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Descarga - Concilio Arca de Salvación

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Parábola<br />

Del griego «para» — junto a + «bállein» = arrojar o echar,<br />

«parábola» significa, pues, «colocar una cosa al lado <strong>de</strong> otra, a<br />

fin <strong>de</strong> comparar ambas». Como ya dijimos, la parábola es un símil<br />

continuado.<br />

En la versión griega <strong>de</strong>l A. T. (LXX o Septuaginta), ocurre<br />

unas 30 veces como traducción <strong>de</strong>l hebreo «mashál», que, en<br />

realidad, significa «proverbio». Así pue<strong>de</strong> verse en 1 S. 10:12;<br />

24:14 (BH, 13). Comp. con Dt. 28:37; 2 Cr. 7:20; Sal. 44:14 (BH,<br />

15); Jer. 24:9; Ez. 12:22; 16:44; 18:2. V. también en Paremia.<br />

Sobre esta base surgió <strong>de</strong>spués el posterior sentido <strong>de</strong> mashál,<br />

usado con referencia a cualquier dicho que requiere una<br />

explicación. Lo vemos ya en Ez. 20:47-49. Cuando el N. T. griego<br />

menciona una «parábola», se refiere siempre a una historia,<br />

real o imaginada, que contiene un significado oculto, sin que<br />

<strong>de</strong>ba urgirse en cada <strong>de</strong>talle el punto <strong>de</strong> la comparación, ya<br />

que el símil se halla generalmente sólo en cierto <strong>de</strong>talle, pero<br />

no en los <strong>de</strong>más. Ya hemos señalado la forma en que el símil<br />

<strong>de</strong>l «león» es aplicado a Cristo y al diablo, pero con referencia<br />

a cualida<strong>de</strong>s totalmente diferentes. También Cristo es comparado<br />

a un «ladrón», no en lo que el ladrón tiene <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuente,<br />

sino en lo que tiene <strong>de</strong> aparecer inesperadamente.<br />

Para interpretar correctamente una parábola, es menester<br />

hallar el objetivo <strong>de</strong> todo el contexto, la gran verdad que allí se<br />

nos presenta y la importante lección que se nos enseña. Los minuciosos<br />

<strong>de</strong>talles en los que la parábola pue<strong>de</strong> ir envuelta no<br />

<strong>de</strong>ben ser tenidos en cuenta, a no ser que lo exija el objetivo <strong>de</strong><br />

la parábola. A<strong>de</strong>más, hay que distinguir entre la interpretación<br />

<strong>de</strong> la parábola y la aplicación que <strong>de</strong> ella pueda hacerse. Por<br />

ejemplo, en la parábola <strong>de</strong> las «Diez Vírgenes» (Mt. 25:1-12), la<br />

interpretación exige que sea colocada en un especial tiempo que<br />

prece<strong>de</strong> inmediatamente a la Segunda Venida <strong>de</strong>l Señor, como<br />

es evi<strong>de</strong>nte por el adverbio <strong>de</strong> tiempo «entonces» con el que comienza.<br />

Cualquier otra lección que <strong>de</strong>duzcamos, como la necesidad<br />

<strong>de</strong> velar por nuestra parte, ha <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse como una<br />

aplicación <strong>de</strong> la parábola a las circunstancias actuales.<br />

Lo mismo digamos <strong>de</strong> la parábola <strong>de</strong> la Gran Cena (Le.<br />

14:1-24). La aplicación a cualquier tiempo y circunstancia no<br />

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