11.05.2013 Views

Tempestades de acero

Tempestades de acero

Tempestades de acero

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Ernst Jünger <strong>Tempesta<strong>de</strong>s</strong> <strong>de</strong> <strong>acero</strong><br />

que <strong>de</strong>jase su mochila, pues se empeñaba en llevársela, y recomendarle que caminase muy <strong>de</strong>spacio y con<br />

mucha pru<strong>de</strong>ncia.<br />

Pedí voluntarios para hacer saltar aquella resistencia mediante un ataque realizado a campo<br />

<strong>de</strong>scubierto. Los hombres se miraron unos a otros titubeando; sólo un polaco muy duro <strong>de</strong> mollera, al que<br />

siempre había tenido por débil mental, trepó fuera <strong>de</strong> la trinchera y se encaminó con pasos torpes hacia el<br />

fortín <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Desgraciadamente he olvidado el nombre <strong>de</strong> aquel hombre sencillo; él me enseñó que<br />

no se ha conocido <strong>de</strong> veras a una persona si no se la ha visto enfrentada al peligro. Al ver al polaco,<br />

también el sargento aspirante a oficial Neupert y los hombres <strong>de</strong> su pelotón saltaron fuera <strong>de</strong>l parapeto,<br />

mientras los <strong>de</strong>más seguimos avanzando al mismo tiempo por <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la trinchera. Los ingleses<br />

hicieron algunos disparos y luego escaparon a toda prisa, abandonando el blocao. Uno <strong>de</strong> los hombres que<br />

se lanzaron al asalto por fuera <strong>de</strong> la trinchera se <strong>de</strong>splomó mientras iba corriendo y quedó tendido <strong>de</strong><br />

bruces en el suelo, a pocos metros <strong>de</strong> su objetivo. Había recibido en el corazón uno <strong>de</strong> esos disparos que<br />

hacen que la gente que<strong>de</strong> tumbada en una postura que se asemeja a la <strong>de</strong>l sueño.<br />

Proseguimos nuestro avance y tropezamos con la encarnizada resistencia que nos oponían unos<br />

grana<strong>de</strong>ros invisibles; en el transcurso <strong>de</strong> una refriega bastante prolongada nos hicieron retroce<strong>de</strong>r hasta<br />

el blocao. Allí nos parapetamos. Tanto nosotros como los ingleses habíamos <strong>de</strong>jado un buen número <strong>de</strong><br />

muertos en el tramo <strong>de</strong> trinchera disputado. También se hallaba entre ellos, por <strong>de</strong>sgracia, el suboficial<br />

Mevius, al que en la noche <strong>de</strong> Regniéville aprendí a estimar como combatiente valeroso. Estaba tendido<br />

boca abajo en el suelo, con el rostro en un charco <strong>de</strong> sangre. Cuando le di la vuelta, un gran agujero que<br />

se abría en su frente me convenció <strong>de</strong> que era inútil toda ayuda. Estábamos hablando y <strong>de</strong> repente noté<br />

que no contestaba a una pregunta mía. Cuando, segundos <strong>de</strong>spués, ro<strong>de</strong>é el través <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l cual había<br />

<strong>de</strong>saparecido Mevius, estaba ya muerto en el suelo. Aquello tenía algo <strong>de</strong> fantasmal.<br />

También nuestro adversario se replegó un poco. Luego comenzó un terco combate <strong>de</strong> disparos; en su<br />

transcurso un fusil Lewis <strong>de</strong>l enemigo, emplazado a cincuenta metros <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estábamos, nos obligó a<br />

bajar la cabeza. Una <strong>de</strong> nuestras ametralladoras ligeras aceptó el <strong>de</strong>safío. Durante medio minuto<br />

estuvieron disparando una contra otra aquellas dos armas, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las cuales saltaban los proyectiles.<br />

Al cabo <strong>de</strong> ese tiempo se <strong>de</strong>splomó nuestro apuntador, el cabo Motullo; tenía un balazo en la cabeza.<br />

Aunque la masa cerebral le caía por la cara hasta llegarle a la barbilla, aún seguía consciente cuando lo<br />

llevamos a la galería más próxima. Motullo, una persona algo mayor, jamás se habría presentado<br />

voluntario para una acción, pero cuando se encontraba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> su ametralladora, yo observaba, con los<br />

ojos fijos en su rostro, que no bajaba la cabeza ni una pulgada, a pesar <strong>de</strong> las ráfagas <strong>de</strong> proyectiles que lo<br />

envolvían. Cuando le pregunté cómo se encontraba fue capaz <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>rme con frases coherentes. Tuve<br />

la impresión <strong>de</strong> que aquella herida mortal no le causó dolores a Motullo, más aún, que ni siquiera llegó a<br />

ser consciente <strong>de</strong> ella.<br />

La calma fue volviendo poco a poco, pues también los ingleses trabajaban en la construcción <strong>de</strong> una<br />

barricada. A las doce aparecieron el capitán von Brixen, el alférez Tebbe y el alférez Voigt, que me<br />

felicitaron por los éxitos <strong>de</strong> mi compañía. Nos sentamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l fortín <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, <strong>de</strong>sayunamos <strong>de</strong> las<br />

provisiones inglesas y comentamos la situación. Entretanto estuve negociando a gritos con unos<br />

veinticinco ingleses cuyas cabezas sobresalían <strong>de</strong> la trinchera a cien metros <strong>de</strong> nosotros y que, al parecer,<br />

<strong>de</strong>seaban rendirse. Pero tan pronto como yo asomaba la cabeza y la <strong>de</strong>jaba al <strong>de</strong>scubierto, abrían fuego<br />

contra ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otros lugares que quedaban más lejos.<br />

De repente se notó agitación en nuestra barricada. Volaban las granadas, crepitaban los fusiles,<br />

tableteaban las ametralladoras. —¡Que vienen, que vienen!<br />

De un salto nos parapetamos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los sacos terreros y abrimos fuego. En el ardor <strong>de</strong> la lucha uno<br />

<strong>de</strong> mis hombres, el cabo Kimpenhaus, subió <strong>de</strong> un salto a lo alto <strong>de</strong> la barricada y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí estuvo<br />

barriendo con sus disparos la trinchera hasta que fue <strong>de</strong>rribado por dos tiros que le hirieron gravemente en<br />

los brazos. Tomé buena nota <strong>de</strong> este héroe <strong>de</strong>l instante y dos semanas más tar<strong>de</strong> tuve la satisfacción <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r felicitarle por la concesión <strong>de</strong> la Cruz <strong>de</strong> Hierro <strong>de</strong> primera clase.<br />

Acabábamos <strong>de</strong> volver a nuestro <strong>de</strong>sayuno, tras aquel entreacto, cuando <strong>de</strong> nuevo oímos un estruendo<br />

<strong>de</strong> mil diablos. Prodújose entonces uno <strong>de</strong> esos inci<strong>de</strong>ntes extraños que <strong>de</strong> repente modifican <strong>de</strong> modo<br />

125 125

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!