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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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Ah, la República cuánta gente laboriosa, cuánta gente <strong>int</strong>eligente y creadora la honró. Graciasa esta gente <strong>Cuba</strong> fue un país en constante desarrollo. Hoy, tras cuarentitantosaños de castrismo, huérfana de la Unión Soviética, es un país que mendigaayuda humanitaria —ni Haití lo hace— mientras exhibe la cartilla de racionamientode más largo recorrido en la historia universal de la miseria. Yo, queen aquella República fui pobre de vivir temporadas en cuarterías, pero en laque jamás me fui con hambre a la cama —aciaga experiencia que sí tuve despuésde 1959—, no me explico cómo Castro y su corte no se avergüenzan deno haber sido capaces, en más de cuarenta años, de garantizarles a los cubanoslos alimentos que siempre produjo con abundancia el país. De acuerdocon las estadísticas, en aquellos tiempos burgueses <strong>Cuba</strong> producía el 75% de losalimentos que consumía su población —lo que no producía se importaba—, yno había que hacer colas para adquirirlos ni ninguno estaba racionado.Tanto o más que los panes y los peces, a los <strong>int</strong>electuales y artistas, porobvias razones, nos <strong>int</strong>eresan las libertades de movimiento, de información,de pensamiento y de expresión. Estas libertades son imprescindibles paranuestra existencia real y plena. Cuando quise publicar mi primer libro —fueen 1956, en el último y peor mandato de Batista—, contraté una imprenta y lopubliqué, y luego lo distribuí, y no tuve que pedir permiso ni rendir cuenta anadie. Lo mismo hice con el segundo, aparecido en 1957. Para el tercero y losdemás que publiqué en <strong>Cuba</strong> —ya la revolución se había convertido engobierno (la agudeza es de Pancho Villa, no mía)— me vi obligado a contarcon la anuencia de la burocracia «cultural» del Partido y del Estado, que enlos regímenes <strong>com</strong>unistas son la misma cosa.No sé cuántos periódicos había, en total, en la República, matutinos unos,vespertinos otros, nacionales y provinciales. Que yo recuerde, eran quince losde circulación nacional al triunfo de la revolución: Diario de la Marina, ElMundo, Información, El País, Excelsior, Prensa Libre, El Crisol, Avance, Alerta, Pueblo,La Tarde, Mañana, Ataja, Tiempo en <strong>Cuba</strong> y Noticias de Hoy (éste, de los<strong>com</strong>unistas históricos, conoció <strong>int</strong>erdicciones temporales y asaltos vandálicosen los gobiernos de Prío y Batista, pero Castro lo clausuró definitivamentecuando creó su propio partido y se apoderó de toda la prensa). Cada uno deellos, más Bohemia y Carteles, revistas semanales de enorme circulación dentroy fuera de la isla, tenía su propio perfil editorial. En la República, la libertadde prensa fue un derecho constitucional que pocos gobernantes no respetaronplenamente. Sólo fue suspendido en etapas excepcionales. De él, porsupuesto, también se beneficiaban las numerosísimas emisoras de radio y loscanales de televisión (los primeros que funcionaron en América Latina). FidelCastro fatigó la libertad de prensa —abolida por él hasta hoy— atacando albatistato desde las páginas del periódico Alerta, de Ramón Vanconcelos, ydesde la revista Bohemia, de Miguel Ángel Quevedo (dos periodistas que tuvieronque exiliarse cuando el Comandante bajó de la Sierra y se trepó en eltrono), y desde los micrófonos de la emisora c.o.c.o., de Guido García Inclán,un <strong>com</strong>unicador corajudo que <strong>com</strong>batió a Batista frontalmente y a quien larevolución le quitó la emisora. Recuerdo un artículo de Castro, publicado en 145<strong>encuentro</strong>

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