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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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Marial Iglesias cuando lo cierto era que no había alcantarillas ni tuberías de desagües envarias cuadras a la redonda. En lo adelante, la <strong>int</strong>roducción y promoción delos water closets con inodoros en edificaciones públicas y viviendas privadas seidentificaría con la impronta norteamericana y su obsesión higienizadora, encontraste con la «suciedad» atribuida a la vida colonial 32 .De este modo, a lo largo de los primeros años del siglo, junto con las sucesivasoleadas de soldados, funcionarios coloniales, <strong>com</strong>erciantes, inversionistas,turistas y misioneros norteamericanos, arribaron a la Isla nuevos cánonesconstructivos y arquitectónicos, maquinarias industriales y medios más modernosde transporte y <strong>com</strong>unicaciones. Y, sobre todo, se <strong>int</strong>rodujo también unsinnúmero de mercancías y artefactos domésticos fabricados en Estados Unidosque representaban la imagen viva del bienestar y el confort. Máquinas decoser, de escribir, bicicletas, teléfonos, artículos de cocina, lámparas con bombillaseléctricas, fonógrafos, piezas sanitarias, fórmulas patentadas, zapatos y,años más tarde, automóviles, radios y «frigidaires» irrumpieron en la vida decada día, al tiempo que se <strong>int</strong>egraban indeleblemente al corpus de imágeneso representaciones de la vida moderna, con las que la noción más abstractade progreso adquiría para los cubanos una forma visible y tangible en el ámbitode la cotidianeidad 33 .La modernización «a la americana» no quedó entonces limitada a lastransformaciones en los espacios públicos, la implantación de cambios tecnológicos,o a la <strong>int</strong>roducción de nuevos hábitos, desprovistos de mensajes políticos.Por el contrario, constituyó una pieza central de la «ideología del progreso»conque los <strong>int</strong>erventores justificaron y legitimaron su presencia en la Isla.Como se ha visto, la «vida moderna», asociada simbólicamente a la era de la<strong>int</strong>ervención y caracterizada por la «higiene», el «avance» y la «civilización»,era constantemente parangonada en la época con lo que se definía <strong>com</strong>o la«suciedad» y el «atraso» de la vetusta sociedad colonial.Aunque en esos años los artículos importados del norte eran mayoritariamentemercancías de lujo que obviamente no estaban al acceso de la mayoría,el hijo de buen vecino asistía de todas formas, sino <strong>com</strong>o consumidor directoal menos <strong>com</strong>o espectador, a esta «puesta en escena» de la ideología «modernizadora».Desde vidrieras, mostradores y carteles en establecimientos públicoso a través de fotografías e ilustraciones de las páginas de anuncios de laprensa (que proliferaban gracias a la propaganda o el advertising, que en laépoca hacía enormes avances), el transeúnte o lector era invitado a convertirseen gentleman al <strong>com</strong>prar un bombín made in usa o en lady al estrenar un corseten proceso30<strong>encuentro</strong>32 Carlos Venegas, Op. cit., pp. 15-16; Diario de la Marina, La Habana, <strong>24</strong> de febrero de 1899, núm47, p. 4; «The sanitation of buildings» en: El Independiente (edicion bilingue), La Habana, 18 defebrero de 1899, segunda época, núm. 3.33 Para un excelente aunque controvertido análisis de cómo las nociones de modernidad y progresovinculadas a la cultura norteamericana se enraizaron con el discurso de la nacionalidad enla <strong>Cuba</strong> del siglo xix véase: Louis Pérez Jr.: On be<strong>com</strong>ing <strong>Cuba</strong>n. Identity, Nationality, and Culture,The University of North Carolina Press, Chapel Hill and London, 1999.

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