11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Ernst Jünger El bosquecillo 125<br />

En el momento en que, más tar<strong>de</strong>, llegaba al abrigo, <strong>de</strong>l que no me separaban más que unos cuantos<br />

pasos, vi que en medio <strong>de</strong> la carretera yacía alguien con los brazos extendidos. Era el centinela <strong>de</strong> las<br />

bengalas, que había sido <strong>de</strong>rribado a la carretera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su aposta<strong>de</strong>ro. Bajé a saltos la escalera <strong>de</strong>l puesto<br />

<strong>de</strong> socorro y allí encontré al médico que estaba <strong>de</strong> guardia y que pertenecía a otro regimiento; le informé<br />

<strong>de</strong> lo que había visto e hizo que recogiesen inmediatamente al herido. Nada más echarle el primer vistazo<br />

dijo:<br />

—No hay nada que hacer.<br />

Para verlo no hacía falta ser médico. Un gran casco <strong>de</strong> metralla le había perforado el casco y se le<br />

había introducido en la parte posterior <strong>de</strong> la cabeza; la expresión tranquila <strong>de</strong>l rostro <strong>de</strong>l caído <strong>de</strong>mostraba<br />

que había muerto enseguida.<br />

No me <strong>de</strong>tuve largo tiempo en aquella caverna impregnada <strong>de</strong> olor a fenol, sino que aguardé la<br />

próxima explosión <strong>de</strong> un proyectil y me apresuré a penetrar en la al<strong>de</strong>a; me sentí contento cuando pu<strong>de</strong><br />

sumergirme como un topo en los corredores <strong>de</strong> la trinchera <strong>de</strong> Puisieux. También me sentí contento<br />

cuando no necesité seguir recto aquel camino —en el Bosquecillo 125 parecía oler una vez más a<br />

chamusquina—, sino que pu<strong>de</strong> torcer a la <strong>de</strong>recha y dirigirme hacia el Sector A, que permanecía en calma<br />

en medio <strong>de</strong>l terreno.<br />

Primera línea<br />

Por la mañana me hallaba sentado <strong>de</strong> mal humor en mi banco <strong>de</strong> verano, pues aún estaba cansado <strong>de</strong> la<br />

noche, cuando oí con gran asombro que Schüd<strong>de</strong>kopf silbaba una cancioncilla. Cuando un hombre nacido<br />

en los páramos <strong>de</strong> Luneburgo se pone a silbar, esto es cosa que da que pensar, igual que cuando un<br />

napolitano se vuelve taciturno. Ese hombre tiene que estar transido <strong>de</strong> una sensación <strong>de</strong> bienestar muy<br />

especial. Eso era, en efecto, lo que ocurría: a Schüd<strong>de</strong>kopf «le había llegado el turno». Los hombres<br />

encargados <strong>de</strong> transportar el café habían traído a primera hora <strong>de</strong> la mañana la noticia <strong>de</strong> que se había<br />

levantado la prohibición <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>r permisos. De esta manera podrá Schüd<strong>de</strong>kopf visitar durante dos<br />

semanas su pequeña granja, que está situada en el páramo entre Celle y Ülzen y en la que lo aguarda su<br />

joven esposa.<br />

Me alegro mucho por él, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que mi fiel Vinke fue herido en la Gran Batalla, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que su<br />

sucesor, el camarero, no regresó con el café que había ido a buscar, Schüd<strong>de</strong>kopf y yo hemos convivido<br />

en el frente <strong>de</strong> una manera ejemplar. Yo hablo poco, él habla mucho menos, así es que nos llevamos<br />

perfectamente. Y, sobre todo, sé que puedo fiarme <strong>de</strong> él. Esto es muy importante, ya que el hombre<br />

armado <strong>de</strong> un fusil que más cerca me queda es él. Con su antecesor me ocurrió varias veces lo siguiente:<br />

en los momentos <strong>de</strong> peligro sabía hacerse invisible con una celeridad inexplicable. Cuando más tar<strong>de</strong><br />

reaparecía solía contar que durante su ausencia había realizado tales hazañas heroicas y corrido tales<br />

aventuras que, en comparación con él, yo me sentía como un pobre hombre. Pero con August<br />

Schüd<strong>de</strong>kopf no necesito volver la cabeza, puedo estar seguro en todo momento <strong>de</strong> que se halla <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

mí, siempre con el mismo rostro serio. Por eso le expresé mis mejores <strong>de</strong>seos cuando, llevando encima un<br />

pesado equipaje, vino a <strong>de</strong>spedirse hoy al mediodía.<br />

Su sustituto, Otto, que ahora cuidará <strong>de</strong> mí por unos días, pertenece a un tipo humano <strong>de</strong>l todo<br />

diferente. Es un buen guerrero, pero un mal soldado; tien<strong>de</strong> a ser caprichoso y aventurero, y por ello,<br />

como mínimo, llama necesariamente la atención «entre los prusianos». Y es cosa sabida que, entre éstos,<br />

siempre que alguien llama la atención la llama casi sólo <strong>de</strong>sagradablemente. Creo, pues, que en tiempo <strong>de</strong><br />

paz Otto no habría salido muchas veces <strong>de</strong>l calabozo. También aquí pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que ha sido una suerte<br />

para él el haber venido a parar a mi lado, pues siempre he sentido <strong>de</strong>bilidad por estos tipos. Es uno <strong>de</strong><br />

esos hombres con que me encuentro repetidamente entre los voluntarios; pero a esa gente le gusta escurrir<br />

el bulto en cualquier clase <strong>de</strong> servicios. Por ello son un engorro continuo para el sargento <strong>de</strong> la compañía;<br />

en cambio, el oficial que consi<strong>de</strong>ra —o <strong>de</strong>biera consi<strong>de</strong>rar— que lo <strong>de</strong>cisivo es la aptitud para el combate,<br />

29

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!