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La presencia de lo ausente - Gredos - Universidad de Salamanca

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intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción “y… y…<br />

y…“ En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir el verbo ser. ¿A dón<strong>de</strong> vais? ¿De<br />

dón<strong>de</strong> partís? ¿Adón<strong>de</strong> queréis llegar? Todas estas preguntas son inútiles”, nos dice Deleuze<br />

(1925-1995), en su célebre texto Rizoma. En ese espacio reticular no hay “objetos” sino aconteceres:<br />

gestos. El objeto es una parodia <strong>de</strong>l suceso, un ardid <strong>de</strong> la voluntad; el acontecimiento<br />

ocurre en el instante: un punto <strong>de</strong> intersección entre la horizontalidad el tiempo y la profundidad<br />

<strong>de</strong> <strong>lo</strong> eterno.<br />

El arte es un modo <strong>de</strong> plasmar la constitutividad mutua <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> la conciencia en<br />

cada instante; el arte –entendido fenomenológicamente- habrá <strong>de</strong> dar cuenta <strong>de</strong>l movimiento<br />

constituyente cuando éste se realiza. Y si es cierto que, como afirma Lyotard, “la verdad se<br />

experimenta siempre y exclusivamente en una experiencia actual”, la verdad habrá <strong>de</strong> ser verdad<br />

estética.<br />

El va<strong>lo</strong>r esencial <strong>de</strong> las cosas, <strong>de</strong> las “cosas mismas” a las que Edmund Husserl (1859-<br />

1938) quería volver, es cuestión aesthetica. Só<strong>lo</strong> estéticamente aparecen las cosas en su mismidad<br />

porque só<strong>lo</strong> estéticamente se muestran más allá <strong>de</strong> sí mismas –ese sí mismo siempre<br />

escindido <strong>de</strong> la totalidad- . Los fenómenos son el acto <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> las cosas que al cumplirse<br />

aparecen, y <strong>lo</strong> que nos muestra en ese aparecer es precisamente eso: el acto <strong>de</strong> estarse-siendo.<br />

Ningún don hay más elevado en el conocimiento que el <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r asistir, con plena conciencia,<br />

al irrepetible enca<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s seres. Aquel que goza <strong>de</strong> semejante visión participa<br />

<strong>de</strong> la infinitud <strong>de</strong>l instante.<br />

“El instante es eterno. El kairós es <strong>lo</strong>gos y el <strong>lo</strong>gos es kairós. Todas las contradicciones<br />

que surgen entre la verdad eterna y la verdad <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s acontecimientos nacen <strong>de</strong> una comprensión<br />

abstracta <strong>de</strong>l tiempo. El tiempo, creemos, <strong>de</strong>be ser comprendido como la autolimitación<br />

<strong>de</strong>l presente absoluto.”, dirá Kitarô Nishida. En otro lugar nos dice a propósito el pensador<br />

japonés: “Todo conocimiento experiencial <strong>de</strong>be ir acompañado <strong>de</strong> “yo soy consciente <strong>de</strong> eso”.<br />

En este caso, el “yo” no <strong>de</strong>be ser “una unidad subjetiva, sino una unidad predicativa; no un<br />

punto sino un círcu<strong>lo</strong>; no una cosa sino un lugar”. Y un ejemp<strong>lo</strong> gráfico: Kane no oto ga kikoeru,<br />

quiere <strong>de</strong>cir en el idioma japonés “el sonido <strong>de</strong> la campana es oído”.El tañido <strong>de</strong> la<br />

campana llega a ser oído originalmente en el momento previo a la actividad <strong>de</strong>l “yo”. Si queremos<br />

hablar <strong>de</strong> un “yo”, <strong>de</strong>be ser en el sentido <strong>de</strong> que el yo es el hecho <strong>de</strong> que la campana<br />

sea oída. En una formulación radical, la experiencia pura es “el momento es el momento <strong>de</strong><br />

ver un co<strong>lo</strong>r u oír un sonido, previo a la bifurcación entre sujeto y objeto”. Recordando una<br />

cita <strong>de</strong>l Hei<strong>de</strong>gger tardío: “El lenguaje habla como el toque <strong>de</strong> campana <strong>de</strong>l silencio”.<br />

En la poesía japonesa breve <strong>de</strong>l haiku, en don<strong>de</strong> <strong>lo</strong> que queda abolido no es el sentido, sino,<br />

más bien, toda i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> finalidad. Esta forma poética “posee a su vez una justedad (que <strong>de</strong><br />

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