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Tempestades de acero

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Ernst Jünger El bosquecillo 125<br />

ciego <strong>de</strong>sconcierto. Por fortuna el adversario no se da cuenta <strong>de</strong> lo que ocurre, pues, <strong>de</strong> lo contrario,<br />

organizaría una carnicería en esta masa <strong>de</strong> hombres apretujados. La gente dispara las armas a ciegas y<br />

<strong>de</strong>ja encima <strong>de</strong>l parapeto, <strong>de</strong> un modo insensato, granadas <strong>de</strong> mano cebadas, que al explotar nos llenan <strong>de</strong><br />

barro y <strong>de</strong> fuego. Como si fuera una serpiente furiosa, una siseante bengala da vueltas <strong>de</strong> un lado para<br />

otro entre nuestras piernas. Algunos hombres intentan escalar el talud y son arrastrados hacia abajo por<br />

otros que se agarran a sus piernas, o bien caen por sí mismos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> aquel hervi<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> gente.<br />

El movimiento acaba fluyendo hacia atrás. Los ánimos se calman y es preciso pensar en lo que va a<br />

suce<strong>de</strong>r ahora. A pesar <strong>de</strong> la prisa que llevaban, los ingleses han sabido escoger una posición que les<br />

favorece. Inmediatamente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> su barricada pue<strong>de</strong> verse el pliegue <strong>de</strong> una trinchera que corta en<br />

ángulo recto el Camino <strong>de</strong> Elbing. Están, pues, en condiciones <strong>de</strong> apostar a sus tiradores en un amplio<br />

frente; su fuego se concentra en el lugar que queda <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su barricada. Si no queremos que nos <strong>de</strong>n<br />

un buen vapuleo, habremos <strong>de</strong> mantenernos alejados <strong>de</strong> ellos, fuera, al menos, <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> sus<br />

granadas <strong>de</strong> fusil. Derribamos dos traveses y los convertimos en barricadas; si a ellos agregamos el<br />

recodo po<strong>de</strong>mos doblar nuestro frente <strong>de</strong> combate. Los traveses distan aproximadamente unos treinta<br />

pasos el uno <strong>de</strong>l otro. El segundo es el que propiamente nos sirve <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa; la misión <strong>de</strong>l primero<br />

consiste en obligar al adversario a que por unos instantes <strong>de</strong>je completamente al <strong>de</strong>scubierto su cuerpo,<br />

iluminado por el resplandor <strong>de</strong> las bengalas, si se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> a atacarnos.<br />

Mientras ocupamos la primera barricada arrancamos <strong>de</strong>l talud una alambrada que allí hay y con ella<br />

cerramos el espacio muerto situado entre los dos traveses. Luego fijamos en esa alambrada unas cuantas<br />

cargas explosivas, que podremos hacer estallar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la segunda barricada tirando <strong>de</strong> unos largos<br />

cor<strong>de</strong>les. Los centinelas se repliegan entonces <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esta barricada. Abrimos un estrecho pasillo <strong>de</strong><br />

comunicación hasta un profundo embudo que queda a unos metros <strong>de</strong> distancia y en él se instalan los<br />

sirvientes <strong>de</strong> una ametralladora; así al menos podremos disparar algo <strong>de</strong> flanco. A lo largo <strong>de</strong> toda la<br />

trinchera coloco en los aposta<strong>de</strong>ros y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las galerías subterráneas a hombres armados <strong>de</strong> fusiles<br />

con bocachas para disparar granadas; se inicia entonces una escaramuza con granadas <strong>de</strong> fusil. Como las<br />

bengalas empiezan a escasear, por el momento nos vemos obligados a servirnos <strong>de</strong> la iluminación <strong>de</strong> los<br />

ingleses; este problema <strong>de</strong> la iluminación es uno <strong>de</strong> ésos que se rigen por una especie <strong>de</strong> acuerdo tácito<br />

entre los adversarios. Luego envío hacia atrás a dos hombres para que establezcan contacto con el<br />

sargento y traigan un pequeño lanzagranadas que hemos visto abandonado en el cruce <strong>de</strong> la Trinchera <strong>de</strong>l<br />

Seto con el Camino <strong>de</strong> Elbing. Ese lanzagranadas reforzará nuestra posición, ya que pue<strong>de</strong> arrojar con<br />

bastante precisión proyectiles <strong>de</strong> tres libras <strong>de</strong> peso hasta una distancia <strong>de</strong> trescientos pasos.<br />

Llega entonces el momento <strong>de</strong> echar un vistazo a la trinchera conquistada. Tampoco nos es posible<br />

<strong>de</strong>jar sin cobertura los aposta<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong> atrás, pues bien pue<strong>de</strong> ser que se encuentres en manos<br />

inglesas las trincheras situadas a nuestra <strong>de</strong>recha y a nuestra izquierda. Uno <strong>de</strong> nuestros flancos corre<br />

menos peligro, pues a todo lo largo <strong>de</strong> él se extien<strong>de</strong> una alambrada; el otro carece, en cambio, <strong>de</strong><br />

cualquier <strong>de</strong>fensa y un ataque por sorpresa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> él tendría para nosotros efectos exterminadores. Es<br />

preciso también instalar cerrojos y asegurar mediante centinelas las pequeñas trincheras laterales que<br />

salen <strong>de</strong> la principal y que con las prisas pasamos por alto en el primer momento. Crece la Inseguridad;<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los lados nos acecha el Peligro.<br />

Los heridos que son incapaces <strong>de</strong> caminar han sido ya puestos a cubierto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una gran galería<br />

subterránea. Casi todos han sido alcanzados por metralla <strong>de</strong> granadas <strong>de</strong> fusil; gran<strong>de</strong> es el daño<br />

ocasionado por una granada <strong>de</strong> mano que hizo explosión en medio <strong>de</strong> la gente apretujada. A nuestros<br />

camaradas hemos <strong>de</strong> evacuarlos cuando menos hasta el Camino <strong>de</strong> Puisieux; aquí se hallan expuestos a<br />

muchos peligros, y todo el que alguna vez ha estado herido sabe cuánto <strong>de</strong>sea uno verse en lugar seguro<br />

cuando no pue<strong>de</strong> valerse por sí mismo.<br />

Ignoramos qué ocurrirá al amanecer, cuando el adversario se dé cuenta <strong>de</strong> su superioridad y le lleguen<br />

refuerzos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su retaguardia. Antes <strong>de</strong> nada <strong>de</strong>bo enviar un parte a nuestro comandante, para así po<strong>de</strong>r<br />

aprovechar lo más posible la noche. Hay que informar a nuestra artillería <strong>de</strong> cuál es la nueva posición que<br />

ocupamos; también <strong>de</strong>bemos cerrar <strong>de</strong> algún modo las gran<strong>de</strong>s brechas que se abren entre nuestros<br />

distintos nidos <strong>de</strong>fensivos. Aún ignoro, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, cómo se podrá lograrlo. Esta extraña modalidad <strong>de</strong><br />

combate, en la que los ingleses van <strong>de</strong>vorando <strong>de</strong> una forma lenta y sistemática nuestras <strong>de</strong>bilitadas<br />

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