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Tempestades de acero

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Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

Muy cerca <strong>de</strong> Beugny nos <strong>de</strong>scargaron <strong>de</strong> los camiones, luego nos condujeron hasta los lugares <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

que íbamos a partir para el asalto. Nuestro batallón ocupaba un camino en hondonada situado junto a la<br />

carretera BeugnyVaux. Antes <strong>de</strong>l mediodía llegó un enlace que me trajo la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que mi compañía se<br />

a<strong>de</strong>lantase hasta situarse junto a la carretera Frémicourt-Vaux. Este avance escalonado me hizo<br />

compren<strong>de</strong>r que nos aguardaban sangrientos sucesos antes <strong>de</strong> que acabase el día.<br />

Aquel terreno estaba siendo bombar<strong>de</strong>ado y ametrallado por aviones que volaban en círculo por<br />

encima <strong>de</strong> nosotros y por ello hice que mis tres secciones lo atravesaran en hilera, moviéndose en zigzag.<br />

Una vez que llegamos a la meta nos distribuimos en embudos y agujeros, pues hasta la parte <strong>de</strong> acá <strong>de</strong> la<br />

carretera llegaban, aunque <strong>de</strong> manera aislada, las granadas lanzadas por el enemigo.<br />

Me sentía tan mal aquel día que inmediatamente me tendí en una pequeña zanja y me quedé dormido.<br />

Al <strong>de</strong>spertarme me puse a leer el ejemplar <strong>de</strong> Tristram Shandy que llevaba en mi guardamapas; así pasé la<br />

tar<strong>de</strong>, tumbado al sol, que me calentaba con sus rayos, en ese estado <strong>de</strong> indiferencia propio <strong>de</strong> los<br />

enfermos.<br />

A las seis y cuarto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> llegó un enlace; nos convocaba a los jefes <strong>de</strong> compañía a una reunión<br />

con el capitán von Weyhe.<br />

—Tengo que darles una grave noticia, y es que atacamos. Habrá una preparación artillera <strong>de</strong> media<br />

hora y a las siete nuestro batallón se lanzará al ataque. Partirá <strong>de</strong> la lin<strong>de</strong> occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> Favreuil; el punto<br />

<strong>de</strong> dirección <strong>de</strong> la marcha es el campanario <strong>de</strong> Sapignies.<br />

Hicimos algunos comentarios acerca <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n y tras un enérgico apretón <strong>de</strong> manos salimos <strong>de</strong>prisa<br />

hacia don<strong>de</strong> se hallaban nuestras compañías; el fuego comenzaría diez minutos más tar<strong>de</strong> y aún teníamos<br />

que recorrer a pie un largo trayecto. Informé a mis jefes <strong>de</strong> sección <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n recibida y mandé que la<br />

compañía formase.<br />

—Los pelotones, en columna <strong>de</strong> a uno, separados por una distancia <strong>de</strong> veinte metros. Dirección <strong>de</strong> la<br />

marcha, hacia la izquierda, oblicuamente, las copas <strong>de</strong> los árboles <strong>de</strong> Favreuil.<br />

Una buena señal <strong>de</strong>l espíritu que aún seguía vivo entre nosotros fue que me vi obligado a <strong>de</strong>cidir quién<br />

se quedaría atrás para informar a la cocina <strong>de</strong> campaña sobre el lugar en que estaríamos. Nadie se ofreció<br />

voluntario.<br />

Iba caminando muy por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mi compañía; me acompañaban mis or<strong>de</strong>nanzas y el sargento<br />

Reinecke, que conocía bien aquella zona. De <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los setos y las ruinas saltaban los disparos <strong>de</strong><br />

nuestros cañones. Su fuego se asemejaba más a un ladrido furioso que a una marea exterminadora.<br />

Cuando miraba hacia atrás veía a mis pelotones avanzar en un or<strong>de</strong>n impecable. Junto a ellos se alzaban<br />

las pequeñas nubes <strong>de</strong> polvo producidas por los proyectiles lanzados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los aviones. Ráfagas <strong>de</strong> balas,<br />

vainas <strong>de</strong> granadas y aletas <strong>de</strong> shrapnels atravesaban con un bufido infernal los espacios vacíos que entre<br />

las menguadas hileras <strong>de</strong> mis hombres quedaban. A la <strong>de</strong>recha se hallaba Beugnâtre, que estaba siendo<br />

bombar<strong>de</strong>ado con dureza; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí llegaban pesadamente hasta nosotros con un gruñido trozos <strong>de</strong>ntados<br />

<strong>de</strong> hierro que, tras una breve <strong>de</strong>tonación, quedaban aplastados en el suelo legamoso.<br />

Más <strong>de</strong>sagradable todavía fue el avance <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la carretera Beugnâtre-Bapaume. Varias granadas <strong>de</strong><br />

efecto explosivo estallaron <strong>de</strong> repente <strong>de</strong>lante, <strong>de</strong>trás y en medio <strong>de</strong> nosotros. Nos dispersamos y nos<br />

arrojamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los embudos. Yo caí <strong>de</strong> rodillas encima <strong>de</strong>l «producto <strong>de</strong>l miedo» <strong>de</strong>jado allí por<br />

alguien que me había precedido; a toda prisa hice que mi or<strong>de</strong>nanza me limpiase burdamente los<br />

pantalones con un cuchillo.<br />

Las nubes producidas por las numerosas explosiones <strong>de</strong> las granadas se aglomeraban ya en las afueras<br />

<strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Favreuil; en medio <strong>de</strong> aquellas nubes subían y bajaban en rápida alternancia columnas <strong>de</strong><br />

tierra <strong>de</strong> color pardo. Me a<strong>de</strong>lanté hasta las primeras ruinas con el fin <strong>de</strong> escoger una posición y luego,<br />

con mi bastón <strong>de</strong> paseo, hice señales a los hombres para que me siguieran.<br />

Aquella al<strong>de</strong>a estaba ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> barracones <strong>de</strong>struidos por los disparos; <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellos se fueron<br />

reuniendo algunos contingentes <strong>de</strong> los batallones primero y segundo. Una ametralladora enemiga nos<br />

causó algunas víctimas durante el último trecho <strong>de</strong>l camino. Des<strong>de</strong> mi puesto observaba el fino cordón <strong>de</strong><br />

nubecitas <strong>de</strong> polvo que las balas levantaban; <strong>de</strong> vez en cuando quedaba prendido en aquel cordón, como<br />

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