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<strong>Los</strong> toros josefinos<br />
ya conocida. Pero, ante la duda, la Corte se prepara y Madrid se organiza para deshacerse<br />
en halagos y agasajos al “hombre del siglo” que por lo visto bien los merece.<br />
Una Real Orden de 24 de marzo de 1808, redactada con una buena fe lastimosa,<br />
advierte y manda al madrileño Corregidor que “Teniendo noticia el Rey N. S. que<br />
dentro de dos y medio a tres días llegará a esta Corte S. M. I. y R. El Emperador de<br />
los franceses, me manda S.M. decir a V. S. que quiere que sea recibido y tratado con<br />
todas las demostraciones de alegría que corresponden a la alta dignidad e íntima<br />
amistad y alianza con el Rey N. S. de la que espera la felicidad de la Nación... dispongan<br />
cuanto juzguen oportuno... procurando que los teatros estén bien servidos y<br />
que se proporcione a S. M. I. y R. cuantos objetos le fueren agradables...”.<br />
Entre estos objetos agradables estaba la espada de Francisco I, rey de los franceses,<br />
glorioso trofeo de la batalla de Pavía donde le vencieron los españoles y le<br />
hicieron prisionero ( en la madrileña Torre de los Lujanes). Dicha espada, que obraba<br />
en la Real Armería del Palacio de Oriente donde Murat la vio, hubo de serle<br />
entregada para Napoleón en su día.<br />
Como es fácil suponer, el Ayuntamiento de la Villa púsose en marcha en el acto<br />
para preparar el imperial recibimiemto disponiendo “las funciones de teatro que<br />
sean mejores, a cuyo fin se valga de los mejores acreditados actores, y de la Rita<br />
Luna... Que se adorne cuanto sea posible los palcos a que hayan de asistir las personas<br />
reales... si será de más del agrado de dichas personas reales el tener los palcos<br />
inmediatos al foro o al frente del mismo... También se acordó alguna loa... al<br />
señor D. Leandro Moratín por si se quiere encargar de hacerlo... Que el<br />
Ayuntamiento en pleno salga a las cercanías de Madrid... a recibirle y saludarle...<br />
que se cuelgue e ilumine la carrera por donde entre S. M. I. y R...”.<br />
La habitual y pesada máquina burocrática madrileña, cortesana, retórica, ceremoniosa<br />
y, sobre todo, muy lenta, comenzó, como si tuviera alas en su motor, a evacuar<br />
consultas y a emitir bandos y providencias sin cuento, a nombrar comisiones<br />
para todo con una diligencia febril y desmesurada, como si a esta España nuestra -<br />
que de todo le ha pasado- fuese a llegar el Santo Advenimiento.<br />
El día 26 de marzo, por otra providencia se avisó al señor marqués de Perales y a<br />
D. Juan Castanedo, que habían sido nombrados comisarios de estas dos festivas<br />
actividades que “se ha determinado haya funciones de toros en la Puerta de Alcalá,<br />
y de pólvora en el parque de Palacio... y tomar las medidas más prestas y oportunas<br />
para que las fiestas proyectadas sean tan lucidas como exige el sujeto a quien se<br />
dedican... que se adornen cuatro palcos en cada teatro para nuestro Rey y Personas<br />
Reales, para el Emperador de los franceses, para el Duque de Berg y personas que<br />
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