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156<br />

Enrique Asín Cormán<br />

tinuación da sus más expresivas gracias, “por el cuidado y actividad que ha empleado<br />

en este encargo”, al señor Prefecto de Sevilla al que, entre líneas, le promete<br />

tenerlo presente “para algún título”; un título que más tarde llegó.<br />

Como puede verse, el protocolo de la preparación de las corridas josefinas es dilatado<br />

-y aquí, evidentemente, no hemos sino esbozado un apunte- y laboriosamente<br />

burocrático aunque eficaz para la época y las circunstancias; lo que sí resulta altamente<br />

obvio es el interés que todos los funcionarios, altos y bajos, demostraron a<br />

fin de satisfacer los deseos del rey. Este, a pesar de la amargura y frustración que le<br />

imprime su hermano el emperador, abocándole al abandono de la corona de España,<br />

sigue como el primer día empeñado en granjearse la simpatía de sus súbditos y en<br />

dejar en ellos buen sabor de boca. <strong>Los</strong> toros serían para él un medio, nunca un fin;<br />

aunque le gustaban a rabiar y disfrutaba enormemente con ellos.<br />

Entre las muchas curiosidades que la organización de aquellos taurinos festejos<br />

nos revela, hay algunas dignas de ser relatadas. El 10 de junio, a sólo 14 días previos<br />

a la primera corrida, el feísimo Juan Núñez Sentimientos, matador de toros, se<br />

dirige el Corregidor y con el mayor respeto -desde luego-, expone: “Que con motivo<br />

de que se le ha prevenido... que tanto éste como sus compañeros se presenten en<br />

la Plaza con aquella decencia correspondiente, por lo cual le pidió a V. S. tres mil<br />

reales para hacer los vestidos, que le tienen de coste doce mil reales... de que el<br />

tiempo es muy corto para concluir los vestidos...” Se le dieron a cuenta 2.<strong>00</strong>1 reales<br />

y 8 maravedises. ¡Curiosa cantidad!<br />

Por fin, deprisa y corriendo, se acometió la reparación de la plaza de toros comenzando<br />

por fijar edictos llamando postores para su rehabilitación lo que originó incidentes<br />

y conflictos sin cuento, amén de todas las negociaciones entre Ayuntamiento<br />

y Junta de Hospitales; se hizo el remate del casco de la plaza a un maestro ebanista<br />

llamado Francisco Zaragozo -la plaza era en una gran parte toda de madera- en<br />

la cantidad de 190.<strong>00</strong>0 reales por la que se comprometía a “dejarla corriente según<br />

se encontraba en 1808 y de darla concluida para principios de junio de este año”.<br />

Comienza la búsqueda de toros -toros “josefinos” para las corridas de José I- acudiendo<br />

al socorrido Vicente Perdiguero “que tenía una partida de toros, parte de<br />

ellos de su vacada, y otros de las acreditadas de D. Bernabé del Aguila, antes de D.<br />

José Jijón, vecino de Villarrubia de los Ojos de Guadiana, y de D. Diego Muñoz,<br />

antes de D. Alvaro, vecino de Ciudad Real, brindándose asimismo a franquear todo<br />

el cabestraje... Asimismo, se remitieron cartas a los demás ganaderos de la Mancha,<br />

a Guendulaín de Navarra, y se empezaron a tomar noticias reservadas sobre los<br />

existentes en Colmenar Viejo y otras inmediaciones de la Corte.

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