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160 XV JORNADAS CIENTÍFICAS DE LA S.E.O.C.<br />

Tabla i<br />

Precio (kg/canal) en pesetas de la carne de cordero<br />

Tabla II<br />

Precio de la carne de cordero en los países comunitarios<br />

Año<br />

Precio<br />

1981<br />

385,55<br />

1982<br />

458,46<br />

1983<br />

482,21<br />

1984<br />

539,04<br />

1985<br />

635,89<br />

1986<br />

589,13<br />

1987<br />

523,74<br />

1988<br />

505,12<br />

Fuente: Esteban Muñoz, C. 1989.<br />

1981<br />

100<br />

119<br />

125<br />

139<br />

164<br />

152<br />

135<br />

131<br />

País/año<br />

Bélgica<br />

Dinamarca<br />

Alemania<br />

Grecia<br />

España<br />

Francia<br />

Irlanda<br />

Italia<br />

Holanda<br />

Portugal<br />

Reino Unido<br />

ECUS/Kg<br />

1986<br />

5,069<br />

3,234<br />

3,401<br />

4,346<br />

3,878<br />

3,383<br />

2,972<br />

4,523<br />

3,647<br />

3,494<br />

3,042<br />

1987<br />

3,817<br />

2,719<br />

3,044<br />

4,292<br />

3,444<br />

3,144<br />

2,458<br />

4,352<br />

3,072<br />

3,025<br />

3,032<br />

ne un derroche económico, tanto más grave si se tiene<br />

en cuenta que ello se da en un mundo que tiene<br />

hambre.<br />

De cualquier manera el proceso de intensificación<br />

en capital en el ovino lleva a una partición del sector<br />

agrario, por la que las madres quedan ligadas a la<br />

producción del suelo por la razón de que la tierra supone<br />

una earga gravosa para la producción intensificada,<br />

mientras los lechales tras el destete pasan al cebadero,<br />

rompiendo todo vínculo con el sector agrario.<br />

Esta situación es factible de ser sostenida, al menos a<br />

plazo medio, por una relación favorable entre precio<br />

de la carne y precio de los factores de producción, de<br />

los que el pienso supone la mayor partida, y precisamente<br />

ello es lo que pone en riesgo la producción intensificada<br />

en cuanto entra en concurrencia competitiva;<br />

en efecto, obsérvese que el precio es sostenido<br />

por un sistema de almacenamiento y garantías, pero<br />

si tal situación se altera —y no digamos nada en un<br />

mercado libre— la rentabilidad expresada como funciones<br />

de la diferencia precio-coste puede llegar a no<br />

tener interés, e incluso a ser negativa, lo que supone<br />

la apertura de una crisis en el sector de cebo intensivo.<br />

Por lo tanto, aun sin tener en consideración nuestro<br />

ingreso en la CEE, habría que ir pensando en una<br />

reestructuración de la producción de ovino, desmontando<br />

los cebaderos desde el momento que su explotación<br />

supone una alta elevación del coste. Así, DEL­<br />

GADO ENGUITA señala cómo tomando como base el<br />

pastoreo, el uso concentrado eleva el coste a 314, y<br />

para VERA y VEGA el coste se eleva al 164% para la<br />

intensificación (citado por GARCÍA LARA, 1987). Una<br />

vez más, insistimos en que el cebo intensivo de rumiantes<br />

fue posible por una política determinada que,<br />

desde luego, no tuvo en cuenta al sector agrario al no<br />

plantear la posibilidad de un cebo intensivo dentro de<br />

éste, por una integración secano-regadío (SOBRINO<br />

IGUALADOR y PAZ SAEZ, 1973) y dando pie a la creación<br />

de los cebaderos, institución única en Europa, y<br />

que ya a la altura de 1990 se muestra como un camino<br />

sin salida, tanto más cuanto que el consumo interior<br />

de carne de cordero se muestra escasamente dinámico.<br />

Fuente: Eurostat, 1988.<br />

III. Por supuesto que aun sin contar con el horizonte<br />

comunitario, habría que haber realizado una<br />

ordenación del secano español y, por tanto, de la producción<br />

ovina, pero desde luego nuestra integración<br />

en la Comunidad Europea cambia todo el desarrollo<br />

de una política nacional, que se condiciona por las directrices<br />

comunitarias, y, desde luego, en el inicio éstas<br />

no tuvieron para nada en cuenta a la producción<br />

ovina. El único país con producción importante era<br />

Francia, y no tenía problemas con el mercado, por lo<br />

tanto no había de qué preocuparse. Solamente la entrada<br />

de Gran Bretaña como país miembro, y la doble<br />

cuestión de su competencia con Francia, originando<br />

la llamada «guerra de los corderos», y su relación con<br />

los países de la Commonwealth, con grandes produc-'<br />

tores de ovino, como Australia y Nueva Zelanda, movieron<br />

al Mercado Común, hasta aquel momento gran<br />

importador de carne de cordero, a considerar la reglamentación<br />

del mercado.<br />

Entonces es cuando se da la entrada de España y<br />

Portugal, y, precisamente cuando no era muy favorable<br />

la situación en la CEE, puesto que la PAC había<br />

entrado en crisis; pero prescindiendo de la oportunidad<br />

del momento, y de que la negociación no fuera<br />

muy afortunada, el hecho de la integración resulta<br />

crucial, puesto que las directrices comunitarias implican,<br />

por lo pronto:<br />

a) Abandono de tierras en cultivo.<br />

b) Descenso del grado de protección de la agricultura.<br />

c) Forzosamente habrá de replantearse todo el<br />

comercio exterior.<br />

a) Entre otras razones, los bajos rendimientos de<br />

los cereales en nuestros secanos se debe al cultivo<br />

de terrenos marginales que nunca debieron<br />

de roturarse, pero que lo fueron a impulsos<br />

de una política determinada que, de forma<br />

muy general, se extendió desde la muerte de

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