11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

El día 24 <strong>de</strong> julio me dirigí, con el fin <strong>de</strong> realizar un reconocimiento, al nuevo Sector C <strong>de</strong> la línea<br />

principal <strong>de</strong> resistencia, pues iba a hacerme cargo <strong>de</strong> él al día siguiente. Pedí al jefe <strong>de</strong> la compañía, el<br />

alférez Gipkens, que me enseñase la barricada levantada por el enemigo en la Trinchera <strong>de</strong>l Seto; era una<br />

barricada notable, pues consistía en un tanque que había quedado allí inmovilizado por el fuego y que<br />

estaba metido en la posición como un fortín <strong>de</strong> <strong>acero</strong>. Para po<strong>de</strong>r observar los <strong>de</strong>talles nos sentamos en<br />

una pequeña banqueta excavada en el través. Cuando nos hallábamos en plena conversación noté que<br />

alguien me agarraba <strong>de</strong> pronto y me empujaba violentamente hacia un lado. Un instante <strong>de</strong>spués se<br />

estrelló un proyectil contra la arena <strong>de</strong>l sitio en que yo había estado sentado. Un azar feliz había hecho<br />

que Gipkens observase cómo alguien sacaba lentamente un fusil por una aspillera <strong>de</strong> la barricada<br />

enemiga, que quedaba a unos cuarenta pasos <strong>de</strong> nosotros; sus penetrantes ojos <strong>de</strong> pintor me habían<br />

salvado la vida, pues a aquella distancia habría hecho blanco en mí incluso un asno. Sin darnos bien<br />

cuenta <strong>de</strong> lo que hacíamos nos habíamos sentado en el espacio muerto situado entre las dos barricadas;<br />

ello permitía que el centinela inglés pudiera vernos igual que si nos hubiéramos sentado a una mesa<br />

enfrente <strong>de</strong> él. Gipkens había actuado con rapi<strong>de</strong>z y eficacia. Más tar<strong>de</strong>, cuando volví a pensar en aquello,<br />

me pregunté si yo no habría quedado acaso paralizado un instante por la visión <strong>de</strong>l fusil. Me contaron que<br />

en aquel mismo lugar <strong>de</strong> apariencia tan inocente habían muerto ya tres hombres <strong>de</strong> la Novena Compañía,<br />

todos ellos <strong>de</strong> un tiro en la cabeza; aquel sitio era ciertamente funesto.<br />

Aquella tar<strong>de</strong> me encontraba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi abrigo sentado cómodamente a mi mesa, leyendo y tomando<br />

café, cuando me empujó a salir <strong>de</strong> él un tiroteo no especialmente violento. Vi que <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante<br />

iba ascendiendo en sucesión monótona, como las perlas <strong>de</strong> un collar, señales <strong>de</strong> petición <strong>de</strong> fuego <strong>de</strong><br />

barrera. Algunos heridos que volvían renqueando contaban que en los Sectores B y C los ingleses habían<br />

penetrado en la línea principal <strong>de</strong> resistencia y que en el Sector A lo habían hecho en el terreno situado<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nuestra primera línea. Inmediatamente <strong>de</strong>spués llegó la funesta noticia <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> los<br />

alféreces Vorbeck y Grieshaber; habían caído <strong>de</strong>fendiendo sus sectores. El alférez Kastner, por su parte,<br />

estaba herido <strong>de</strong> gravedad. Pocos días antes le había rozado un tiro extraño, que no le produjo ninguna<br />

otra herida, pero sí le rebanó una tetilla; parecía cortada con un cuchillo afilado. A las ocho también llegó<br />

a mi abrigo Sprenger, que mandaba interinamente la Quinta Compañía; tenía clavado en la espalda un<br />

casco <strong>de</strong> metralla. Allí recobró fuerzas echando una «mirada a los tubos» o al «telescopio», es <strong>de</strong>cir,<br />

bebiendo un largo trago <strong>de</strong> una botella; luego se encaminó hacia el puesto <strong>de</strong> socorro al tiempo que<br />

pronunciaba esta cita:<br />

—¡Atrás, atrás, don Rodrigo!<br />

Le seguía su amigo Domeyer, que sangraba <strong>de</strong> una mano. Este se <strong>de</strong>spidió soltando una cita bastante<br />

más breve. *<br />

A la mañana siguiente ocupamos el Sector C, que había sido entretanto limpiado <strong>de</strong> enemigos. Allí<br />

encontré a unos cuantos zapadores, y también a Boje y a Kius con una parte <strong>de</strong> la Segunda Compañía, y a<br />

Gipkens con lo que quedaba <strong>de</strong> la novena. Dentro <strong>de</strong> la trinchera yacían muertos en el suelo ocho<br />

alemanes y dos ingleses; en el escudo que éstos llevaban en la gorra ponía «SouthAfrica — Otago-<br />

Rifles». Las granadas <strong>de</strong> mano habían <strong>de</strong>jado a todos ellos en un estado lastimoso. Sus rostros<br />

<strong>de</strong>sfigurados mostraban lesiones atroces.<br />

Or<strong>de</strong>né ocupar la barricada y limpiar la trinchera. A las once y cuarenta y cinco inició nuestra artillería<br />

un fuego salvaje contra las posiciones enemigas situadas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros; recibimos, sin embargo,<br />

más granadas que los propios ingleses. La <strong>de</strong>sgracia no se hizo esperar mucho tiempo. El grito <strong>de</strong><br />

«¡Camilleros!» llegó volando <strong>de</strong> la izquierda a través <strong>de</strong> la trinchera. Me apresuré a acudir a aquel lugar y<br />

encontré <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la barricada <strong>de</strong> la Trinchera <strong>de</strong>l Seto los restos informes <strong>de</strong> mi mejor jefe <strong>de</strong> sección.<br />

Un proyectil disparado por nuestra propia artillería le había dado <strong>de</strong> lleno en los riñones. Por encima <strong>de</strong><br />

* «Rückwürts, rückwürts, Don Rodrigo!» [¡Atrás, atrás, don Rodrigo!] es un conocido verso <strong>de</strong> Her<strong>de</strong>r, que aparece en uno<br />

<strong>de</strong> sus «romances» <strong>de</strong> tema español. La «otra» cita, «bastante más breve», que Jünger no explicita, es probablemente la<br />

respuesta dada por Götz von Berlichingen -en la versión primitiva <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> ese mismo título <strong>de</strong> Goethe -- al trompetero <strong>de</strong>l<br />

ejército real, para que la transmita a su capitán: «im Arsch lecken» que me lama el culo]. (N. <strong>de</strong>l T.)<br />

156 156

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!