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Tempestades de acero

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Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

Junto al arroyo Cojeul<br />

Ya antes <strong>de</strong> irme <strong>de</strong> permiso relevamos en la primera línea a la Décima Compañía, el 9 <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong> 1917, tras unos pocos días <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso. Ha quedado indicado antes que la posición estaba situada<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Vis-en-Artois. Los límites <strong>de</strong> mi sector eran los siguientes: por la <strong>de</strong>recha, la<br />

carretera que unía Arras con Cambrai; por la izquierda, el lecho fangoso <strong>de</strong>l arroyo Cojeul. El contacto<br />

con la compañía vecina lo mantenían patrullas nocturnas que iban y venían <strong>de</strong> un lado a otro cruzando el<br />

arroyo. Una elevación <strong>de</strong>l terreno, que se alzaba entre las primeras trincheras <strong>de</strong> ambos bandos, nos<br />

impedía ver la posición enemiga. Fuera <strong>de</strong> algunas patrullas que por las noches venían hasta nuestras<br />

alambradas y <strong>de</strong>l zumbido <strong>de</strong> un motor eléctrico instalado en la cercana Granja <strong>de</strong> San Huberto, la<br />

infantería enemiga no dio señales <strong>de</strong> vida. Muy <strong>de</strong>sagradables fueron, en cambio, los frecuentes ataques<br />

por sorpresa con minas <strong>de</strong> gas, que se cobraron varias víctimas. El enemigo realizaba esos ataques por<br />

medio <strong>de</strong> varios centenares <strong>de</strong> tubos <strong>de</strong> hierro introducidos en la tierra; la carga se hacía estallar<br />

eléctricamente y ocasionaba una ráfaga <strong>de</strong> llamas. Tan pronto brillaba aquel resplandor, se daba a gritos<br />

la alarma <strong>de</strong> gas, y quien no tenía colocada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su boca la máscara antes <strong>de</strong> que el gas llegase lo<br />

pasaba mal. En algunos puntos el gas alcanzaba, sin embargo, una <strong>de</strong>nsidad casi absoluta, <strong>de</strong> modo que <strong>de</strong><br />

nada servía la máscara, por la sencilla razón <strong>de</strong> que no había oxígeno que respirar. Esto nos produjo<br />

varias bajas.<br />

Mi abrigo estaba excavado en el escarpado talud <strong>de</strong> una gravera que abría sus fauces <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la<br />

posición y que casi todos los días era bombar<strong>de</strong>ada intensamente. Detrás <strong>de</strong> la gravera se alzaba una<br />

silueta negra, el armazón <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong> una <strong>de</strong>struida fábrica <strong>de</strong> azúcar.<br />

Aquella gravera era un lugar siniestro. Entre los embudos, que se encontraban llenos <strong>de</strong> material <strong>de</strong><br />

guerra ya utilizado, estaban clavadas las cruces, inclinadas por el viento, <strong>de</strong> numerosas tumbas en estado<br />

<strong>de</strong> abandono. Por la noche no se veía a dos <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> los ojos, y si uno no quería salirse <strong>de</strong>l seguro sen<strong>de</strong>ro<br />

formado por los enjaretados <strong>de</strong> hierro e ir a parar al lodo <strong>de</strong>l cauce <strong>de</strong>l Cojeul, se veía obligado, una vez<br />

que se había extinguido el resplandor <strong>de</strong> la bengala anterior, a aguardar a que se elevase la siguiente.<br />

Cuando no tenía nada que hacer en la trinchera <strong>de</strong> los centinelas, aún en construcción, pasaba los días<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi gélida galería, leía un libro y, para entrar en calor, golpeaba con los pies los marcos <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la galería. También servía para calentarnos la botella llena <strong>de</strong> menta ver<strong>de</strong> que teníamos<br />

escondida en un agujero <strong>de</strong> la roca calcárea; mis or<strong>de</strong>nanzas y yo ingeríamos gran<strong>de</strong>s tragos <strong>de</strong> aquel<br />

licor.<br />

Pasábamos un frío tremendo; pero aquel lugar se habría vuelto inhabitable si hubiéramos <strong>de</strong>jado que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la gravera ascendiese al nublado cielo <strong>de</strong> diciembre la humareda <strong>de</strong> una pequeña fogata. Hasta<br />

aquel momento el enemigo parecía creer que nuestro puesto <strong>de</strong> mando se hallaba instalado en la fábrica<br />

<strong>de</strong> azúcar y contra aquella chatarra vieja malgastaba casi todos sus proyectiles. Nuestros ateridos<br />

miembros no recobraban vida hasta que no llegaba la oscuridad. Entonces encendíamos nuestra pequeña<br />

estufa, que, junto a una humareda espesa, también <strong>de</strong>sprendía un agradable calor. A poco se oía en la<br />

escalera <strong>de</strong> la galería el tintineo producido por las c<strong>acero</strong>las <strong>de</strong> los encargados <strong>de</strong> traer el rancho, que<br />

regresaban <strong>de</strong> Vis. Aquellas c<strong>acero</strong>las eran esperadas ansiosamente, y cuando judías y fi<strong>de</strong>os<br />

interrumpían la perpetua repetición <strong>de</strong> colinabos, sopas <strong>de</strong> avena y legumbres secas, nuestra moral no<br />

<strong>de</strong>jaba nada que <strong>de</strong>sear. A veces, mientras estaba sentado a mi pequeña mesa, me divertía escuchando las<br />

primitivas charlas <strong>de</strong> los or<strong>de</strong>nanzas. Envueltos en las nubes _<strong>de</strong> humo <strong>de</strong> los cigarros, permanecían<br />

acurrucados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la estufa; encima <strong>de</strong> ésta había una c<strong>acero</strong>la llena <strong>de</strong> ponche, que difundía unos<br />

aromas muy fuertes. En aquellas charlas <strong>de</strong> los or<strong>de</strong>nanzas se comentaban <strong>de</strong> un modo muy prolijo la<br />

guerra y la paz, la lucha y la patria, los <strong>de</strong>scansos y los permisos. También se hablaba <strong>de</strong> otros asuntos, y<br />

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