11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ernst Jünger El bosquecillo 125<br />

cuando estábamos sentados allí, entregados a interminables partidas <strong>de</strong> cartas, incluso las granadas <strong>de</strong><br />

máximo calibre se <strong>de</strong>jaban notar, en aquella profundidad, únicamente como agradables sacudidas. En una<br />

<strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s me había hecho empotrar una cama, enorme como los lechos parecidos a cajones que usan<br />

los campesinos <strong>de</strong> Westfalia; allí <strong>de</strong>ntro dormía, metido en la blanda y seca roca gredosa, aislado <strong>de</strong> todo<br />

ruido, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> pesados tablones <strong>de</strong> encina. En la cabecera <strong>de</strong> mi cama colgaba una lámpara eléctrica,<br />

<strong>de</strong> modo que podía leer cómodamente hasta que me cansaba; las pare<strong>de</strong>s estaban adornadas con láminas<br />

sacadas <strong>de</strong> la revista Jugend y todo el conjunto quedaba aislado <strong>de</strong>l mundo exterior por una manta <strong>de</strong><br />

color rojo oscuro que hacía las veces <strong>de</strong> cortina y que, colgada <strong>de</strong> unas anillas, podía correrse. A los<br />

visitantes les enseñábamos aquello como si fuera el colmo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>pravación, mientras les contábamos<br />

chistes apropiados al caso. En aquella época podía atreverme a dormir en pijama, pues una alambrada <strong>de</strong><br />

quince pasos <strong>de</strong> ancho nos proporcionaba una gran seguridad; la pistola, que quedaba al alcance <strong>de</strong> mi<br />

mano junto a la caja <strong>de</strong> los cigarrillos, la usaba únicamente cuando, para interrumpir el aburrimiento,<br />

realizaba una patrulla. Aquella sí que fue una época estupenda.<br />

Ahora, en cambio, la guerra se ha vuelto más móvil, y trabajos como aquéllos no merecen la pena. Es<br />

preciso confesar, a<strong>de</strong>más, que cuando comenzó, con la ofensiva <strong>de</strong> Verdun, la serie <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s<br />

batallas <strong>de</strong> material, era <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> el contraste entre el seguro cobijo proporcionado por aquellas<br />

gigantescas galerías subterráneas y, por otro lado, la trinchera <strong>de</strong> lucha, que era asolada por los<br />

lanzallamas y arrasada por los impactos <strong>de</strong> las granadas. Aun prescindiendo <strong>de</strong> estas consi<strong>de</strong>raciones,<br />

ocurría que, cuando se producía un ataque enemigo, la guarnición resguardada en aquellas cavernas se<br />

veía obligada a salvar, antes <strong>de</strong> hallarse en condiciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse, un camino igual al que tendría que<br />

recorrer alguien que subiese los escalones <strong>de</strong> un edificio <strong>de</strong> cuatro Pisos. Y así se daba el caso <strong>de</strong> que el<br />

enemigo propinaba un cálido recibimiento a la guarnición cuando ésta se encontraba todavía a medio<br />

camino; tal recibimiento consistía en granadas <strong>de</strong> mano y tubos incendiarios, sin que la guarnición<br />

pudiera <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse. Esto ocurría sobre todo cuando los centinelas apostados se habían <strong>de</strong>sangrado hacía<br />

ya rato, sin que nadie <strong>de</strong> los <strong>de</strong> abajo sospechase nada.<br />

Todo esto trajo consigo que cierto día, tras un <strong>de</strong>scalabro especialmente penoso que sufrimos en las<br />

alturas <strong>de</strong> Vimy, apareciese una instrucción <strong>de</strong>l ejército que or<strong>de</strong>naba volar todas las galerías subterráneas<br />

existentes y prohibía que en la primera línea se excavasen en lo sucesivo abrigos <strong>de</strong> más <strong>de</strong> dos metros <strong>de</strong><br />

profundidad.<br />

Quien conoce las cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> proyectiles arrojadas permanentemente contra las trincheras, en<br />

bombar<strong>de</strong>os que a veces duran semanas enteras, sabe lo que esa férrea or<strong>de</strong>n significa. Pues tener que<br />

aguantar el fuego en cuclillas sin ninguna clase <strong>de</strong> protección, ser bombar<strong>de</strong>ado ininterrumpidamente con<br />

proyectiles <strong>de</strong> tal calibre que uno solo <strong>de</strong> ellos bastaría para arrasar una al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> medianas dimensiones,<br />

tener como única distracción la <strong>de</strong> contar maquinalmente, medio enloquecido, el número <strong>de</strong> proyectiles<br />

disparados — eso representa una prueba tan dura que casi alcanza los límites <strong>de</strong> la capacidad humana. La<br />

mencionada or<strong>de</strong>n, que ha arrojado al fuego, sin la menor protección, a centenares <strong>de</strong> millares <strong>de</strong><br />

hombres, encierra en sí una <strong>de</strong> las más gran<strong>de</strong>s sentencias <strong>de</strong> muerte nunca dictadas. Pero nuestra época<br />

trabaja con medios po<strong>de</strong>rosos, y, cuando se combate por un espantoso campo <strong>de</strong> escombros en el que se<br />

enfrentan dos imágenes <strong>de</strong>l mundo, lo que importa no son los millares <strong>de</strong> seres humanos que tal vez<br />

podrían ser salvados <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción; lo que importa es que la docena <strong>de</strong> hombres supervivientes se<br />

halle lista en el lugar preciso y pueda arrojar en un platillo <strong>de</strong> la balanza el peso <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> sus<br />

ametralladoras y granadas <strong>de</strong> mano.<br />

Tras regresar al abrigo he estado estudiando el memorando <strong>de</strong> instrucciones sobre nuestro sector. Estos<br />

memorandos se parecen a esos cua<strong>de</strong>rnillos, sucios <strong>de</strong> aceite y hollín, que en los talleres cuelgan <strong>de</strong> un<br />

clavo cerca <strong>de</strong> las máquinas y que se titulan «Prevención <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>ntes»; sólo en un acceso <strong>de</strong><br />

aburrimiento los toma uno <strong>de</strong> don<strong>de</strong> están. Este <strong>de</strong> aquí es instructivo, pues ha sido redactado hace poco y<br />

procura aprovechar la experiencia <strong>de</strong> los últimos ataques. Lo que preten<strong>de</strong> es dar mayor profundidad a la<br />

<strong>de</strong>fensa. El atacante no <strong>de</strong>be encontrar ante sí ni una línea ni una serie <strong>de</strong> líneas, sino un espacio <strong>de</strong> fuego<br />

en don<strong>de</strong> que<strong>de</strong> paulatinamente paralizada su fuerza. El memorando da a ese espacio el nombre <strong>de</strong> «zona<br />

avanzada»; ésta se extien<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las primeras trincheras <strong>de</strong> los centinelas hasta la línea principal <strong>de</strong><br />

resistencia. Nosotros somos, por tanto, una parte <strong>de</strong> la guarnición <strong>de</strong> la «zona avanzada» y, en el caso <strong>de</strong><br />

7

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!