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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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La transición pacífica que no tuvo lugar creen que toda actitud transigente les quita prestigio y no hay en la oposiciónninguno que se atreva a discutir ni mucho menos a desautorizar públicamentela línea insurreccional de los jóvenes.Otro periodista, Carlos Lechuga, hizo <strong>com</strong>entarios similares alrededor de«la política utópica en que insisten muchos oposicionistas, porque no se atrevena dar el paso de una táctica radical a una menos gloriosa». En un manifiestoescrito a todas luces por el sensato y moderado Mañach, el Movimientode la Nación no descartaba ninguna de las tácticas de moda en aquel momento,y le recordaba a los lectores que <strong>Cuba</strong> había ganado su independencia graciasal heroísmo de miles de cubanos; si la patria se viera una vez más «amenazadade nueva e indefinida servidumbre, sólo el heroísmo podrá salvarla». Enagosto de 1955 Márquez Sterling, alarmado porque el presidente del partidoortodoxo, Raúl Chibás, se negaba a declarar inequívocamente que su partidosolo se adhería al camino pacífico, declaró: «La bazuca y el diálogo cívico nopueden marchar juntos». Las palabras de Ichaso ofrecen una sagaz descripcióndel ambiente político que existía en <strong>Cuba</strong> a mediados de los cincuenta:Nada es <strong>com</strong>parable con la hiperestesia de lo actual. Y cuando hablamos de loactual nos remontamos casi hasta el 33. la caída de Machado soltó todas las válvulas.Hace tiempo ya que vivimos bajo el régimen del grito pelado. Así no haymodo de entenderse. Mientras más gritan las gargantas más callan las ideas. Esindispensable la buena fe mutua.Una atmósfera de confianza resulta esencial para la democracia. En <strong>Cuba</strong>esa confianza se había perdido durante los gobiernos de Grau y Prío, o almenos, así lo percibían muchos ciudadanos. Chibás y los ortodoxos se enfrascaronen una guerra santa contra los auténticos y pretendían hacerse con elpoder a partir de una plataforma de redención nacional. ¿Habrían sucumbidolos ortodoxos a los altibajos de la política, independientemente del resultadodel 1º de junio de 1952? Jamás lo sabremos con certeza, pero sí sabemosque la medida de buena fe requerida para dirigir una sociedad política ydemocrática ya estaba gravemente resquebrajada antes de que Batista usurparala Constitución. El batistato agravó las frustraciones de los años cuarenta yel sentido de insuficiencia profundamente arraigado en la nación. Si bienresultaban, ya en esa época, hasta cierto punto inaceptables, las palabras deCastro en la sala Flagler de Miami en noviembre de 1955, tras la manifestaciónde la SAR reflejaban puntos de vista que emanaban naturalmente delmar de desconfianza y futilidad que ahogaba a <strong>Cuba</strong>:Aquí están los que no le tienen miedo a las bayonetas. Lo juro aquí: en <strong>Cuba</strong>quedan ellos o quedamos nosotros. Reuniremos a nuestros <strong>com</strong>patriotas detrásde una idea de dignidad plena para el pueblo de <strong>Cuba</strong> y de justicia para loshambrientos y olvidados y de castigo para los grandes culpables. Queremos restablecerla patria digna. Con ladrones no puede redimirse la República. 303<strong>encuentro</strong>

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