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188 XV JORNADAS CIENTÍFICAS DE LA S.E.O.C.<br />

ñalar que en el Plan Nacional de Diseño, Calidad<br />

y Moda, propuesto por el Ministerio de Industria<br />

en 1989 y dotado con 2.700 millones<br />

de pesetas por tres años para 300 empresas,<br />

no se considera a la lana como materia individualizada,<br />

cuando la moda italiana al menos<br />

para la temporada 1988-89 promociona la<br />

confección de prendas de lana, tanto masculinas<br />

como femeninas. (Italia es uno de los grandes<br />

importadores europeos de lana con tendencia<br />

creciente, y que en 1987 alcanzó las<br />

84.419 toneladas de lana en sucio.)<br />

Parece claro que las tendencias de nuestra producción<br />

textil difieren de las de los competidores, y no se<br />

olvide que Italia, en este terreno, tiene una gran influencia<br />

en el mercado mundial de la confección y la<br />

moda.<br />

En cuanto al mercado internacional, la perspectiva<br />

comprende un triple frente:<br />

A) Las posibilidades de exportación suponen la<br />

expansión del sector textil nacional —en la actualidad<br />

20 empresas concentran el 50% de la<br />

exportación y en el caso de prendas externas<br />

masculinas y deportivas, el 64% se cubre por<br />

tres empresas—. En cambio, la exportación<br />

textil española viene a suponer el 8% de la<br />

producción.<br />

B) Un aporte de divisas que puede ser un alivio al<br />

déficit de nuestra balanza comercial (en 1989<br />

supuso 3,2 billones de pesetas, equivalentes al<br />

4% del PIB).<br />

C) El propio mercado interior se halla amenazado<br />

ante la fuerte penetración de comercializadoras<br />

extranjeras.<br />

Frente a todo ello, la realidad muestra que el sector<br />

exterior nos viene siendo adverso, sobre todo en los<br />

años más recientes, y así en 1988, mientras la exportación<br />

creció un 7,4%, las importaciones un 20,1%,<br />

con un saldo monetario negativo de 48.625 millones<br />

de pesetas. En conjunto, para el período 1987-89, la<br />

balanza textil es deficitaria, de forma que en 1987 el<br />

grado de cobertura fue del 100,5%, mientras que en<br />

1988 tan sólo supuso el 79,3%; es decir, quedamos un<br />

21,2% al descubierto y ello tan sólo en un año, lo que<br />

implica la existencia de una alta tasa en el crecimiento<br />

de la importación, a lo que ha contribuido en alto<br />

grado factores como: la apreciación de la peseta (un<br />

7% respecto a las monedas de la CEE y un 3% frente<br />

al dólar); el desarme arancelario a que nos obliga la<br />

adhesión a la Comunidad, tanto más grave cuanto<br />

que nuestro nivel de productividad es inferior al de la<br />

CEE; la tendencia creciente de nuestros costes y la<br />

conflictividad laboral no sólo en el sector, sino también,<br />

de forma indirecta, la conflictividad general, que<br />

dada nuestra baja productividad tiene un efecto multiplicador.<br />

Para el período 1984-89 todos los factores señalados<br />

y el grado de inflación han hecho, en consecuencia,<br />

que la tendencia creciente de la importación de<br />

confecciones se agudizara (en 1988 el valor de las<br />

confecciones importadas ascendió a 50.410 millones<br />

de pesetas).<br />

Sin embargo, como señalamos en otra ocasión (PAZ<br />

SAEZ, 1988), la exportación de confecciones venía<br />

siendo una de las posibilidades reales sobre el mercado<br />

mundial (en 1987 la confección logró un superávit<br />

de 192 millones de pesetas), pero en los últimos tiempos,<br />

para la producción española, el mercado se ha<br />

ido enrareciendo; en primer lugar, por los factores señalados,<br />

que limitan nuestra competitividad, y en segundo<br />

por la gran competencia que supone la presencia<br />

de países asiáticos, cuyas prácticas ya hemos señalado.<br />

Pero es que, además, es posible que países de<br />

la CEE adquieran productos textiles a terceros países<br />

y posteriormente los desvíen a España, aprovechando<br />

las condiciones del mercado comunitario; a lo que hay<br />

que sumar la señalada penetración de empresas no<br />

nacionales, que, en realidad, realizan importaciones<br />

más o menos encubiertas. La misma acción por parte<br />

de empresas españolas es bastante más limitada (en<br />

1990, Levanter fabricará vaqueros en la URSS, pero<br />

asociada a una firma sueca, por ejemplo), aunque por<br />

lo que respecta a la lana, se dan casos (Zasa y Rúa<br />

Papel, por ejemplo) que vienen tratando de montar<br />

fábricas de géneros de punto y abrir tiendas de confección<br />

en los países del Este europeo.<br />

Pese a todo ello, la exportación textil resulta importante<br />

para nuestra economía; baste con considerar<br />

que, en 1988, el 11,2% de la exportación total catalana<br />

correspondió a textiles, por lo que la concurrencia<br />

en el mercado internacional se presenta como una<br />

necesidad, a pesar de la dificultad creciente que ello<br />

supone. Por supuesto que la superación de esto tiene'<br />

su vía más lógica en las confecciones, industria que se<br />

viene desarrollando desde los años cuarenta y que a<br />

comienzos de los setenta ya tiene presencia en el exterior,<br />

máximo cuando el diseño español tiene aceptación<br />

mundial (aunque, en verdad, no se han logrado<br />

incrementos importantes en la exportación), siendo<br />

Francia y Alemania nuestros mejores clientes. Téngase<br />

presente que en 1988, y tan sólo procedente de la<br />

CEE, se importó un valor de 1.300 pesetas por habitante,<br />

mientras grupos comunitarios están penetrando<br />

en nuestro mercado interior, lo que hace que la<br />

balanza textil vaya desnivelándose en nuestra contra,<br />

con el consiguiente impacto en déficit por cuenta corriente,<br />

sobre el cual, y a mayor abundamiento, cabe<br />

decir que somos uno de los países con mayor deuda<br />

por habitante.<br />

Hay que decir que los esfuerzos españoles para forzar<br />

al mercado distan de ser todo lo intensos que podrían,<br />

y en parte ello se debe a la falta de iniciativa de<br />

nuestro sector textil, que plantea, con preferencia,<br />

una estrategia de consorcio, asociación o incluso venta<br />

al capital no nacional, lo que no resulta nada difícil,<br />

dada la situación del sector, pese al plan de reconversión,<br />

con un gasto de 183.057 millones en cinco<br />

años, en la que se han venido dando numerosas quie-

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