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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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uena letraurgentemente, no solo fomentando la inmigraciónde los miembros de la «raza caucásica»sino también eliminando de su seno alos de la «raza africana». Estas son las palabrastextuales del famoso ensayista: «Deseoardientemente, no por medios violentos nirevolucionarios, sino templados y pacíficos ladisminución, la extinción, si posible fuera,de la raza negra». En un folleto publicadoen 1845 se refiere a la religión africana entérminos que revelan sus <strong>int</strong>ensos prejuicios.En seguida repite la idea de que los blancosposeen «mayor <strong>int</strong>eligencia» que los negros.Y en la nota final del texto evidencia que supreocupación no se limita a la influencia negativadel esclavo en la sociedad cubana, sinoque se extiende también a la de la gente libre«de color». Censurando el informe de unaComisión de las Cortes españolas de 1845que re<strong>com</strong>endó la inmigración de negros libresa <strong>Cuba</strong>, escribe: «¿Ignora la Comisiónque los peligros de <strong>Cuba</strong>, no tanto provienende los esclavos, cuanto de la muchedumbrede negros y mulatos libres?».Resulta inevitable concluir, partiendo deéstas y otras afirmaciones similares, que paraSaco el negro era por su naturaleza mentalmenteinferior al blanco, <strong>com</strong>o lo eratambién culturalmente por sus hábitos ycostumbres. Para él, los descendientes delos esclavos nunca lograrían superar esas característicaspsicosociales. La diferencia entrelos dos grupos raciales se considerabaninsalvables, sin que pudiesen repararse conla educación o la evangelización. El negroera básicamente inasimilable y, por lo tanto,su presencia en la sociedad cubana resultabaperniciosa e inaceptable. Como patológicocuerpo extraño, debía ser arrojado delorganismo en que parasitariamente vivía.No cabe la menor duda: la nacionalidadque Saco quería (aquella por la que trabajabacon tesón) era una nacionalidad unicolor,uniformemente blanca. Y, por eso, usandotodos los medios a su alcance, trató deimpedir que la masa negra se <strong>int</strong>egrara enel seno de la entidad nacional cubana. Segúnél, su inferioridad irremediable estabadeterminada por la leyes creadas por Dios,por lo que hoy llamaríamos las leyes científicasde la genética.Algunos dirán que resulta incongruenteexigirle a José Antonio Saco, hombre ubicadomaterial e ideológicamente en los tiempospredarwinistas y premendelianos del sigloxix, una posición política y social ajustada auna ciencia biológica que aun no había sidocreada. Pero resulta indispensable, para ponerlas cosas en su justo lugar, señalar las limitacionesde estos criterios, supuestamenteliberales, del líder máximo de la <strong>int</strong>electualidadcubana de su tiempo. Es posible quesu racismo, más que biológico (pues la Biología<strong>com</strong>o ciencia independiente aún nohabía nacido) pudiera ser llamado «cultural»o «etnocéntrico». Pero sea cual fuere lanaturaleza del marbete, el contenido era indudablementeracista, puesto que un grupohumano era considerado in toto <strong>com</strong>o raigale inmodificablemente inferior, al extremode merecer ser arrancado para siempre desu tierra natal.Hoy es bien sabido —¡y, a pesar de ello,persisten los racismos!— que las diferenciasconocidas <strong>com</strong>o «raciales» no son fundamentalessino de superficie: el color de lapiel, la forma de la nariz, el pelo, los labios,etc. Y que muchas de esas diferencias lo sontan solo de grado. Por ejemplo: los negrostienen más melanina en su piel que los blancos,pero éstos la portan en la suya también.Hoy sabemos que ninguna raza supera aotra, <strong>com</strong>o grupo, en <strong>int</strong>eligencia. Pero resultaque en los tiempos de Saco se creíaexactamente lo contrario. ¿No proclamabanalgunos hombres de ciencia de aquel entoncesque <strong>int</strong>electualmente el negro estaba máscerca del orangután que del hombre? Hoysabemos que todos los seres humanos pertenecemosa la misma especie: homo sapiens sapiens.Pero para Buffon —y gran parte de loscientíficos del siglo xix— aunque blancos ynegros pertenecieran a la misma especie, elblanco debía tomarse <strong>com</strong>o el «modelo auténticode la humanidad», mientras el negroresultaba una desviación de la norma.Hombre de inmensa cultura, Saco estabamuy al tanto de estas ideas. Nada tiene deextraño, pues, que a la hora de fijar su vistasobre las masas enormes de negros cubanos,sobre todo en los ingenios azucareros,extranjeros importados a la fuerza de un 375<strong>encuentro</strong>buena letra

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