07.05.2013 Views

Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...

Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...

Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Los</strong> toros josefinos<br />

obstante su religiosidad católica, obediencia romana e intransigencia ciega en cuestiones<br />

de fe, pero no menos fiel a los asuntos internos de España, osó con gran firmeza<br />

y valor desoír y no dar cumplimiento a las terminantes órdenes y anatemas de<br />

la Santa Sede que en forma de Bula se dieron por el Papa de Roma en 1567 prohibiendo<br />

y condenando la celebración de las corridas de toros.<br />

En los seis años, tres meses y veinticuatro días que Pío V ocupó la sede de San<br />

Pedro, no cejó en su empeño de anatemizar la fiesta de toros y de presionar al trono<br />

español con su exigencia. Felipe II por su parte, celoso de su pueblo y de sus íntimos<br />

asuntos y no deseando contrariar la ancestral afición de sus súbditos, ejerció una tenaz<br />

defensa ante el Papado con tal ardor y firmeza que no sólo no cumplió la prohibición<br />

sino que no publicó la Bula en parte alguna de las Españas la cual tuvo que ver la luz<br />

en la localidad portuguesa de Evora seis años más tarde de su promulgación en Roma.<br />

Curiosamente, en esta localidad lusitana no había ninguna afición taurina ni tradición<br />

de estas fiestas lo que hace más incomprensible esta tardía publicación que,<br />

además, se hizo en lengua portuguesa. Ello fue debido a que el desdichado sobrino<br />

del rey, Don Sebastián, que reinaba en Portugal y que a la sazón era aficionadísimo<br />

a estas fiestas y practicante, además, del deporte de los toros, consintió a las peticiones<br />

del obispo de Evora en su publicación; pero pensando inmediatamente en<br />

burlar su cumplimiento, al igual que Isabel la Católica hiciera cien años antes, buscó<br />

remedio a la peligrosidad de los toros enfundándoles a las astas, previamente despuntadas,<br />

unas vainas de cuero que, a la vez, mitigaban los remordimientos de conciencia<br />

del desobediente monarca portugués. Marcó, sin él saberlo, el camino de la<br />

diferenciación de las fiestas de toros portuguesa y española.<br />

La Bula de Pío V, De Salutis Gregis Dominici, dada en Roma en 1567 primero<br />

para los Estados Pontificios y después para toda la Iglesia -para toda la cristiandad-,<br />

prohibía bajo pena de excomunión la fiesta de toros en cualquiera de sus<br />

manifestaciones. De su texto y su esencia, muy interesantes, se da íntegra noticia<br />

documental aparte (12).<br />

Esta prohibición de Pío V, aunque no sorpresiva para los españoles, era tan<br />

amplia, tan radical y grave, que no podía prosperar por su misma ambición y alcance,<br />

que en el caso de España, además, dejaba en entredicho a una nación de tanta<br />

raigambre católica gobernada por unos monarcas ejemplares que tanto habían<br />

hecho, y hacían, por la Fe y la Iglesia. Felipe II, no obstante lo antedicho sobre su<br />

sorda desobediencia, pronto vio la gravedad de la prohibición y su trascendencia<br />

dedicando sus esfuerzos diplomáticos, antes de proceder a su publicación, a mitigar<br />

éstas enviando a Roma a su embajador duque de Sosa con este expreso negociado.<br />

75

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!