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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

tiempo quieto, diría que transmitía un buen autocontrol. Ella estaba lívida,<br />

vociferaba, y él apenas se movía. ¿Austero? Ella ocupaba todo el espacio, hacía<br />

gestos, iba y venía, señalaba... El la empujó, pero fue casi como aplastar una mosca.<br />

Me lo estoy imaginando.<br />

—Pue<strong>de</strong> que sí, pue<strong>de</strong> que no —dijo el doctor mientras dibujaba distraído—. ¿Y<br />

su estructura?<br />

—Ahora todo en él me parece gran<strong>de</strong>, pero no estoy segura <strong>de</strong> que sea cierto.<br />

Sin duda, era más alto y corpulento que ella. Al final, cuando se le echó encima, creo<br />

que sabía muy bien lo que estaba haciendo. La forma en que le impedía mover los<br />

brazos... Podía haberla sujetado así, cansarla hasta que pudiera razonar con ella y<br />

luego marcharse. Tal vez fue por la distancia, pero todo me pareció <strong>de</strong>liberado y frío.<br />

El doctor le dio la vuelta <strong>de</strong> nuevo al bloc <strong>de</strong> dibujo y lo sostuvo en alto. Reece<br />

se estremeció.<br />

Era una imagen <strong>de</strong> cuerpo entero, <strong>de</strong> espaldas, con el rostro <strong>de</strong> perfil. Podía<br />

correspon<strong>de</strong>r a muchos hombres, y a Reece el miedo le formó una bola <strong>de</strong> hielo en el<br />

vientre.<br />

—Anónimo —comentó.<br />

—De todos modos, po<strong>de</strong>mos eliminar a algunos <strong>de</strong>l pueblo —dijo el doctor—.<br />

Digamos que a Pete. Bajito, flacucho. O a Joe Pierce, hipertenso con cincuenta kilos<br />

<strong>de</strong> más.<br />

—O a Cari, que está como un tonel. —Reece sintió que se le <strong>de</strong>shacía otro<br />

nudo—. Tiene razón. Y no creo que fuese joven. Me refiero a un adolescente o a un<br />

veinteañero. Su manera <strong>de</strong> moverse, su... lenguaje corporal era más maduro. Gracias.<br />

Eso me <strong>de</strong>speja un poco la cabeza.<br />

—No fui yo. —Brody levantó un hombro—. Salvo que me convirtiese en<br />

Superman, cruzase el Snake volando y volviese.<br />

—No —contestó Reece; era la primera vez que sonreía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que habían<br />

empezado—. No fuiste tú.<br />

—Haré fotocopias y colgaré una en mi consulta. Casi todo el mundo pasa por<br />

aquí —dijo el doctor mientras volvía a coger el dibujo <strong>de</strong> la mujer—. Llevaré las<br />

copias a la oficina <strong>de</strong>l sheriff.<br />

—Gracias. De verdad.<br />

—Como he dicho, se parece un poco a jugar a <strong>de</strong>tectives. Es un cambio <strong>de</strong> ritmo<br />

interesante para mí. Brody, ¿por qué no me llevas esta ban<strong>de</strong>ja a la cocina?<br />

En la mirada que el doctor le dirigió a Brody, Reece vio que el médico había<br />

vuelto y que ella era la paciente. Se esforzó por no sentir resentimiento <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

favor que él acababa <strong>de</strong> hacerle. Aun así, la espalda se le puso rígida cuando Brody<br />

salió <strong>de</strong> la habitación.<br />

—No he venido aquí para una consulta médica —empezó.<br />

—Tal vez <strong>de</strong>berías haberlo hecho. Pero la cuestión es que soy un viejo médico<br />

rural y tú estás sentada en mi salón. Tienes ojos cansados. ¿Cómo duermes?<br />

—De forma irregular. Hay noches mejores que otras.<br />

—¿Y el apetito?<br />

— 151 —

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