Mendoza Lee y Escribe - Parte 4particulares de tal forma que adquieran, en la sucesión,una semántica, un sentido de totalidad a partir de suencadenamiento y organización sintáctica que representaalgo más que la suma de sus partes. En una secuencia, lasactividades tienen que enlazarse sucesivamente por dosgrandes motivos; uno es de orden pedagógico: que losalumnos puedan encontrar sentido en lo que hacen; yotro del orden de la didáctica específica de la alfabetización:para aprender procesos (leer y escribir) hay queexperimentarlos, vivirlos, actuarlos como procesos.El equilibrio, como se dijo anteriormente, se plantea entrelas actividades pensadas secuencialmente y las necesidadescircunstanciales del alumno que deben encontrarespacio cuando irrumpen en la enseñanza planificadapara dar lugar a una enseñanza no planificada o eventual.Veamos un ejemplo: los niños de un grupo de primergrado en el mes de marzo se encuentran desarrollandouna secuencia como la que se ha planteado en el puntoanterior sobre palabras escritas, más precisamente losdías de la semana. Cada uno trabaja con su compañero debanco con la consigna de armar dos grupos de palabras:las terminadas en -es y las terminadas en -o. En unmomento de la actividad, una alumna le dice a la maestraque ella sabe "cómo se escribe Marta con martes", señalandoel cartel que tiene sobre el banco con esta últimapalabra (aprendizaje por descubrimiento). La docente lainvita al pizarrón donde la niña escribe "marta" y, frentea la pregunta de la maestra, explica que para escribir esenombre le puso la "a" al final. La docente dice que, porser el nombre de una persona, en este caso va con mayúsculay escribe al lado "Marta" (enseñanza directa delmaestro). En ese momento, otra alumna dice que tambiénsabe escribir "luna" con lunes. La docente procede delmismo modo y la niña escribe en el pizarrón "lunesa"explicando que le puso la "a" porque luna es como lunes,pero termina con a". La maestra dio lugar durante un buenrato a una enseñanza no planificada, sumamente interesantepara todos los niños, después de la cual siguió conel desarrollo de la secuencia prevista para enseñar a leery escribir los días de la semana, enriquecida por este yotros pasajes eventuales igualmente relevantes.Este es uno de los equilibrios más difíciles de lograr porquerequiere sólido conocimiento teórico de la lenguaescrita y alta creatividad del docente alfabetizador paraintervenir de modo propicio en la situación que no esposible planificar, aparece siempre en el nivel de la prácticainstitucional y que, por ello, le exige distinguir cuándoestá frente a un caso valioso para el análisis de todo elgrupo y cuándo no.Equilibrio metodológicoComo se viene argumentando, la alfabetización no seresuelve con la sola declamación de un enfoque teórico,sino que debe encarnar en propuestas didácticas en las quese replanteen los equilibrios pedagógicos necesarios.Retomemos en este caso el tercer enunciado acerca demantener el equilibrio entre métodos que abordan el códigoescrito y métodos que impulsan la comprensión global.Los métodos más antiguos de alfabetización -métodosalfabéticos- desde los griegos hasta el siglo XIX estabanfuertemente concentrados en la enseñanza del código(las letras y sus formas) e iban de la mano con la prácticade la caligrafía y la copia. La introducción de losmétodos fónicos, a pesar de todas las variaciones quefueron planteando los maestros para que los niños lograranaprender con menos dificultad, no se alejaron muchode los primeros, como tampoco de sus sucesores, losmétodos silábicos. En todos ellos, el alumno operaba conunidades no significativas de la lengua fuertemente concentradasen el código escrito y en sus relaciones con elcódigo oral.Pero, sobre finales del XIX y en los umbrales del XX,surge una marcada preocupación por el papel de la comprensióny la significación como vía de acceso al aprendizaje,no sólo del código, sino de la lengua escrita en sucomplejidad. Esta preocupación se mantuvo durantetodo el siglo y produjo avances que fueron introduciendoprimero la palabra (global o generadora), luego lafrase y el texto, y finalmente incorporando los portadoresy contextos de circulación de la lengua escrita paraaumentar todavía más la comprensión del aprendiz.En la segunda parte del siglo pasado, en la Argentina seperdió la tradicional discusión metodológica que acompañóa la enseñanza de la lectura y la escritura desde lacreación de la escuela, y en las últimas décadas de aquelinvestigaciones y debates sobre alfabetización inicialtranscurrieron focalizados en las diferentes concepcionesdel sujeto del aprendizaje y en la interpretación de losfracasos más que en la discusión didáctica, en el análisisminucioso de propuestas metodológicas, en el seguimientoy evaluación de la enseñanza para la discusión deresultados. Durante ese período, en algunas propuestasdidácticas hasta desapareció la lengua como objeto paraser sustituida solo por sus prácticas.Sin embargo, aun focalizando excluyentemente elsujeto del aprendizaje, se podría plantear algo del228
Mendoza Lee y Escribe - Parte 4equilibrio deseable si se tomaran en cuenta losaportes específicos sobre el aprendizaje de la lenguaescrita, puesto que la investigación en estecampo ha avanzado de modo vertiginoso, derribandoincluso algunos postulados que parecían indiscutibleshasta hace unas décadas, por ejemplo lasdiferencias que se establecían entre alumnos"visuales" y "auditivos" (Lieury, 2000;Jamet,2006:Jaichenco, 2010), que fue durante muchotiempo una distinción habitual y base de creencias,explicaciones y prácticas que en la actualidad carecende fundamento.Hoy sabemos que los niños aprenden a leer utilizandoambas rutas de procesamiento (la visual y la auditiva); lalectura es un conjunto de procesos cognitivos muy complejoen el cual existen estos dos procesos para interpretarlos signos escritos: "por un lado, un procedimientodirecto o léxico, y por otro lado, el procedimiento indirectoo fonológico que exige transformar cada uno de losgrafemas de las palabras en fonemas para acceder al significadoa partir de esta información, como ocurre en ellenguaje oral" (Giussani,2010, 106).El primer procedimiento, la lectura léxica, consiste enacceder a la representación mental de la forma globalde la palabra escrita que ha sido aprendida por frecuentación,manipulación, comparación, identificaciónde partes, como hemos visto anteriormente alhacer referencia a la conciencia morfológica. Elsegundo procedimiento consiste en la conversión degrafemas en fonemas; este proceso es más lento y estámás sujeto a error, cosa que se compensa porque permiteleer palabras nuevas o desconocidas, es decir,palabras que no han sido memorizadas y representadasen el léxico mental ortográfico.Esto significa que, mientras las investigaciones sobreconciencia morfológica, léxica y conciencia fonológicaavanzan en sus respectivos foros, sus aportes exigenque a los niños se les planteen ambas vías en laenseñanza, manteniendo de esta forma el equilibrio delos aportes existentes en el campo intelectual de laalfabetización. Esto resulta vital para prevenir el fracaso,para plantear el ingreso a la lectura y la escrituracon puertas bien anchas y permanentemente abiertaspara que logren entrar la mayor cantidad de niñoso, por lo menos, para que no se queden afuera porcuestiones relacionadas con la enseñanza que ya hansido replanteadas suficientemente en el marco de lasciencias del lenguaje.Principal problema a superarEn los ámbitos donde la discusión metodológica no se hasuspendido, esta se ha concentrado en torno al grado deintervención ideal que debe tener el maestro en el aprendizajede algunos aspectos de la lengua. Sin embargo, enla Argentina el problema que es necesario superar prioritariamentees la ausencia de enseñanza, la presencia delos restos anacrónicos y degradados del aprestamiento -que quita calidad y tiempo a la alfabetización-, la presenciade la letra como unidad excluyente para enseñar aleer y la ausencia de discusión metodológica seria entremaestros y formadores.No hay en todo el panorama de investigaciones disponiblesninguna que exija una inclinación hacia uno solo delos polos que se han enunciado hasta aquí, sino que, porel contrario, el siglo XXI nos encuentra con la posibilidadde superación de posiciones encontradas, fundamentalmenteporque la alfabetización debe dar el salto a lasnuevas tecnologías. Y esto no es posible ni compatiblecon muchas de las prácticas decimonónicas, que gozantodavía de muy buena salud en las escuelas, ni con unaconcepción anacrónica de la didáctica como campo deaplicación técnica o instrumental desligada de los problemasdel conocimiento que impregna las aulas de laformación docente, que subestima o lisa y llanamenteobtura la reflexión profunda en este nivel. Aunque sabemosque para avanzar no es posible discutir y acordarsolo en el nivel de los fines pedagógicos, sino tambiénhacerlo en el nivel de los instrumentos, procedimientos,métodos, técnicas que se utilizan para alfabetizar. No hayallí una cuestión meramente práctica, sino un nivel dereflexión teórica sobre los problemas que se presentancuando los sujetos conocen una lengua, es decir, uncampo profundamente ideológico en el que se construyeny seleccionan los mejores métodos y estrategias paraabordar el objeto de conocimiento, en este caso, una lenguaescrita alfabética.Las investigaciones aportan elementos que ayudan acomprender los procesos y a intervenir mejor en cadacontexto, cosa que no ocurre cuando las teorías encuentranadherentes superficiales e irreflexivos más parecidosa fanáticos de un equipo deportivo que a maestros o formadorescomprometidos con el análisis detallado de loque constituye, en cada caso, una mejor propuesta paraalfabetizar.Ninguno de los enfoques teóricos actuales cuestionaaspectos tales como la necesaria presencia de diversi-229
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