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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

vez hubo incluso violencia física. Pero usted estaba muy lejos, Reece, incluso con los<br />

prismáticos. Quiero que piense si es posible que esas dos personas se marchasen<br />

caminando.<br />

—Ella estaba muerta.<br />

—Vamos, estaba usted al otro lado <strong>de</strong>l río, camino arriba. No pudo tomarle el<br />

pulso, ¿verdad?<br />

—No, pero...<br />

—Repasé su <strong>de</strong>claración un par <strong>de</strong> veces. Echó a correr, se encontró con Brody y<br />

regresó. Pasaron unos treinta minutos. ¿No es posible que la mujer se levantase y se<br />

fuese, pue<strong>de</strong> que aún furiosa, pue<strong>de</strong> que con algunos car<strong>de</strong>nales, pero viva y con<br />

buena salud?<br />

«La botella no está medio vacía o medio llena —pensó Reece—. Solo es una<br />

puñetera botella, y la he visto con mis propios ojos.»<br />

—Estaba muerta. Si se fue caminando, ¿cómo explica que no hubiese huellas ni<br />

señal alguna <strong>de</strong> que alguien hubiese estado allí?<br />

El se quedó callado unos momentos, y cuando habló lo hizo con la misma<br />

paciencia infinita que a ella empezaba a treparle por la columna vertebral como un<br />

puñado <strong>de</strong> arañas.<br />

—Usted no es <strong>de</strong> por aquí, y era la primera vez que recorría ese sen<strong>de</strong>ro. Estaba<br />

conmocionada y trastornada. El río es largo, Reece. Es fácil que se equivocase <strong>de</strong> sitio<br />

cuando volvió con Brody. ¡Caramba, pudo ser medio kilómetro más arriba!<br />

—No pudo ser tan lejos.<br />

—En fin, he examinado la zona lo mejor que he podido, pero es mucho terreno<br />

para cubrir. Me he puesto en contacto con los hospitales más cercanos. Ninguna<br />

mujer que correspondiese a su <strong>de</strong>scripción con traumatismos en el cuello o la cabeza<br />

ha sido ingresada. Mañana volveré a comprobarlo.<br />

Ella se levantó.<br />

—No cree que viese nada.<br />

—Se equivoca. Creo que vio algo que la asustó y trastornó. Pero no encuentro<br />

una sola prueba que confirme que presenció un homicidio. Mi consejo es que me <strong>de</strong>je<br />

seguir con esto, y tiene mi palabra <strong>de</strong> que lo haré. Por ahora olví<strong>de</strong>se <strong>de</strong>l asunto.<br />

Ahora me voy a casa, a ver a mi mujer y a mis hijas. La acompañaré.<br />

—Prefiero caminar y <strong>de</strong>spejarme. —Se dirigió hacia la puerta y se volvió antes<br />

<strong>de</strong> salir—. Esa mujer estaba muerta, sheriff —añadió—. Eso no es algo que pueda<br />

olvidar.<br />

Cuando se marchó, Mardson respiró hondo y sacudió la cabeza. «He hecho<br />

cuanto he podido —pensó—, y eso es todo lo que se le pue<strong>de</strong> pedir a un hombre.»<br />

Se llevaría a su perro, se marcharía a casa y cenaría con su mujer y sus hijas.<br />

— 114 —

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