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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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uena letradocumento de un becado, y en cada una desus capturas la policía añade al pasaporte sucondición de «expulsado». Oculto en unagranja, el trabajo lo devuelve a su Holguínnatal, «donde había sido feliz aprendiendo aordeñar, a cortar leña y a recoger plátanoscon su abuelo. A veces tenía la vívida impresiónde que el tiempo no había transcurridoy de que la tierra no era dist<strong>int</strong>a bajo suspies. En esas ocasiones, para su corazón, lospinos de Ucrania eran caobos de <strong>Cuba</strong>; losmanzanos, plátanos; el trigo, caña de azúcar;las rosas, rosas». (76). Sólo fuera del tiempo,fuera de la historia, la tierra es equivalente; yél, su habitante. Ahora sólo tiene la identidadque le atribuyen: «gusano,» agente revolucionariosecreto, contrabandista... Inclusola mujer que ama cree que se llama Ricardo,hasta que descubre el pasaporte. Chilena y<strong>com</strong>unista, ella es una pequeña Madre Corajetriste, que anuncia al escondido: «la UniónSoviética ha desaparecido hoy». «¿Qué iban ahacer los <strong>com</strong>unistas de este mundo, Dios?»,se asombra ella, ya sin lugar en las palabras,abrumada por la pérdida. La historia tambiénarruina el lenguaje; pero en la novelael candor político de unos y otros los descubre<strong>com</strong>o más vulnerables. Aunque esta novelanarra las desventuras de un fugitivo, sutrayecto biográfico no es solo fulgurante yapasionado, es también humorístico y vívido.Su héroe, con ser víctima de la envidia y lamediocridad, y sufrir las desventuras de suostracismo, no recae nunca en la indulgenciade la víctima ni en el «victimismo»; perotampoco acepta la identidad contraria: cuandoun cónsul norteamericano le sugiere laposibilidad de una visa a cambio del papelde informante, se niega. Para que su aventurasea genuina este personaje sólo puede serinocente: un sujeto en búsqueda de autenticidaden un mundo que ya no la reconoce,<strong>com</strong>o en la definición de la novela en tantodiscurso de restituciones. Por eso, fascinadopor la extensión de las pruebas y tareas de subúsqueda, el lector espera que nuestro héroesiga en ella, demorándose un poco másen la incertidumbre, antes de que alguna resolucióna su medida lo restituya a la prosadel mundo. Por lo pronto, aprendiendo desu peregrinaje, Manuel adelanta su primeraautodefinición de cubano apátrida: «Era infelizy estaba lleno de odio» (165).Si todas las fronteras en esta novela confirmanlas funciones policiales del estadomoderno, todos los trenes consagran la tradiciónde la fuga: llevan nombres de escritoresy artistas, <strong>com</strong>o para recordarnos que estostrenes literarios circulan en una novela,entre estaciones de paso y fronteras vencidas.Manuel, sin embargo, no es un lectorde novelas sino un lector de algoritmos, y ellenguaje le sirve <strong>com</strong>o hilo conductor a unarevelación inédita. Por eso, razona:«Estaba convencido de haber hecho bien eninventarse otra identidad, aunque muchas vecesle asaltaba el temor de olvidar el guión y serdescubierto, y otras se preguntaba a santo dequé tenía que fingir. Lo hacía por inst<strong>int</strong>o...»(167).El inst<strong>int</strong>o es de sobrevivir pero tambiénde fugarse. Y es el camino más corto hacia lalibertad, esa incertidumbre plena que apenaspresentida se esfuma. Animal inst<strong>int</strong>ivode esa cualidad más humana, la de ser libre,Manuel, finalmente, descubre que en la políticamigratoria alemana alguien que provengade familia migrante germana puede acogersea esa nacionalidad robusta. Pasa, así,de fugitivo ilegal a aspirante a ciudadano alemán.Ya sus abuelos habían sido fugitivos(«protestantes que habían salido huyendodel nazismo en 1938 en el Martín Lutero») yhabían, después de aventuras y rechazos,<strong>com</strong>prado su libertad del exilio en <strong>Cuba</strong>. Nodeja de sentir Manuel la ironía culpable desu regreso a Alemania, pero «si era fugitivode <strong>Cuba</strong> y de Rusia, si no habían queridoaceptarlo en Suiza, ni en Suecia, ni en EstadosUnidos, si no quería vivir en la triste pobrezapolaca, ¿qué le quedaba?». Por lo mismo,Manuel recorre el mapa de una Europaarruinada y otra en emergencia (hasta elmuro de Berlín se ha convertido en un chistecubano acerca de dos perros que orinanuno sobre otro sin reparar que el muro yano estaba allí); y pasa, en uno de esos treneso barcos de insignia novelesca, de la condiciónmoderna del héroe nómada a la situaciónpostmoderna del sujeto irónico:buena letra363<strong>encuentro</strong>

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