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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 15<br />

Reece insistió en recoger la cocina. Él ya lo esperaba, pues era una mujer<br />

amante <strong>de</strong> poner y mantener las cosas en su sitio. Estaba convencido <strong>de</strong> que ya tenía<br />

esa ten<strong>de</strong>ncia antes <strong>de</strong>l violento inci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Boston, don<strong>de</strong> seguramente mantenía la<br />

casa y las cocinas, la personal y la profesional, or<strong>de</strong>nadas. Sin duda siempre sabía<br />

dón<strong>de</strong> estaban el cuenco mediano, la camisa azul y las llaves <strong>de</strong>l coche. Su talonario<br />

<strong>de</strong> cheques siempre <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar equilibrado.<br />

Con toda probabilidad, lo que le había ocurrido había puesto <strong>de</strong> relieve y<br />

aumentado su inclinación a la organización. En este punto <strong>de</strong> su vida, no solo quería<br />

sino que necesitaba que las cosas estuviesen en su sitio. Eso le daba una sensación <strong>de</strong><br />

seguridad.<br />

En cuanto a él, la mayoría <strong>de</strong> los días se sentía satisfecho si era capaz <strong>de</strong><br />

encontrar unos calcetines a juego al primer intento.<br />

Como vio que no estaría satisfecha <strong>de</strong> otro modo, secó los platos y volvió a<br />

meterlos en el armario. Pero se mantuvo bastante apartado mientras ella guardaba<br />

las sobras, ponía sus utensilios en las cajas y limpiaba los quemadores.<br />

Los nervios regresaban, y a Reece se le habían pasado las ganas <strong>de</strong> hablar.<br />

Brody prácticamente los veía brotar en su piel como una urticaria mientras aclaraba<br />

el paño <strong>de</strong> cocina, lo escurría y lo ponía a secar sobre la separación <strong>de</strong> las dos pilas<br />

<strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro.<br />

Supuso que ahora que la cena había terminado y que faltaba poco para acabar<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>narlo todo, el sexo había regresado a la habitación como un invitado<br />

interesante e incómodo al mismo tiempo.<br />

Pensó en agarrarla, llevarla arriba y meterla en la cama antes <strong>de</strong> que se lo<br />

pensara. La técnica tenía sus ventajas, y era probable que lograse <strong>de</strong>snudarla antes <strong>de</strong><br />

que cambiase <strong>de</strong> opinión. Pero rechazó la i<strong>de</strong>a, al menos <strong>de</strong> momento, a favor <strong>de</strong> un<br />

enfoque más sutil.<br />

—¿Quieres dar un paseo? ¿Tal vez hasta el lago?<br />

Vio en su rostro una mezcla <strong>de</strong> sorpresa y alivio.<br />

—Eso estaría muy bien. Aún no lo he hecho, al menos por este lado.<br />

—Hace una noche clara, así que hay luz suficiente. Pero necesitarás la chaqueta.<br />

—Es verdad.<br />

Fue al lava<strong>de</strong>ro para cogerla <strong>de</strong>l perchero.<br />

Él entró <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ella y se estiró para coger la suya, rozándola <strong>de</strong> forma<br />

<strong>de</strong>liberada. Reece se puso rígida, se apartó y fue a abrir la puerta.<br />

Sus nervios latieron una vez y luego parecieron evaporarse en el aire fresco.<br />

—Esto es precioso —dijo mientras aspiraba el aire, que olía a tierra y a pino—.<br />

— 169 —

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