11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

hallaban empapadas <strong>de</strong> sangre y en sus pálidos rostros brillaba la excitación <strong>de</strong> la lucha. Arriba, a lo largo<br />

<strong>de</strong>l bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la trinchera, los enfermeros arrastraban apresuradamente hacia atrás camillas y más camillas.<br />

Ante nosotros se alzó el presentimiento <strong>de</strong> una hora difícil.<br />

—¡Cuidado, camaradas, mi brazo, mi brazo!<br />

—¡Vamos, vamos, hombre; mantén el contacto!<br />

Reconocí el alférez Sandvoss; iba corriendo a lo largo <strong>de</strong> la trinchera, con el espíritu ausente y los ojos<br />

<strong>de</strong>sencajados. Una larga venda que llevaba enrollada al cuello le daba un extraño aspecto <strong>de</strong> <strong>de</strong>samparo;<br />

eso fue sin duda lo que hizo que en aquel momento me recordase a un pato. Yo veía todo aquello como si<br />

estuviera soñando uno <strong>de</strong> esos sueños en que lo angustioso aparece bajo la máscara <strong>de</strong> lo ridículo.<br />

Inmediatamente <strong>de</strong>spués pasamos corriendo junto al coronel von Oppen; tenía metida una <strong>de</strong> sus manos<br />

en el bolsillo <strong>de</strong> la guerrera y estaba dando instrucciones a su ayudante. Sus palabras me atravesaron la<br />

cabeza como una bala:<br />

—Vaya, vaya, parece que esto está empezando a animarse.<br />

La trinchera terminaba en un bosquecillo. Allí nos paramos in<strong>de</strong>cisos bajo unas corpulentas hayas. De<br />

entre las espesuras <strong>de</strong>l monte bajo surgió el jefe <strong>de</strong> nuestra sección, un alférez, y le gritó al suboficial más<br />

antiguo:<br />

—Or<strong>de</strong>ne a los hombres que se <strong>de</strong>splieguen en dirección al sol poniente y que tomen posición.<br />

Envíeme los informes al abrigo que está junto al claro <strong>de</strong>l bosque.<br />

Lanzando maldiciones, el suboficial tomó el mando.<br />

Nos <strong>de</strong>splegamos; llenos <strong>de</strong> ansiedad nos tendimos en una línea <strong>de</strong> hoyos poco profundos que sin duda<br />

habían cavado quienes nos habían precedido. Intercambiábamos palabras jocosas; las cortó un aullido que<br />

nos penetró hasta las entrañas. A unos veinte metros <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> nosotros giraban en el aire terrones <strong>de</strong><br />

tierra que salían <strong>de</strong> una nube blanca; al llegar a lo alto se estrellaban contra las ramas. Varias veces rodó<br />

el eco a través <strong>de</strong>l bosque. Los ojos angustiados se miraron fijamente unos a otros; los cuerpos se pegaron<br />

al suelo, bajo la aplastante sensación <strong>de</strong> una impotencia total. Un disparo seguía a otro disparo. Entre los<br />

matorrales <strong>de</strong>l monte bajo flotaban gases asfixiantes, un humo espeso ocultaba las copas <strong>de</strong> los árboles,<br />

ramas sueltas y árboles enteros caían al suelo con estrépito, se oían gritos. De un salto nos pusimos en pie<br />

y echamos a correr a ciegas, acosados por los relámpagos y por la presión <strong>de</strong>l aire, que nos aturdía. De<br />

este modo íbamos corriendo <strong>de</strong> árbol en árbol, buscando ponernos a cubierto, o dábamos vueltas<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> troncos gigantescos, cual si fuéramos piezas <strong>de</strong> caza perseguidas. Muchos corrían hacia un<br />

abrigo, también yo me dirigía hacia allá; una granada dio <strong>de</strong> lleno en él y lanzó por los aires su techumbre<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, <strong>de</strong> modo que los pesados leños giraban en lo alto.<br />

Junto con el suboficial iba yo dando saltos, ja<strong>de</strong>ante, en torno al tronco <strong>de</strong> una robusta haya; parecía<br />

una ardilla a la que alguien apedrease. Corría mecánicamente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mi superior, mantenido en vilo por<br />

impactos siempre nuevos; <strong>de</strong> vez en cuando el suboficial se volvía hacia mí, me miraba fijamente con<br />

ojos fieros, y gritaba:<br />

—¿Pero qué clase <strong>de</strong> artefactos son éstos? ¿Pero qué clase <strong>de</strong> artefactos son éstos?<br />

Un relámpago brilló <strong>de</strong> repente en las alargadas raíces <strong>de</strong> aquella haya y un golpe contra mi muslo<br />

izquierdo me tiró al suelo. Creí que había sido alcanzado por un terrón <strong>de</strong> tierra; pronto el calor <strong>de</strong> la<br />

sangre que fluía en abundancia me hizo ver que estaba herido. Más tar<strong>de</strong> se pudo comprobar que un<br />

afiladísimo fragmento <strong>de</strong> metralla me había producido una herida en la carne, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que mi<br />

portamonedas hubiera amortiguado su virulencia. Su aguzado filo, parecido al <strong>de</strong> una hojilla <strong>de</strong> afeitar,<br />

había traspasado no menos <strong>de</strong> nueve capas <strong>de</strong> rudo cuero antes <strong>de</strong> dañar el músculo.<br />

Tiré la mochila y corrí hacia la trinchera <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habíamos venido. Des<strong>de</strong> todas la partes <strong>de</strong>l bosque<br />

bombar<strong>de</strong>ado afluían concéntricamente hacia aquel mismo sitio los heridos. Moribundos y heridos graves<br />

obstruían el paso; caminar por allí era algo horrible. Una figura humana que estaba <strong>de</strong>snuda hasta medio<br />

cuerpo y que tenía <strong>de</strong>sgarrada la espalda se apoyaba en el talud <strong>de</strong> la trinchera. Otro hombre lanzaba <strong>de</strong><br />

continuo unos gritos estri<strong>de</strong>ntes, estremecedores; <strong>de</strong> su nuca colgaba un jirón <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> forma<br />

21

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!