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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 20<br />

No fue difícil entrar en Joanie's. ¿Qué podía per<strong>de</strong>r? En cualquier caso, la<br />

terapia le había enseñado lo importante que era afrontar y resolver los problemas, así<br />

como aceptar las responsabilida<strong>de</strong>s.<br />

«La vergüenza es un pequeño precio a cambio <strong>de</strong> la salud mental», se dijo<br />

Reece. Y aceptar la vergüenza tal vez le <strong>de</strong>volviese el empleo.<br />

No <strong>de</strong>scartaba rebajarse.<br />

A<strong>de</strong>más, su horóscopo diario le aconsejaba hacer frente a las obligaciones. Si lo<br />

hacía, comprobaría que no eran tan pesadas como creía.<br />

Eso era buena señal.<br />

Sin embargo, entró por la puerta trasera y diez minutos antes <strong>de</strong> que abriesen.<br />

No tenía sentido exhibir su vergüenza ante los clientes que comían solomillo y<br />

huevos si no era imprescindible.<br />

Joanie, calzada con sus prácticos zapatos, mezclaba la masa en un enorme<br />

cuenco. El aire olía a café y galletas recién hechas.<br />

—Llegas tar<strong>de</strong> —le espetó Joanie—. Si no traes un justificante <strong>de</strong>l médico, no<br />

creas que no voy a <strong>de</strong>scontártelo.<br />

—Pero...<br />

—No quiero excusas, quiero fiabilidad... y que prepares cebollas, gindillas y<br />

tomate para los huevos. Guarda tus cosas y ponte a trabajar.<br />

—De acuerdo.<br />

Más escarmentada que si la hubiese echado con cajas <strong>de</strong>stempladas, Reece se<br />

dirigió a toda prisa al <strong>de</strong>spacho para <strong>de</strong>jar el bolso y la chaqueta. De regreso en la<br />

cocina, cogió un <strong>de</strong>lantal.<br />

—Quiero disculparme por lo <strong>de</strong> ayer —dijo.<br />

—Discúlpate mientras trabajas. No te pago por hablar.<br />

Reece se situó ante la encimera.<br />

—Lamento haberme puesto tan plasta. No tenía <strong>de</strong>recho a insultarte, aunque<br />

añadir hierbas frescas y otros ingredientes básicos mejoraría el menú.<br />

De reojo, Reece vio que Joanie enarcaba las cejas con una sonrisa.<br />

—Vale ya.<br />

—Está bien.<br />

—No te pusiste así por el puñetero eneldo.<br />

—No. Quería lanzarte algo y el eneldo estaba a mano, metafóricamente<br />

hablando.<br />

—Una vez tuve que ocuparme <strong>de</strong> un cadáver.<br />

—¿Cómo has dicho?<br />

— 224 —

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