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La presencia de lo ausente - Gredos - Universidad de Salamanca

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minos respecto a la pérdida <strong>de</strong> ilusión <strong>de</strong>l arte: “El cine actual ya no conoce la alusión ni la<br />

ilusión: <strong>lo</strong> conecta todo <strong>de</strong> un modo hipertécnico, hipereficaz, hipervisible. No hay blanco, no<br />

hay vacío, no hay elipsis, no hay silencio; como no <strong>lo</strong>s hay en la televisión, con la cual el cine<br />

se confun<strong>de</strong> <strong>de</strong> una manera creciente a medida que sus imágenes pier<strong>de</strong>n especificidad; vamos<br />

cada vez más hacia la alta <strong>de</strong>finición, es <strong>de</strong>cir, hacia la perfección inútil <strong>de</strong> la imagen.”<br />

Consi<strong>de</strong>rando una imagen como una abstracción <strong>de</strong>l mundo en dos dimensiones, quitamos<br />

una <strong>de</strong>l mundo real para dar cabida, para inaugurar, <strong>de</strong> esa manera, a la potencia <strong>de</strong> la ilusión.<br />

Sin embargo, la virtualidad provoca <strong>lo</strong> contrario: al hacernos entrar en la imagen, al recrear<br />

una imagen realista en tres dimensiones, a la que se agrega una cuarta para volverla hiperreal,<br />

<strong>de</strong>struye la ilusión. Lo virtual tien<strong>de</strong> a la ilusión perfecta, pero en absoluto se trata <strong>de</strong> la misma<br />

ilusión creadora propia <strong>de</strong> la imagen, como asimismo <strong>de</strong>l signo o <strong>de</strong>l concepto: una forma<br />

<strong>de</strong> prostitución en la que se extermina <strong>lo</strong> real a cargo <strong>de</strong> su doble. Se pone fin al juego <strong>de</strong> la<br />

ilusión mediante la perfección <strong>de</strong> la reproducción, <strong>de</strong> la reedición virtual <strong>de</strong> <strong>lo</strong> real, tal como<br />

<strong>lo</strong> expresa Baudrillard, mediante una ilusión “recreadora”, realista, mimética, ho<strong>lo</strong>gramática.<br />

“Lo sublime no alcanza; también se necesita <strong>lo</strong> sutil, la sutileza consistente en <strong>de</strong>sviar <strong>lo</strong><br />

real tomándo<strong>lo</strong> a la letra. Esto es <strong>lo</strong> que hemos <strong>de</strong>saprendido <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad: que la fuerza<br />

viene <strong>de</strong> la sustracción, que <strong>de</strong> la ausencia nace la potencia. No paramos <strong>de</strong> acumular, <strong>de</strong> adicionar,<br />

<strong>de</strong> doblar la apuesta. Y por no ser ya capaces <strong>de</strong> afrontar el dominio simbólico <strong>de</strong> la<br />

ausencia, nos sumergimos hoy en la ilusión contraria, ilusión <strong>de</strong>sencantada <strong>de</strong> la profusión,<br />

ilusión mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> pantallas e imágenes que proliferan”, afirma el filósofo francés, que continuará<br />

más a<strong>de</strong>lante: “Es preciso que cada imagen le quite algo <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong>l mundo; es<br />

preciso que en cada imagen algo <strong>de</strong>saparezca, pero pero no se <strong>de</strong>be ce<strong>de</strong>r a la tentación <strong>de</strong>l<br />

aniquilamiento, <strong>de</strong> la entropía <strong>de</strong>finitiva; es preciso que la <strong>de</strong>saparición continúe viva: este es<br />

el secreto <strong>de</strong>l arte y <strong>de</strong> la seducción. [...] El arte se ha vuelto iconoclasta. <strong>La</strong> iconoclastia mo<strong>de</strong>rna<br />

ya no consiste en romper las imágenes, sino en fabricarlas –profusión <strong>de</strong> imágenes en<br />

las que no hay nada que ver-. Son literalmente imágenes que no <strong>de</strong>jan huellas. Carecen,<br />

hablando en propiedad, <strong>de</strong> consecuencias estéticas. Pero <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> ellas, algo ha<br />

<strong>de</strong>saparecido. Tal es el secreto, si es que tienen alguno, y tal es el secreto <strong>de</strong> la simulación. En<br />

el horizonte <strong>de</strong> la simulación no solamente ha <strong>de</strong>saparecido el mundo real, sino que la cuestión<br />

misma <strong>de</strong> su existencia ya no tiene sentido.”<br />

Con la admirable luci<strong>de</strong>z poética que caracteriza a María Zambrano, vemos este hecho reflejado<br />

ya con anterioridad en su texto Los sueños y el tiempo: “Duda (el sujeto) <strong>de</strong> esa realidad<br />

que cuanto más objetiva, le es más opaca, más ina<strong>de</strong>cuada. Ina<strong>de</strong>cuada a su vivir completo,<br />

a su vivir total, a su situación entre la claridad y la sombra, entre la revelación y la ocultación.<br />

Porque no está ni pue<strong>de</strong> estar radicalmente <strong>de</strong>spierto, y aquel<strong>lo</strong> que queda oscuro sigue<br />

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