11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

«Los repetidos y violentos ataques <strong>de</strong>l adversario han hecho retroce<strong>de</strong>r todavía más la posición <strong>de</strong>l<br />

regimiento situado a nuestra izquierda y han agrandado mucho la brecha entre ese regimiento y el nuestro.<br />

Como había peligro <strong>de</strong> que la posición <strong>de</strong> nuestro regimiento quedase envuelta por el flanco izquierdo,<br />

ayer noche se lanzó al contraataque el Primer Batallón <strong>de</strong>l 73º Regimiento <strong>de</strong> fusileros, pero, al parecer,<br />

un fuego <strong>de</strong> barrera lo dispersó y no llegó hasta el enemigo. Esta mañana ha sido enviado a tapar la<br />

brecha el Segundo Batallón. Hasta el momento carecemos <strong>de</strong> noticias. Es preciso averiguar la posición<br />

tanto <strong>de</strong>l Primer Batallón como <strong>de</strong>l Segundo».<br />

Me puse en camino para cumplir mi misión. Ya en la Granja <strong>de</strong>l Norte me encontré con el capitán von<br />

Brixen, jefe <strong>de</strong>l Segundo Batallón, quien llevaba en el bolsillo un croquis <strong>de</strong> la posición. Hice una copia.<br />

En realidad, ya habría cumplido con esto mi tarea, pero seguí avanzando hacia el fortín <strong>de</strong> hormigón<br />

ocupado por el jefe <strong>de</strong> las tropas combatientes, pues quería tener una visión personal <strong>de</strong> lo ocurrido. En el<br />

camino encontré numerosos caídos; en algunos casos eran sus pálidos rostros lo único que <strong>de</strong> los<br />

embudos llenos <strong>de</strong> agua emergía; en otros los cuerpos estaban ya enteramente cubiertos por el cieno, <strong>de</strong><br />

manera que sólo cabía conjeturar la figura humana. En las mangas <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> aquellos caídos lucía<br />

el brazalete azul con la inscripción «Gibraltar».<br />

El jefe <strong>de</strong> las tropas combatientes era el capitán bávaro Radlmeier. Este oficial sumamente activo me<br />

expuso con todo <strong>de</strong>talle lo que ya me había contado a toda prisa el capitán von Brixen. Nuestro Segundo<br />

Batallón había tenido muchas bajas; entre otros muchos habían caído muertos el oficial ayudante <strong>de</strong>l<br />

batallón y el jefe <strong>de</strong> la Séptima Compañía, una compañía muy valiente. El oficial ayudante, Lemiére, era<br />

hermano <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> la Octava Compañía muerto en Fresnoy en el mes <strong>de</strong> abril. Los dos hermanos,<br />

naturales <strong>de</strong> Liechtenstein, luchaban como voluntarios en el bando alemán. Ambos murieron <strong>de</strong> igual<br />

manera, por un disparo que les entró por la boca.<br />

El capitán nos indicó con el <strong>de</strong>do un fortín <strong>de</strong> hormigón que quedaba a doscientos metros <strong>de</strong>l nuestro y<br />

que el día anterior había sido <strong>de</strong>fendido con especial tenacidad. Poco antes el jefe <strong>de</strong> aquel pequeño<br />

fuerte, un sargento, vio a un inglés que se llevaba hacia atrás a tres alemanes. Eliminó a tiros al inglés y<br />

reforzó con aquellos tres hombres su guarnición. Cuando agotaron las municiones colocaron <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la<br />

puerta a un inglés lleno <strong>de</strong> vendas, para impedir que el enemigo siguiera disparando contra ellos; <strong>de</strong> esta<br />

manera pudieron replegarse sin ser vistos, una vez que se hizo <strong>de</strong> noche.<br />

Otro fortín <strong>de</strong> hormigón, mandado por un alférez, fue conminado a rendirse por un oficial inglés; en<br />

vez <strong>de</strong> contestar, el alemán salió afuera <strong>de</strong> un salto, agarró al inglés y, ante los ojos <strong>de</strong> sus atónitos<br />

soldados, lo metió <strong>de</strong>ntro.<br />

Ese día vi cómo pequeñas unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> camilleros, llevando en alto la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la Cruz Roja, se<br />

movían al <strong>de</strong>scubierto en la zona <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong> infantería sin que nadie disparase contra ellos un solo tiro.<br />

El combatiente <strong>de</strong> esta guerra subterránea lograba ver tales imágenes únicamente cuando la situación<br />

había llegado a hacerse insoportable.<br />

Un <strong>de</strong>sagradable gas irritante lanzado por granadas inglesas, que olía a manzanas podridas, me hizo<br />

difícil el camino <strong>de</strong> vuelta. Aquel gas se había aferrado con mucha fuerza al terreno; dificultaba Ja<br />

respiración y me arrancó lágrimas <strong>de</strong> los ojos. Una vez que entregué mi informe en el puesto <strong>de</strong> mando<br />

encontré, a poca distancia <strong>de</strong>l hospital <strong>de</strong> sangre, las angarillas <strong>de</strong> dos oficiales amigos míos que estaban<br />

gravemente heridos. Uno era el alférez Zürn, al que dos noches antes habíamos estado homenajeando en<br />

un alegre grupo; medio <strong>de</strong>snudo yacía ahora sobre una puerta arrancada <strong>de</strong> algún sitio; tenía en su rostro<br />

aquel pálido color amarillo <strong>de</strong> cera que es indicio seguro <strong>de</strong> la muerte; cuando me acerqué a él para<br />

acariciarle la mano me miró fijamente. Al otro, el alférez Haverkamp, los cascos <strong>de</strong> metralla <strong>de</strong> una<br />

granada le habían <strong>de</strong>strozado hasta tal punto los huesos <strong>de</strong> los brazos y <strong>de</strong> las piernas que era probable<br />

que hubiera que amputárselos; pálido como un muerto, con las facciones petrificadas, yacía en una<br />

angarilla y fumaba cigarrillos que sus hombres le encendían y le colocaban en la boca.<br />

En aquellos días habíamos vuelto a tener un número espantoso <strong>de</strong> bajas entre los oficiales jóvenes.<br />

Esta segunda Batalla <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s fue monótona; se <strong>de</strong>sarrolló en un elemento pegajoso, cenagoso, produjo<br />

un fuerte <strong>de</strong>sgaste.<br />

119 119

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!