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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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uena letrarivalidad entre dos sopranos: Josefa Cruz-Gassier y Marietta Gazzaniga. Española una eitaliana la otra, polarizaron —más allá de razonesestrictamente musicales— las simpatíaspolíticas de criollos y peninsulares. Fanáticosde una y fanáticos de la otra emulabanen sus homenajes respectivos. (Una temporadaantes el público reunido en el TeatroTacón había regalado a la Gazzaniga una copade oro con que representar el brindis deLa Traviata. Hicieron descender sobre ellauna lluvia de poemas escritos en seda y enpapeles de colores, flores, palomas y monedas.Una niña vestida de ángel la coronó conguirnalda de oro mientras la orquesta tocabauna contradanza <strong>com</strong>puesta en honor de ladiva y, acabada la función, la Gazzaniga recibióserenata hasta el amanecer.)Pronto la rivalidad entre sopranos se extendióhasta teatros de provincia, y fue enMatanzas donde la Gazzaniga recibió, si noel más provechoso, sí el más suculento delos homenajes. Porque un dulcero inventópara ella una panetela que todavía hoy conocemos<strong>com</strong>o gaceñiga. Así que lo que <strong>com</strong>emoscuando <strong>com</strong>emos una gaceñiga es unobelisco levantado a la hermosura de unavoz, a la música de Verdi.El lector podrá encontrar las noticias anterioresen el volumen recién aparecido deEnrique Río Prado. Dará allí con el momentoexacto en que las mujeres habaneras <strong>com</strong>enzarona aplaudir (fue durante una Traviatapor la Gazzaniga y llevaban tablillaspara no estropearse las manos), conseguiráfechar la temporada en que el público femeninoabandonó la exclusividad de los palcospara sentarse en el patio de lunetas... Porque,junto a un recorrido exhaustivo por losavatares cubanos de Verdi, Pasión cubana...ofrece una historia fragmentada de los usosy costumbres del público teatral en La Habanadel siglo xix. (Se historia el hábito depegar bastonazos sobre las butacas a modode aplausos, el bando gubernativo queprohibió tales bastonazos, la sustitución deéstos por palomas lanzadas <strong>com</strong>o proyectiles,y las protestas de la prensa habanera porel abuso con los animales.)Este libro es también una suc<strong>int</strong>a historiade la crítica de ópera en las publicacionesperiódicas. Su autor ha salvado al lector derevistas antiguas de mucho asma y de muchoestafilococo dorado, enfermedades dehemerotecas anteriores al microfilm. (RíoPrado menciona el pésimo estado de conservaciónde las revistas y periódicos queconsultara.) Leyendo los fragmentos de reseñasque cita podemos pasar de una inicialcrítica impresionista («música filosófica», serepetía para explicar las particularidades deVerdi, y muchas veces llegaba a hablarse deuna cualidad táctil —«lo pegajoso»— parareconocer la popularidad de ciertas arias)hasta una crítica especializada emergente afines del siglo xix e inicios del xx.Seguir noticias de repartos inalcanzablesen grabaciones, cantantes de los cuales noquedan más que esas noticias (o el sabor dela gaceñiga), podrá resultar sumamente aburridoa algunos lectores. Lo novelesco, encambio, consigue <strong>com</strong>pensarnos de esa ausenciade discografía. Y recorremos un catálogode repartos igual que si fuera el árbolgenealógico de una <strong>com</strong>plicada novela de familia,perseguimos de estreno en estreno lacristalización de una figura de caleidoscopio.Leemos con fruición de esnobs la noticiade que, quien fuera director del Teatro Tacón,G. Bottesini, dirigió la orquesta en elestreno absoluto de Aida en El Cairo. No estuvimosen ninguna de esas funciones, notenemos noticias de que bisabuelo algunofrecuentara el Tacón o asistiera a los festejospor la apertura del Canal de Suez, pero elesnobismo es más placer de la <strong>int</strong>eligenciaque placer social y puede cumplirse muchoantes que nuestras vidas.Gracias a este volumen, puede seguirse elpaso de músicos y de cantantes por La Habana<strong>com</strong>o si de una fantástica historia naturalse tratara, y una soprano fuese una golondrina.Llega a entenderse el cruce detroupes teatrales bajo la forma de migracionesde tribus... Pancho Marty y Torrens, empresarioy propietario del Teatro Tacón, dijoalguna vez que a <strong>Cuba</strong> solamente venían losartistas principiantes o acabantes. Y llama laatención la no poca cantidad de cantanteslíricos que encontraron muerte —y sepultura—en esta ciudad. (La Habana <strong>com</strong>o cementeriode cantantes de ópera.)buena letra367<strong>encuentro</strong>

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