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Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...

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<strong>Los</strong> toros josefinos<br />

Se buscó, llamó y nombró mayoral a Alfonso Hijosa, que lo había sido de las<br />

Reales Vacadas de Aranjuez y que se hallaba entonces de guarda mayor en el Soto<br />

de Batres de la casa del conde de Oñate, bajo la “intrusa” dirección francesa del<br />

Gobernador General Augusto Belliard; el señor conde se quedó sin su buen criado<br />

pero no le importaba porque “aunque le era muy sensible la pérdida, estaba pronto<br />

a cederle a Madrid para este efecto”. El buen criado, obediente y sumiso, accedió a<br />

la licencia de su amo y a los imperativos “josefinos” pero adujo que, teniendo en<br />

cuenta que perdía su empleo “en el que tenía asegurada la subsistencia para toda su<br />

vida, esperaba se le asegurase ésta del modo más conveniente”. En su consecuencia<br />

-¡todo sea por la felicidad del intruso!- “acordaron se le pagaría el viaje de traer a<br />

su familia, se le daría habitación para ésta en Madrid durante las actuales circunstancias,<br />

y, después de ellas, en uno de los pueblos más inmediatos a la majada de<br />

los toros, se le darían 6<strong>00</strong> ducados anuales que siempre ha tenido esta plaza, caballo<br />

y treinta fanegas de cebada y 180 arrobas de paja de trigo para la manutención<br />

de él”. Además de esto, se le mantendrían las regalías de “exigir de cada ganadero<br />

de toros, un ducado de cada uno”, la exclusiva de veedor de toros en el campo, y la<br />

autoridad de mayoral con potestad para elegir y despedir ayudantes y vaqueros. En<br />

uso de esta última virtud, Hijosa eligió su equipo, entre hombres muy campeados<br />

de su confianza, formado por Blas Dorado, Tomás Sánchez, Alfonso y Nemesio del<br />

Campo, Francisco Hijosa y Silvestre Ortega, dejando vacía la nómina del señor<br />

conde de Oñate quien todo lo dio por la causa “josefina”.<br />

Llegaron los toros, los definitivamente elegidos por el recién nombrado Hijosa<br />

quien “sólo había encontrado ganado de apruebo, diez toros de Aleas, y como otros<br />

tantos de Bañuelos... y que D. Bernabé del Aguila era el único ganadero que tenía<br />

81 toros de saca”. El día 14 estaban los toros en Madrid, mas no había pastos para<br />

ellos porque los habituales de la Dehesa de La Muñoza estaban tomados por la<br />

Dirección de Postas y ocupados por sus caballos; pero como al lado estaban los<br />

famosos pastos de los prados del Rincón, a la orilla del Jarama, en aquel momento<br />

propiedad de Su Majestad, no habría problema alguno en ocuparlos ya que, aunque<br />

estaban apalabrados en arrendamiento con un importante tratante de carnes de<br />

Madrid llamado Cristóbal Barajas, se darían a éste a cambio otros terrenos. Para<br />

esta operación de pastizales se organizó otra gran carrera burocrática de oficios<br />

entre Comisarios, Administrador de S.M., Corregidor de la Villa, notarios y arrendatario.<br />

Todo al final se allanaba en pro de la causa de Bonaparte.<br />

No querríamos ser farragosos en estas exposiciones burocráticas y administrativas<br />

de la organización de las corridas josefinas -objeto, por otro lado principal de<br />

este libro- pero son imprescindibles si queremos que el lector, paciente siempre,<br />

tome conciencia de la importancia vital que estos festejos tuvieron en aquel momen-<br />

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