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TENDENCIA DE LA ECONOMÍA Y LA COMERCIALIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN OVINA ESPAÑOLA 163<br />
c) El Acta con mercado único está previsto<br />
para comenzar en 1993, pero<br />
tres dificultades surgen a su realización:<br />
las relaciones con el Este; la<br />
unidad monetaria, que, hoy por hoy,<br />
no se ve nada próxima, y la falta absoluta<br />
de unanimidad en la concepción<br />
de lo que ha de ser la unidad<br />
europea.<br />
Sea como fuere, las relaciones con<br />
el resto del mundo no parece que<br />
puedan continuar como fueron planteadas<br />
con la CHE desde el Tratado<br />
de Roma, y ello repercutirá en el comercio<br />
internacional de carne ovina.<br />
3. a La situación del llamado Tercer Mundo va<br />
empeorando, y las apelaciones a la fuerza<br />
no son soluciones estables, por lo que pa-.<br />
rece de necesidad que cambie la actitud<br />
de la CEE, al menos en lo que atañe a los<br />
intercambios comerciales.<br />
Sobre la base de tales consideraciones es posible<br />
llegar a la conclusión:<br />
1.° La producción ovina se presenta como una posibilidad<br />
idónea en nuestra agricultura, en<br />
principio, de forma que, aun en una hipótesis<br />
moderada, el incremento de carne canal pudiera<br />
llegar a un 25% sobre el promedio obtenido<br />
en el período 1980-86 (PAZ SAEZ y RUIZ<br />
ABAD, 1989).<br />
2° En un mercado competitivo —aun sin considerar<br />
la perspectiva del Acta Única— nuestros<br />
costes impiden la concurrencia, y en ello ocupan<br />
el primer plano el precio de los piensos<br />
debido, fundamentalmente, a la alta proporción<br />
de concentrados (según la FETAC, en<br />
1988, la media de cereal en nuestros piensos<br />
alcanzan el 63,1%), lo que hace que aun sin la<br />
integración en la CEE el cebo intensivo resulta<br />
cada vez más difícil de sostener y aún menos<br />
en estos últimos años, en que nuestra balanza<br />
comercial acusa un alto déficit, con sentido<br />
creciente, habida cuenta el renglón que suponen<br />
el maíz, el sorgo y la soja en la importación<br />
española.<br />
IV. Por consiguiente, el papel que puede jugar el<br />
ovino en la reorientación de la agricultura nacional<br />
tiene que concebirse básicamente como mantenido<br />
sobre la producción del suelo; pero de cualquier manera<br />
la consideración del mercado es insoslayable,<br />
desde el momento que hay que tener en cuenta irremediablemente:<br />
1.° Posibilidad de absorber la producción nacional<br />
de carne de cordero por parte del mercado interior,<br />
tanto más si se llega a dar un incremento<br />
sustancial de la producción.<br />
2° Ante una apertura del mercado existe el riesgo<br />
claro de la entrada de carne procedente del<br />
exterior en clara competencia con la del interior.<br />
3.° Por la misma razón cabe la oportunidad de<br />
concurrir al mercado internacional, y ello es<br />
precisamente lo que necesita conocerse.<br />
Por todo ello, el análisis del mercado tiene que ser<br />
abordado en los dos sectores: interior y exterior.<br />
A este respecto, el primer parámetro a considerar<br />
es el consumo y su evolución, cuya situación no da<br />
una perspectiva demasiado optimista. En efecto, el<br />
examen de las series cronológicas permite ver, por un<br />
lado, que los niveles absolutos de los consumos unitarios<br />
son muy reducidos; ciertamente en la última temporada<br />
e) MAPA ha corregido las series de consumo,<br />
elevándolas poco más de 1 kg (lo que posiblemente es<br />
correcto), pero de todas formas supone la cuantía<br />
más reducida de todas las carnes (salvo la de cquido),<br />
pero lo más llamativo es que en un plazo prudencialmente<br />
largo los incrementos registrados son muy pequeños.<br />
Ello indica lo arriesgado que resulta, cara al mercado,<br />
un fuerte aumento de la producción. En efecto, sobre<br />
las cifras dadas más arriba, sin demasiado optimismo,<br />
puede cifrarse que se podría alcanzar un<br />
volumen del orden de las 40.000 toneladas, equivalentes<br />
a algo más de 1 kg/año/habitante, lo que sobre<br />
el nivel actual resulta de muy difícil absorción sin una<br />
caída sensible de los precios, que, a priori, podría estimarse<br />
sobre el 30%, lo que no tendría más remedio<br />
que acusar la producción. Naturalmente que una reorientación<br />
productiva en el sentido señalado de<br />
asentar la explotación ligada al suelo, aun con un<br />
descenso de los precios (siempre referidos al productor),<br />
permitiría sostener una diferencia precio-coste<br />
que hiciese, por lo menos, aceptable la rentabilidad,<br />
con la condición de que el descenso del precio en origen<br />
se transmitiese al consumidor final, en lo que debe<br />
estar interesado el productor, tanto como en la<br />
propia producción.<br />
Si el consumo lo referimos a la CEE, el panorama es<br />
bastante análogo. Como señala ESTEBAN MUÑOZ<br />
(1987), el consumo comunitario se muestra bastante<br />
estable, con un promedio de 3-4 kg/habitante y año,<br />
aunque, desde luego, se da una sensible dispersión<br />
entre los valores nacionales, cuyos extremos se dan<br />
para Grecia, con algo más de 14 kg, y el grupo de países<br />
nórdicos —Holanda, Dinamarca y Alemania—,<br />
que no llegan al kilo, y del grupo intermedio solamente<br />
destacan Gran Bretaña e Irlanda, que alcanzan un<br />
consumo de alrededor de los 7 kg, puesto que Bélgica,<br />
Luxemburgo, Francia, Italia, España y Portugal se sitúan<br />
en torno a la media comunitaria. Para mayor<br />
precisión estos datos brutos precisan matizarse, con<br />
vistas, sobre todo, a las posibles tendencias actuantes<br />
en el futuro inmediato. En efecto:<br />
a) La evolución demográfica en el conjunto de la<br />
CEE se presenta con muy ligero incremento,<br />
cuyo signo positivo, en gran medida, se debe al<br />
aporte de los países del sur, pero en éstos hace<br />
algún tiempo que se viene acusando la baja de-