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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Brody siguió comiendo, un tanto divertido al percibir el enojo en su voz.<br />

—Déjame pensarlo —respondió al fin, y añadió—. ¿Por qué no podías dormir?<br />

—¿Cómo voy a saberlo? El doctor tiene una especie <strong>de</strong> infusión holística que<br />

quiere que pruebe.<br />

—El sexo es un buen sedante.<br />

—Tal vez. Sobre todo si tu pareja no es muy hábil. Pue<strong>de</strong>s echar un sueñecito<br />

durante el acto.<br />

—Te prometo que no te dormirás.<br />

Reece se limitó a sonreír y comerse la ensalada.<br />

No confió en él para trinchar el asado <strong>de</strong> cerdo, lo que resultaba un tanto<br />

insultante; lo hizo ella misma mientras cocía unos espárragos al vapor. Brody <strong>de</strong>cidió<br />

no protestar, pues la carne olía <strong>de</strong> maravilla. A<strong>de</strong>más, se fijó en que había una ración<br />

<strong>de</strong> patatas al gratén en su futuro inmediato.<br />

Reece echó salsa holan<strong>de</strong>sa sobre los tiernos brotes, y el jugo <strong>de</strong> la carne sobre<br />

los filetes <strong>de</strong> cerdo.<br />

—Tú y yo <strong>de</strong>beríamos hacer un trato —empezó Brody mientras cortaba el<br />

cerdo.<br />

—¿Un trato?<br />

—Sí, espera un momento —añadió antes <strong>de</strong> probar la carne. Lo que me<br />

figuraba. Pues eso, un trato. Haremos un trueque. Sexo por comida.<br />

Reece arqueó las cejas y apretó los labios como si estudiase la cuestión.<br />

—Interesante. De todos modos, me parece que tú recoges los beneficios <strong>de</strong> las<br />

dos partes <strong>de</strong> ese trato.<br />

—Tú también. Pero si lo <strong>de</strong>l sexo fracasa, po<strong>de</strong>mos probar con las chapuzas.<br />

Cosas <strong>de</strong> hombres. Pintar tu apartamento, un poco <strong>de</strong> fontanería, lo que sea. A<br />

cambio, tú me preparas comida caliente.<br />

—Podría estar bien.<br />

Probó las patatas.<br />

—Dios mío, <strong>de</strong>berían canonizarte. El gourmet informal.<br />

—¿<strong>San</strong>ta Reece, el gourmet informal?<br />

—No, es el título <strong>de</strong> tu libro <strong>de</strong> cocina. El gourmet informal. No es «sencillo»,<br />

que pue<strong>de</strong> interpretarse como «mediocre». Es espectacular. Pero no hace falta<br />

pasarse todo el día sudando junto a los fogones para prepararlo, ni se necesita la<br />

porcelana y la plata <strong>de</strong> la abuela para servirlo. Gourmet por la forma <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong> la<br />

gente, no solo por cómo reciben a sus invitados para impresionarles.<br />

Reece se recostó en la silla.<br />

—Me gusta más, y a<strong>de</strong>más has resumido la i<strong>de</strong>a mejor que yo. Maldita sea.<br />

—Soy un profesional.<br />

—Cómete los espárragos —or<strong>de</strong>nó.<br />

—Sí, mamá. Por cierto, ni se te ocurra llevarte las sobras.<br />

—Tomo nota.<br />

Brody comió, bebió y la contempló. Y en un momento <strong>de</strong>terminado<br />

sencillamente perdió el hilo <strong>de</strong> la conversación.<br />

— 167 —

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