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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 25<br />

Reece bebió tres copas <strong>de</strong> vino; tal vez por eso estaba achispada. Lo bastante<br />

achispada para que, tan pronto como bajaron <strong>de</strong>l coche <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la cabaña, se<br />

pusiera <strong>de</strong> puntillas <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Brody y le mordisquease la oreja.<br />

El solo había tomado una copa <strong>de</strong> vino, pero aquel ataque repentino contra sus<br />

sentidos hizo que se le cayeran las llaves.<br />

Reece se echó a reír cuando él se inclinó para recogerlas.<br />

—Mmm. Qué hombre tan fuerte —dijo, todavía colgada <strong>de</strong> él.<br />

—Qué mujer tan flaca.<br />

—Antes lo era más.<br />

Las manos <strong>de</strong> Reece parecían no po<strong>de</strong>r estarse quietas. Le <strong>de</strong>sabrochó casi toda<br />

la camisa antes <strong>de</strong> que él consiguiese abrir la puerta principal.<br />

—Llévame a la cama —pidió ella, con los <strong>de</strong>dos en el botón <strong>de</strong> sus vaqueros.<br />

Brody estuvo a punto <strong>de</strong> tropezar con los peldaños cuando ella le dio un<br />

mordisquito en la nuca.<br />

—Vas a tener que parar —dijo él, sin aliento—, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dos o tres horas.<br />

Consiguió llegar a la cama y la <strong>de</strong>jó caer por encima <strong>de</strong>l hombro. Reece soltó un<br />

chillido y aterrizó con la risa tonta. Al momento Brody estaba encima <strong>de</strong> ella<br />

<strong>de</strong>sabrochándole la camisa a tirones. Sujetándole los brazos, tiró <strong>de</strong> la camisa hacia<br />

abajo hasta que se tensó en su espalda y sobre sus muñecas, como una soga. Cuando<br />

ella ja<strong>de</strong>ó, la boca <strong>de</strong> él tomó la suya con una posesión ardiente e impetuosa que la<br />

inundó <strong>de</strong> excitación.<br />

—¡Madre mía! No puedo...<br />

—Has empezado tú.<br />

Le bajó los tirantes <strong>de</strong>l sujetador y tiró hasta liberar sus pechos y po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>leitarse con ellos.<br />

Fuera <strong>de</strong> sí, Reece se retorció <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> él con un estremecimiento. Cuando él le<br />

<strong>de</strong>sabrochó los vaqueros para <strong>de</strong>slizar la mano bajo la tela, empezó a gemir. Al oír su<br />

primer grito ahogado, Brody atrapó un pezón con los dientes y lo mordisqueó hasta<br />

que las ca<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> ella se alzaron hacia su mano. Hasta que sintió que cedía.<br />

—Grita todo lo que quieras —susurró sujetándole las manos, aprisionándola<br />

mientras su lengua y sus dientes bajaban rozando su cuerpo—. Nadie va a oírte más<br />

que yo.<br />

Ella gritó mientras él le hacía cosas con su lengua, sus dientes, sus labios, y se<br />

sobresaltó al oír el sonido <strong>de</strong>senfrenado <strong>de</strong> sus propios gritos.<br />

No podía <strong>de</strong>tenerle. Los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> sus manos atrapadas se clavaban en la cama<br />

como para mantener los cuerpos <strong>de</strong> ambos anclados a ella. La respiración se le<br />

— 282 —

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