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164 XV JORNADAS CIENTÍFICAS DE LA S.E.O.C,<br />
mográfica por descenso de natalidad (véase el<br />
caso de España desde 1977 y 1982), y aunque,<br />
ciertamente, la reunificación alemana y la política<br />
de protección familiar francesa van a significar<br />
una mejora, desde luego a plazo medio<br />
hay que contar con una estabilidad en el volumen<br />
de población, tanto más cuanto que la<br />
CEE limita radicalmente la inmigración.<br />
b) En los países que, como la Gran Bretaña, pueden<br />
considerarse grandes consumidores de<br />
ovino, el consumo viene cayendo desde hace<br />
algún tiempo.<br />
c) Las calidades son también diferentes, y, precisamente,<br />
el mayor consumidor comunitario no<br />
se caracteriza por la mejor calidad.<br />
V. Ante la posibilidad de un incremento de la producción<br />
interior de carne de cordero que no pueda<br />
ser absorbida por nuestro consumo al nivel presente<br />
de precios, es evidente que la exportación se presenta<br />
como una opción válida que permitiría, cuando menos,<br />
sostener la producción.<br />
En principio, tal exportación podría dirigirse bien a<br />
la Comunidad, bien a terceros países.<br />
1.° La Comunidad presenta perspectivas nada<br />
desdeñables, desde el momento que en los últimos<br />
tiempos su importación media viene a<br />
suponer un tonelaje del orden de las 250.000<br />
toneladas, lo que, teóricamente, significa que<br />
aunque por nuestra parte se diese un aumento<br />
que superara incluso las 50.000 toneladas,<br />
tendrían perfecta cabida en el mercado comunitario.<br />
2.° El principal competidor que hasta la fecha<br />
puede encontrar España en la CEE es Gran<br />
Bretaña, y en este punto cabe decir que la estacionalidad<br />
de la producción viene a favorecer<br />
a nuestra producción, tanto más importante<br />
cuanto que la fluctuación estacional es origen<br />
de grandes oscilaciones de precios en el<br />
mercado interior, más altos en el mercado de<br />
la Comunidad; solamente cuando Gran Bretaña<br />
retrasa la salida de sus corderos se pierden<br />
estas ventajas.<br />
3.° A plazo medio, o poco más, hay que contar<br />
con el probable hecho, ya señalado, de la modificación<br />
de la hasta ahora venerada organización<br />
comunitaria de mercados, lo que aumentará<br />
la concurrencia competitiva dentro<br />
de las fronteras de la CEE —con Acta Única o<br />
sin ella— y que en el caso de la carne de ovino<br />
es más probable cuanto que los países del norte<br />
no tienen en ello ningún interés que defender.<br />
4.° Alrededor del 80% de la importación comunitaria<br />
procede de Nueva Zelanda a unos precios<br />
sin posible competencia, y cuyo impacto<br />
aún será mayor si llega a darse la antedicha<br />
apertura de mercados. No se olvide la acción<br />
depresora que sobre los precios del mercado<br />
nacional han venido teniendo desde 1987 las<br />
importaciones procedentes de Nueva Zelanda.<br />
5.° Esto muestra, una vez más, que los precios diferenciales<br />
resultan definitivos en una situación<br />
competitiva, y en osle punto hay que señalar<br />
que, dentro de la CHE, Gran Bretaña, los<br />
presenta, como promedio, alrededor de un 13%<br />
más bajos que los españoles; a esta diferencia<br />
hay que añadir los costes de transporte y comercialización,<br />
no especialmente favorables a<br />
la producción española. Esto abre dos grandes<br />
dificultades:<br />
a) Si la producción nacional española no logra<br />
rebajar precios de manera sustancial,<br />
que por nuestra parte hemos estimado en<br />
un mínimo del 25% sobre el nivel de 1988,<br />
el riesgo de penetración de importaciones<br />
os muy alto.<br />
bj Este peligro aumenta y las posibilidades<br />
de exportación disminuyen si se tiene en<br />
cuenta la sobrevaloración de nuestra moneda<br />
frente a las divisas más importantes.<br />
6.° Naturalmente que un nivel de precios determinado<br />
tiene que ir referido a una calidad, pero<br />
esto mismo, referido a nuestra posible concurrencia<br />
al mercado internacional, precisa de<br />
ciertas matizaciones. En efecto, el más elemental<br />
examen del mercado hace ver que el<br />
peso medio de las canales de cordero en la<br />
CEE es superior al que se da en España, en<br />
cuyo hecho se creyó ver la necesidad de que<br />
nuestra producción llegara a mayores pesos,<br />
tanto más cuanto que se vino afirmando que<br />
las canales ligeras no tenían aceptación en Europa,<br />
pero ante todo esto conviene aclarar:<br />
a) A la producción de la Europa occidental le<br />
resulta económico llegar a grandes pesos<br />
sobre el pasto, máximas, si, como en Gran<br />
Bretaña, se da una integración entre pastizales<br />
naturales (áreas de montaña) y cebo<br />
en los cultivos de llanura. El sistema<br />
español tradicional en pastoreo no permite<br />
semejante cosa, y el acudir a la recría<br />
en cebadero ya queda dicho que va resultando<br />
cada vez más difícil, aparte de que,<br />
como ya comentaba CAMPS en 1974, el<br />
aumento de peso se realiza, en gran parte,<br />
por engrasamiento, lo que hoy resultaría<br />
inaceptable, fundamentalmente, por<br />
razones de coste.<br />
b) No es cierto que el mercado comunitario<br />
no acepte canales ligeras; para el promedio<br />
1985-87 fue de 15 kg, pero con desviaciones<br />
sensibles (8,9 kg en Italia y 10,1 kg<br />
en Portugal). Por lo tanto, España se situaría<br />
un 20-25% sobre la media de la Comunidad,<br />
con la advertencia de que ésta<br />
tiende a disminuir el peso de sus canales.<br />
Desde luego que el bajo peso medio de las canales