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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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uena letraPorque el problema, quizá, no es convertirla vida en obra de arte. Es pertinente, también,que nos preguntemos si eso que todavíahoy llamamos arte puede ofrecernos unmodo de vida alternativo a la banalidad deparque temático en el que estamos inmersos.Garbageland posee la doble virtud deplantearnos lo segundo y, al mismo tiempo,de adelantarnos lo primero. ■Saco y <strong>Cuba</strong>Jorge CastellanosJosé Antonio SacoPapeles Políticos sobre <strong>Cuba</strong>Editorial <strong>Cuba</strong>naMiami, Florida, 2001, 564 pp. .No hay modo de separarlos. saco y<strong>Cuba</strong> permanecerán siempre juntos enla conciencia de la nacionalidad. Porque elfamoso bayamés fue de los primeros en captarsu presencia en nuestro proceso histórico,aunque por razones que pronto veremos,sus auténticos perfiles en parte se leescaparan. Y es que paso a paso, silenciosa ysubterráneamente, en el transcurso de treslargos siglos, una nueva <strong>com</strong>unidad, bien diferenciadade aquella que la había fundado,se iba gestando en el seno de esa isla larga yestrecha, con su poco de lengua de pájaro ysu mucho de caimán, que abre (o tal vez cierra)el gran arco tectónico de las Antillas.Era, en verdad, algo incipiente y fetal cuandoa principios del siglo xvii, en nuestroprimer monumento literario, un poema épicotitulado El Espejo de Paciencia, su autor Silvestrede Balboa identifica con nombre yapellido a un ciertocriollo del Bayamo, que en la lista,se llamó y escribió Miguel Baptista,<strong>com</strong>o alguien dist<strong>int</strong>o de un español. Eraalgo ya mucho más cuajado cuando en laprimera mitad del siglo xix los poetas <strong>int</strong>uyenla presencia de una patria que demandasu propio símbolo vegetal. José MaríaHeredia busca «con inútil afán», junto a lostorrentes del Niágara, las palmas ¡ay! las palmasdeliciosas...», mientras Gabriel de laConcepción Valdés, el infeliz Plácido, pide alas generaciones futuras que «en la <strong>Cuba</strong>de Dios» alguien siembre una ceiba a sumemoria.Los hijos de esta tierra caribeña <strong>com</strong>ienzana sentirse unificados en el seno de una<strong>com</strong>unidad trabada por íntimos y peculiareslazos lingüísticos, territoriales, económicos,psicológicos y culturales muy dist<strong>int</strong>os a losde la metrópoli. Empiezan a sentirse <strong>com</strong>patriotas.A saberse cubanos. Y esa nueva personalidadhistórica va a demandar cada díacon voz más alta un puesto aparte bajo elsol. Pronto no serán solo los poetas quienesexpresen el sentimiento inédito. Se incorporarántambién al coro los pensadores, losensayistas, los sociólogos. El primero en lalista fue un ilustre sacerdote y profesor, elPadre Félix Varela, «el primero (también)que nos enseñó a pensar»... Y a él le siguiómuy pronto en el empeño uno de sus másdestacados discípulos, el erudito José AntonioSaco, cuyas obras más importantes sobreel tema de <strong>Cuba</strong> (precedidas por un penetranteensayo <strong>int</strong>roductorio del profesor JoséManuel Hernández) acaban de ser recogidasen un volumen bajo el título de PapelesPolíticos sobre <strong>Cuba</strong>, por la benemérita Editorial<strong>Cuba</strong>na, de Miami, Florida.Prosista de altos quilates, Saco explicó en1848 a su amigo y adversario político GasparBetancourt Cisneros (El Lugareño) en muycortas palabras antológicas el verdadero sentidofilosófico de ese <strong>com</strong>plejísimo fenómenosocial: la <strong>int</strong>egración de una nacionalidad:«La idea de la inmortalidad —dijo— essublime, porque prolonga la existencia delos individuos más allá del sepulcro, y la nacionalidades la inmortalidad de los pueblosy el origen más puro del patriotismo». En suconcepto, <strong>Cuba</strong> era por entonces una nacióntodavía inmadura, pero ya en avanzadoproceso de constituirse en entidad socialpropia y dist<strong>int</strong>a. Y esa sagaz <strong>int</strong>uición y elsentimiento patriótico por ella inspiradobuena letra373<strong>encuentro</strong>

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