Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...
Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...
Josefinos.qxd:00 Libro Sanidad.qxd - Asociación Cultural Los Sitios ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
212<br />
Enrique Asín Cormán<br />
incorporación de los desertores de José I y la guerrilla, que había alcanzado un alto<br />
nivel de especialización y veteranía. Se entró en Burgos cuando los franceses acababan<br />
de partir de allí; se les iban pisando los talones porque el peso de la rapiña no<br />
les dejaba avanzar. Se acercaba la batalla final.<br />
Madrid, que había quedado tras la salida de José I incluso huérfana de intruso, se<br />
veía abandonada; a los “josefinos” no les llegaba la camisa al cuerpo, temiéndose<br />
lo peor, y eso que la mayoría de los colaboracionistas, los que más tenían que perder,<br />
habían salido con “su” rey en el convoy de la rapiña. El 25 de mayo terminó su<br />
angustia pues el general Hugo dio la orden de partida para todas las personas que<br />
habían estado comprometidas con Bonaparte -unas 12.<strong>00</strong>0 personas- “en una caravana<br />
de más de trescientos carromatos, diligencias y galeras que, vía Galapagar y<br />
el Alto de los Leones, tomaron la senda de Valladolid”.<br />
El 21 de junio en los alrededores de Vitoria tiene lugar la batalla final. El águila<br />
imperial se enfrenta al leopardo inglés y al león español. Naturalmente, pierde y el<br />
desastre es total. El invicto ejército imperial de Napoleón huye a la desbandada. El<br />
propio José, en el caballo de un soldado, huyó a todo galope salvando milagrosamente<br />
la vida que hubiera sin duda perdido a manos de los húsares ingleses que le<br />
perseguían. <strong>Los</strong> “josefinos” que también le seguían purgaban cara su traición. Soult<br />
nos cuenta estas penosas situaciones:<br />
<strong>Los</strong> coches particulares están detenidos en las cunetas: de ellos se ve salir a<br />
mujeres de la mejor sociedad, que van de acá para allá, sin acompañantes ni<br />
guías. Tienden sus manos suplicantes a los militares, implorándoles que las<br />
libremos de la terrible suerte que les espera. Pero nadie les hace caso. Todo el<br />
mundo trata de abrirse camino hacia los pasajes que, a lo lejos, todavía parecen<br />
practicables, pero los caballos se caen y los hombres y las mujeres, derribados<br />
a su vez, son pisoteados por los que vienen detrás.<br />
Más de dos mil carruajes y furgones conteniendo los tesoros de la rapiña son<br />
abandonados en su desbandada por los franceses... Pero el gran convoy que el general<br />
Hugo sacó de Madrid sí entró en Francia.<br />
Cuando el emperador conoció la derrota de Vitoria que, naturalmente, achacó a la<br />
impericia de su hermano José, exclamó: “Harto tiempo he comprometido mis negocios<br />
con imbéciles”.<br />
A los pocos días de esta victoria los carteles de toros -alguien dijo que son como<br />
“los claveles que se ponen en la solapa las esquinas”- volvían a los muros de Madrid: