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la poesía - Universidad Complutense de Madrid

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Zoraya hará enf<strong>la</strong>quecer a Muley. Mientras tanto, Boabdil, humil<strong>la</strong>do, <strong>de</strong>ja a su hijo<br />

como rehén, y sólo pue<strong>de</strong> salir por <strong>la</strong> noche; Moraima está envejecida y Hacén se va<br />

quedando ciego.<br />

Pese a todo, <strong>de</strong> corazón Isabel sigue siendo aún cristiana, nos dice Caste<strong>la</strong>r; y<br />

hab<strong>la</strong>rá <strong>de</strong>l hombre a quien <strong>de</strong>bió hacer feliz (el narrador parece olvidar que no quería a<br />

Illán). Recuerda entonces Caste<strong>la</strong>r los versos <strong>de</strong> Santil<strong>la</strong>na que Ferrari también<br />

mencionaba en el capítulo anterior: «Y como en <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia, el recuerdo religioso <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

dicha pasada sólo sirve para el aumento <strong>de</strong> todos los dolores, veía su vejez triste, sus<br />

hijos siervos, por una causa cuya religión tenia y guardaba en lo más íntimo y en lo más<br />

profundo <strong>de</strong>l alma» (ibí<strong>de</strong>m: 372). Isabel dirá sin embargo que no pue<strong>de</strong> traicionar a los<br />

moros, pese a sentir <strong>la</strong> religión cristiana, por su marido y sus hijos. Detrás <strong>de</strong> sus quejas<br />

se encuentra el moralismo <strong>de</strong>l autor. -.<br />

Si yo hubiera permanecido fiel a mi sangre, a mi religión, a mi patria, ¡cuánto me<br />

holgara y envaneciera hoy con esos triunfos, que <strong>la</strong> fama divulga, que <strong>la</strong> historia recoge<br />

atónita, y que resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>cerán allá en <strong>la</strong> cima <strong>de</strong> <strong>la</strong> bienaventuranza con resp<strong>la</strong>ndor<br />

inefable, a los ojos <strong>de</strong> mis abuelos, consagrados, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> inmemoriales tiempos, a<br />

inacabables cruzadas con los moros! (Ibí<strong>de</strong>m: 374).<br />

La protagonista siente que <strong>la</strong> Virgen <strong>la</strong> maldice y no sabe si orar al Dios <strong>de</strong> sus<br />

ascendientes o al <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scendientes por que no muera su marido, que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> con<br />

sus zegríes Ronda.<br />

Al <strong>de</strong>scribir el día <strong>de</strong> <strong>la</strong> entrega <strong>de</strong> Granada, Caste<strong>la</strong>r se emociona: su voz nos<br />

muestra que se siente <strong>de</strong>l partido <strong>de</strong> los cristianos. Por su parte, Isabel se encuentra<br />

dolida y contenta <strong>de</strong> <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> Granada. Sólo viene a perturbaría Illán, que le dice<br />

que está con<strong>de</strong>nada en esta vida y en <strong>la</strong> otra y <strong>la</strong> acusa <strong>de</strong> haber perdido a Hacén. En el<br />

fondo, parece únicamente un hombre herido en su orgullo, que piensa sólo en el mal que<br />

le ha hecho una mujer. Deci<strong>de</strong> entonces ir <strong>de</strong> peregrinación a Palestina para que Dios <strong>la</strong><br />

perdone, y llega a darle tierras para sus hijos. Sin embargo, él hubiera hecho lo mismo<br />

que el<strong>la</strong> por amor y le quita culpa a Isabel cuando exc<strong>la</strong>ma: «Si me quedara un minuto,<br />

créome a mí mismo, en esta locura, capaz <strong>de</strong> hacer por ti con mi religión y con mi<br />

patria, lo que con tu religión y con tu patria hiciste tú por <strong>la</strong> corona <strong>de</strong> Hacem» (ibí<strong>de</strong>m:<br />

449), sin saber que el<strong>la</strong> no renegó <strong>de</strong> su fe por ambición sino por el mismo sentimiento<br />

que él pone por enciema <strong>de</strong> todo. El texto está lleno <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> paradojas y<br />

contradicciones. Illán le dice que se encontrarán en <strong>la</strong> eternidad; el autor parece haber<br />

preparado durante todo el re<strong>la</strong>to <strong>la</strong> solemnidad <strong>de</strong> esta escena. «Y mientras Illán se iba<br />

para Tierra Santa, Isabel <strong>de</strong> Solís, enjutos los ojos y risueño el rostro, l<strong>la</strong>maba a gran<strong>de</strong>s<br />

voces a sus hijos y les <strong>de</strong>cía cómo acababan <strong>de</strong> ser nombrados infantes <strong>de</strong> Castil<strong>la</strong>.<br />

Egoísta por los días <strong>de</strong> <strong>la</strong>juventud; más egoísta en <strong>la</strong> madurez <strong>de</strong> su vida; en el egoísmo<br />

envejeció hasta morir impenitente» (ibi<strong>de</strong>m: 449). Este rasgo final ciertamente no<br />

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