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int encuentro 24 A - cubaencuentro.com - Cuba Encuentro

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uena letramayor que ella, y la infancia de Matías, marcadapor el divorcio de sus padres, los rigoresde la lucha por la subsistencia familiar enSantiago de <strong>Cuba</strong> y la llegada al hogar de unpadrastro distante, pero leal y cumplidor.Con un ritmo vertiginoso, casi cinematográfico,van sucediéndose historias y escenasmemorables, ambientadas en lugares tan diversos<strong>com</strong>o un batey oriental, un barrio neoyorquino,el caraqueño hipódromo de LaRinconada, una cárcel castrista o un fríonursing home en Boston. Así, superponiendocuadros y anécdotas con técnica casi siempreimpecable, Nieto va desmontando los<strong>com</strong>plicados mecanismos psicológicos de larelación entre Matías y su madre, y erigiendoen el proceso, un conmovedor monumentoliterario a la familia cubana.Claro que Nieto no se propuso esto últimocon Reina de la vida. El solo quería escribir,<strong>com</strong>o proclama al final del libro Matías, «unanovela honesta, no un cuento de hadas».Esa falta de pretensiones, esa honestidadliteraria, son quizás las razones que hacentrascendente esta novela, una obra perfectamenteinolvidable. ■Cantar del tigre ciego 1Emilio García MontielRamón Fernández LarreaCantar del tigre ciegoEdiciones Arlequín, Libros de ArrayánGuadalajara, 2001, 108 pp.Dentro del tema de los límites generacionales,tanto los críticos <strong>com</strong>o lospropios escritores de la llamada generación delos ochenta en <strong>Cuba</strong>, asumimos, hace ya másde diez años, una pregunta recurrente: ¿MarcanOsvaldo Sánchez y Ramón Fernández1Texto leído en la presentación de Cantar del tigre ciego,Casa del Poeta, México, D.F., 31 de enero de 2002.Larrea el <strong>com</strong>ienzo de la generación o el finde la generación anterior? Aunque, en aquellosmomentos nadie dio en plantearlo de estemodo, el propio hecho de la preguntaoperaba, por una parte, <strong>com</strong>o respuesta a laretórica de las clasificaciones; por otra, <strong>com</strong>ola cercanía y el impacto que la poesía de amboshabía tenido en nosotros, es decir, másallá de cualquier frontera. Hoy la preguntaya ha dejado de ser uno más de aquellos temasde conversación en las reuniones deamigos, y creo suponer que, para la crítica,ha dejado de funcionar <strong>com</strong>o esa especie deacertijo ineludible a la hora de historiar o reseñaruno de los grupos epocales más <strong>com</strong>entadosy publicados de la poesía cubana.Sin embargo, para quienes participamos dela generación de los ochenta, esa ingenuapolémica llegó a significar, por una parte (ysin que entonces lo supieramos) uno denuestros modos de autorreconocimiento <strong>com</strong>ogeneración; por otra, la suficiencia denuestra identidad dentro ciertas posicionesestéticas e ideológicas.En el fondo, no creo que haya habido másque la aparente dicotomía entre el contextode formación de Osvaldo Sánchez y RamónFernández Larrea y sus poéticas: un contextomás vinculado con otros autores ya en procesode madurez, y unas poéticas, si bien diferentesentre ambos, mucho más cercanas auna generación apenas cinco años menor.Tal vez, en el entorno de la crítica, y sobre todoen el caso de Ramón Fernández Larrea, lapolémica parece estar definitivamente olvidada:su poesía ha devenido paradigma, no sólode una tránsición generacional, sino de latránsición en la expresión de un nuevo espíritucívico. Para quien no conoce esta poesía,no estaría de más aclarar que transición nosignifica aquí más que el modo particular enque la obra de Ramón Fernández Larrea esentendida dentro del proceso de la literaturacubana contemporánea, el porqué de su carácterde símbolo, y que en nada alude a uncierto estado de imperfección o a posibles inconsistenciasformales o temáticas, de quien,indudablemente, es también uno de los paradigmasde nuestra poesía.Así, entendidos <strong>com</strong>o médula de unatransformación fundamental en las letras 383<strong>encuentro</strong>buena letra

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