br />

bombar<strong>de</strong>an.<br />

El sector <strong>de</strong>fendido por nosotros es el A; constituye, por tanto, el ala <strong>de</strong>recha <strong>de</strong> la posición<br />

encomendada a nuestro regimiento. Delante <strong>de</strong> nuestro sector se extien<strong>de</strong> un terreno que ascien<strong>de</strong> con<br />

suavidad y en el que resaltan vagamente los pliegues <strong>de</strong> color par do claro formados por las trincheras<br />

inglesas; al fondo hay una vasta zona boscosa. Por la <strong>de</strong>recha nuestro sector enlaza con el regimiento<br />

vecino por medio <strong>de</strong> un tramo <strong>de</strong> trinchera <strong>de</strong>shabitado; por la izquierda confina con el sector <strong>de</strong> nuestro<br />

batallón ocupado por la compañía siguiente. A los dos jefes <strong>de</strong> compañía <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>recha y <strong>de</strong> mi izquierda<br />

he ido a hacerles una visita. Varias trincheras <strong>de</strong> comunicación, anchas y semi<strong>de</strong>rruidas, conducen hacia<br />

atrás hasta la línea principal <strong>de</strong> resistencia. Mas lejos todavía queda la al<strong>de</strong>a que ayer noche atravesamos,<br />

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