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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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TEXTUALLas raíces del castrismoLuis OrtegaSi el castrismo se estudia fuera del contexto histórico de la isla es posiblellegar a creer que se trata de un movimiento original y excéntrico. Esto es lo que lesha ocurrido a muchos extranjeros que descubrieron la isla alrededor del año 1959: carecíande los elementos de juicio necesarios para ubicar a Castro y a su movimiento y determinarel centro en torno al cual ambos giraban. Por otra parte, resulta evidente que loscubanos que podrían haber estado en disposición de ahondar un poco más en el conflictohan estado frecuentemente dominados por la preocupación de elaborar unaestrategia para <strong>com</strong>batirlo y no se han dedicado a indagar las raíces del movimiento. Elafán de propagandizar ha primado sobre la tendencia a la disección y el análisis.La década del castrismo —que ha sido de <strong>int</strong>ensa fatiga— ha servido entre otrascosas, para que se empiecen a secar, en algunos grupos, las glándulas que suelen segregarla fobias y la filias. Podría decirse que ya se advierte una tendencia a eliminar la meraprosa de propaganda para ir hacia un tipo de análisis más objetivo.La progresiva matización <strong>com</strong>unista del castrismo sirvió para que se desviara la atenciónque éste merecía y se concentrara, casi por entero, en aquél, es decir, en el <strong>com</strong>unismo.Inicialmente, los impugnadores consideraron que se dañaba a Castro ubicándoloen el contexto <strong>com</strong>unista. Hoy, a los diez años, tal vez sería provechoso tratar deaveriguar si esta matización <strong>com</strong>unista —o, mejor, la incorporación de los <strong>com</strong>unistas alcastrismo— no sirvió realmente para sustraer al movimiento de su verdadero centro ydarle una estatura <strong>int</strong>ernacional que de otro modo nunca habría podido adquirir.Si observamos con cuidado cómo se inician las primeras corrientes de oposición alcastrismo, después de 1959, veremos que éstas giran en torno a la creciente matización<strong>com</strong>unista del régimen. De hecho, ésta fue una estrategia basada en la convicción deque un régimen <strong>com</strong>unista era irrealizable a noventa millas de los Estados Unidos. A losdiez años podemos admitir, sin ninguna dificultad, que el régimen <strong>com</strong>unista era perfectamenterealizable a pesar de la distancia. La premisa era, por lo tanto, falsa.¿Puede decirse, entonces, que la estrategia fue errónea? Esto es, ¿se <strong>com</strong>etió unerror al soldar el castrismo al <strong>com</strong>unismo? Probablemente, no, al menos desde el puntode vista de la propaganda contra el régimen. Tampoco era posible negar las evidencias.La <strong>com</strong>unicación del castrismo era un hecho demasiado ostensible para poder ignorarlo.Sin embargo, hay que admitir que, al tomar esta sola dirección, el anticastrismo seconvirtió, de hecho en un mero apéndice de la posición ideológica americana. Huboen esto un cierto fatalismo. Enfrentarse al <strong>com</strong>unismo de Castro era tomar partido porEstados Unidos, y esta subordinación explica la esterilidad del movimiento. 317<strong>encuentro</strong>textual

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