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figuras y trajes paganos y turbantes moros
y algunas reuniones tenidas en un momento
de patrio entusiasmo y que sólo duraban
lo que las tempestades de verano. No tratamos
de aminorar la importancia de esos
actos llenos de civismo y de espontaneidad,
ni de deprimir a las personas que los
han llevado a cabo, para nosotros sagrado,
sino de hacer presente que la obra de
reconquista del honor gallego conculcado,
no podía ser de un acto ni de un día, sino el
trabajo firme, constante y heroico de los
años y de la paciencia. Nosotros hemos
tenido tal vez esta única virtud. Valor, energía
y heroismo para vencer todos los obstáculos
que se oponían al desarrollo de
nuestros proyectos, que no envolvían otro
ideal que el defender a Galicia y a sus hijos
de las inculpaciones, que se les habían
hecho y que toleraran con demasiada bondad
o indiferencia. Creemos de buena fe
que lo hemos conseguido y si hoy nos viésemos
en la necesidad de abandonar esta
tierra en la que tantas amarguras y alegrías
han turbado nuestro corazón, la abandonaríamos
en la firmísima convicción de que
dejamos muchas almas nobles que nos
vivirían agradecidas a nuestros esfuerzos y
que serían muy pocos los que continuasen
ensañándose en quien ningún daño les ha
hecho ni siquiera el del desprecio porque
de ningún crimen nos acusa nuestra conciencia.
Nuestro humilde periódico tan querido
por unos, tan combatido por otros,
digan lo que quieran los que alegan más
viejos títulos de defensores de Galicia, ha
juntado a los extraviados hermanos de esta
Antilla, haciendo que en unos reviviese el
muerto... y en los más se encendiese más y
más la sacrosanta pasión que por tan bendita
tierra sentían. Es cierto que antes de la
fundación de este periódico existía aquí una
importantísima y benéfica Sociedad, cuyos
Galegos en América e americanos en Galicia
fines son altamente filantrópicos y recomendables,
más ni su modo de ser, ni su
reglamento, ni los hombres que estaban a
su frente, de suyo ocupados en otra clase
de negocios y empresas, pudieron dedicarse
exclusivamente, cual lo hicimos nosotros
por entero y sin ambajes ni medias tintas
a la defensa de Galicia.
Como la regeneración de los pueblos
es en el orden natural lo que los ríos al
mar, que corren sin detenerse inmensos
terrenos, hasta alcanzar su fin verdadero, la
buena opinión que empezó a formarse de
Galicia en el centro de sus provincias hermanas
y en esta Antilla, llegó hasta la
América del Sur y en Buenos Aires, una de
sus más importantes y ricas ciudades, los
naturales de Galicia se han reunido para
formar un Centro Gallego, que abrazase no
sólo la solemne práctica de la caridad a los
desvalidos y enfermos, sino también la
caridad espiritual, es decir, el tratar de llevar
luces y conocimientos a las inteligencias
ignorantes que por su desgracia no
habían podido recibirlas en el seno de sus
familias. Estableciose efectivamente ese
Centro y su primera manifestación fue una
gran reunión en la que se pronunciaron
habilísimos y brillantes discursos y se leyeron
composiciones poéticas dignas de las
primeras capacidades de nuestra república
literaria, tendiendo todas a demostrar el
grado de cultura alcanzado por nuestro
país y el error en que se encuentran cuantos
sin conocer su historia la juzgan caprichosamente
y como resultado de esta
explosión de entusiasmo, bajo los auspicios
de la más perfecta unión de todos los
gallegos de la República Argentina fundose
El Gallego, órgano defensor de los intereses
y de la honra de Galicia, que desde el
primer momento conquistó las simpatías
no sólo de gallegos, sino de españoles de
otras provincias, allí residentes.
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