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La presencia de lo ausente - Gredos - Universidad de Salamanca

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amos, nada sería jamás dicho, no tendríamos el sentimiento <strong>de</strong> vivir en el lenguaje y nos<br />

quedaríamos en el silencio, porque el signo se eclipsaría inmediatamente ante un sentido que<br />

sería el suyo, y porque el pensamiento nunca volvería a encontrar más que pensamientos:<br />

aquel que quiere expresar y aquel que formaría con un lenguaje totalmente explícito”, afirma<br />

el filósofo francés en su obra El lenguaje indirecto y las voces <strong>de</strong>l silencio.<br />

Esa necesidad, no só<strong>lo</strong> <strong>de</strong> silencio, sino también <strong>de</strong> espacio vacío respon<strong>de</strong> precisamente a<br />

la necesidad <strong>de</strong> reencuentro con <strong>lo</strong> que somos por <strong>de</strong>bajo o por encima <strong>de</strong> las formas culturales<br />

que confirman nuestro “ser” en una “personalidad”; respon<strong>de</strong> al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong> contacto<br />

con nuestra invisibilidad, con nuestros límites, con nuestras posibilida<strong>de</strong>s.<br />

Formulando una sencilla ecuación: a la actividad, que procura la seguridad que a su vez<br />

afianza la conciencia <strong>de</strong> sí, le correspon<strong>de</strong> la utilidad, <strong>lo</strong> lleno, el ruido; a la inactividad, en<br />

cambio, le pertenecen la inutilidad, el vacío, el silencio, tres aspectos que correspon<strong>de</strong>n, según<br />

todos <strong>lo</strong>s patrones, a la negación <strong>de</strong> la existencia y que, por tanto, producen miedo.<br />

Hace ya décadas, Antoni Tápies, en su libro El arte contra la estética, apuntaba acertadamente<br />

cómo para <strong>lo</strong>s medios tradicionales más directos <strong>de</strong> representación <strong>de</strong> esa energía numinosa,<br />

en occi<strong>de</strong>nte, han sido dos formas negativas: la oscuridad y el silencio; mientras que<br />

para <strong>lo</strong>s orientales existe un tercer medio que para mentes pragmáticas podría parecer el<br />

summum <strong>de</strong>l absurdo, y no es otra cosa que el vacío.<br />

“El lenguaje habla como el toque <strong>de</strong> campana <strong>de</strong>l silencio”, según Hei<strong>de</strong>gger. Y Wittgenstein,<br />

en una célebre frase <strong>de</strong> su Tractatus <strong>lo</strong>gico-phi<strong>lo</strong>sophicus, afirma: “De <strong>lo</strong> que no pue<strong>de</strong><br />

hablarse, sobre el<strong>lo</strong> hay que guardar silencio”. Nosotros <strong>lo</strong>s humanos, como seres dotados <strong>de</strong><br />

lenguaje, quizá no podamos o no queramos guardar silencio, mientras no se nos <strong>de</strong>je sin habla.<br />

Só<strong>lo</strong> cuando tal cosa acontece, el silencio no sería <strong>lo</strong> último. Lo que nos hace callar toma entonces<br />

la palabra. No es que haya una realidad inexpresable en algún lugar y <strong>de</strong> alguna manera,<br />

sino que es real un acontecimiento que, sacándonos <strong>de</strong>l lenguaje, nos mueve hacia el lenguaje.<br />

El “¡Oh!”, consi<strong>de</strong>rado como primerísimo proto-sonido <strong>de</strong> <strong>lo</strong> in<strong>de</strong>cible, según <strong>lo</strong> introduce el<br />

filósofo japonés Shizuteru Ueda, <strong>de</strong>bería ser un ejemp<strong>lo</strong> ilustrador <strong>de</strong>l acontecimiento en cuestión.<br />

No se trata <strong>de</strong> <strong>de</strong> una realidad que subsistiera por encima <strong>de</strong>l lenguaje, sino <strong>de</strong> un acontecimiento.<br />

Y si esto es así, hay que preguntarse: ¿cómo y bajo qué condiciones acontece?, ¿le cae<br />

simplemente al ser humano un acontecimiento sobre el que no pue<strong>de</strong> disponer?, ¿cómo es posible<br />

que un acontecimiento libere al hombre hacia su propia libertad, le dé la libertad que, en<br />

realidad, habría <strong>de</strong> consistir en la autonomía <strong>de</strong>l “<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sí”, o bien <strong>de</strong>l “a partir <strong>de</strong> sí mismo”?<br />

“Habitamos un mundo esencialmente limitado <strong>de</strong>bido a su carácter relacional. En cuanto<br />

tal es finito, y está ro<strong>de</strong>ado en el límite por <strong>lo</strong> abierto ilimitado. Habitamos en el mundo esencialmente<br />

limitado que limita con <strong>lo</strong> ilimitado y el límite está ro<strong>de</strong>ado por <strong>lo</strong> abierto ilimitado<br />

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