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174<br />
Enrique Asín Cormán<br />
Prefectos y demás autoridades, familias y soldados franceses que tras José<br />
Bonaparte vinieron, todos se volvían locos por los toros y se peleaban por una<br />
buena localidad en la plaza. <strong>Los</strong> documentos hablan con la elocuencia de lo escrito,<br />
firmado, rubricado y sellado, y en ellos nos apoyamos. <strong>Los</strong> generales y mariscales<br />
franceses, aunque no obedecían al rey, al menos contribuían a su diversión<br />
taurina dándose casos muy dignos de ser contados. Tal es el caso del picador<br />
Cristóbal Ortiz, que habiendo sido llamado para actuar en la corte no podía asistir<br />
por hallarse herido, convaleciendo en su natal Puerto de Santa María. Obligado y<br />
amenazado por el general Gobernador Militar de esa plaza, que no creía en la lesión<br />
alegada por el piquero, lo mandó examinar por un facultativo:<br />
El Doctor D. Nicolás Meca, profesor de Medicina y de Cirugía, con Real aprobación...<br />
y Consultor de los Reales Exércitos... Certifico haber reconocido a<br />
Cristóbal Ortiz, picador de Toros, al que de resultas de una caída que dio en<br />
Sevilla, se fracturó las dos últimas costillas falsas... y por consecuencia ha quedado<br />
con dificultad en la respiración e imposibilitado de poder caminar ni exercer<br />
su oficio, a lo que se agrega un vicio hemorroidal que tiene habitualmente...<br />
Certificado -legalizado por dos notarios, además- que nos permite conocer incluso<br />
aspectos íntimos de este torero acuciado por el desmedido interés de un general<br />
de Bonaparte. La caída en la que este picador se lesionó fue recibida en una de las<br />
funciones de una serie de ocho festejos que por orden del duque de Dalmacia, Soult,<br />
se habían dado en Sevilla, para su recreo y el de su tropa, mediante una contrata<br />
para el mes de agosto por 54.<strong>00</strong>0 reales.<br />
En tal estado burocrático estaban las cosas y tan virreyes se sentían los generales<br />
napoleónicos en sus jurisdicciones, que son innumerables sus golpes de prepotencia<br />
y pues si el “rey marioneta” da corridas de toros, ellos no quieren ser menos. Se<br />
queja el feísimo “Sentimientos” y se disculpa en la tardanza por llegar a Madrid<br />
para las corridas de septiembre por culpa de las escoltas para el camino y por la<br />
arrogancia del general Jorge que, antes que para el rey, querría que torease para él:<br />
Que he venido en posta desde Sevilla hasta Madrid, y aunque podía haber<br />
venido en dos días y medio o tres, he tenido que gastar doce, por la detención<br />
de no poder caminar sin escolta, como de hecho la he sacado con la orden del<br />
Sr. Mariscal Soult. Llegando a Manzanares, quiso detenerme el general que<br />
está allí, para matar seis toros de muerte que tenía preparados, mas yo le dixe<br />
que en caso de detenerme, sería necesario me diese una certificación; pero le<br />
dixe que no podía detenerme, porque el mismo día 9, domingo, que es cuando<br />
él tenía preparados los seis toros de muerte tenía yo que asistir en Madrid